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Las dos últimas borrascas que han azotado el norte de España han dejado lluvias, nieve y fuertes rachas de viento. También un potente temporal marítimo que hizo a la Aemet activar el nivel rojo de alerta en todo el litoral cantábrico. En Vizcaya, las ... olas alcanzaron los 9,96 metros de altura y la boya situada frente al cabo de Peñas, en Asturias, rozaron los nueve metros. Si los hombres y mujeres del tiempo no hicieron referencia a los datos de Cantabria no es porque saltaran de Asturias al País Vasco sin atender a lo que había en medio, sino porque en estos momentos no hay ningún instrumento de medición en funcionamiento. La boya Augusto G. Linares, que se fondeó en verano de 2007 con una de las tecnologías más avanzadas a nivel nacional, se encuentra averiada. Otra vez. De hecho, en el último año -casi 15 meses-, solo ha funcionado correctamente un mes.
Tras otro largo periodo sin actividad en 2022, el incidente reciente más grave de la boya tuvo lugar en otoño de 2023. Durante el temporal Aline, la Augusto G. Linares se soltó de su punto de fondeo a 22 millas al norte de Cabo Mayor y viajó a la deriva hasta la costa francesa. Apareció en una playa Arcachón y un equipo de la sede cántabra del Instituto Español de Oceanografía (IEO) se desplazó hasta el lugar. Tras analizar los daños, advirtió que tardaría tiempo en volver a funcionar. En concreto, diez meses, hasta el pasado septiembre, cuando parecía ya reparada. «La colocamos y, al cabo de unas horas, había dejado de funcionar», explica Raquel Somavilla, investigadora del IEO y responsable del proyecto.
La sacaron del agua, comprobaron que no tenía actividad y, tras distintas pruebas, llegaron a la conclusión de que el problema estaba en el conector de arranque. «Nos hemos puesto en contacto con la empresa y parece que es un fallo habitual en este tipo de boyas cuando cumplen años», cuenta. Aunque son los profesionales del IEO los que realizan habitualmente el mantenimiento, en el caso de esta avería dependen del fabricante. En principio, la semana que viene les dará una solución definitiva. «Es fatal. Algo horrible para el histórico de datos que analizamos. Han sido además años muy relevantes por la cantidad de temporales y de récord de temperatura del agua y no hemos estado ahí para recoger los datos», lamenta Somavilla, que junto a sus compañeros intentarán reconstruir los datos con inteligencia artificial y las muestras de las boyas de Asturias y Vizcaya: «Serán aproximaciones útiles, pero no será lo mismo».
En paralelo, el IEO está pendiente de la puesta en funcionamiento de una segunda boya. Similar a la Augusto G. Linares, pero más moderna. Si la primera ya es muy avanzada dentro del contexto internacional porque además de datos básicos como la temperatura o el oleaje también mide aspectos bioquímicos como el grado de oxígeno disuelto o los niveles de clorofila, el nuevo aparato incorporará también sensores de PH (para observar las variaciones de acidez del agua) o otras variables sobre producción primaria de interés desde el punto de vista científico.
La segunda boya tendrá un coste cercano a los 350.000 euros. Esta actuación correrá a cargo del Plan Complementario de Ciencias Marinas del Gobierno de Cantabria -cinco millones de euros de recursos autonómicos y otros cinco procedentes del Plan de Recuperación de la UE- para programas de investigación. Su llegada se hará en dos fases. Primero, se instalará un prototipo -algo más simple- que se colocará este mismo lunes frente al Barrio Pesquero. Tras un periodo de prueba y analizar su funcionamiento, se fabricará ya la definitiva, que tendrá una ubicación distinta.
Y también es inminente la puesta en funcionamiento de otros nuevos artilugios: dos robots submarinos -conocidos en el mundillo como 'gliders'- que también servirán para recoger datos. La gran particularidad es que son capaces de recorrer miles de kilómetros de forma teledirigida y sin volver a tierra en semanas. Apoyarán la labor investigadora de los profesionales que trabajan en la observación de los mares y los cambios en ese ecosistema y que plantean soluciones concretas a los problemas relacionados con la protección del litoral frente a temporales, la pesca, el transporte marítimo o el turismo.
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