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Los vecinos y comerciantes de la calle Isabel II, en Santander, reconocen que en la zona se ha producido un «antes y un después» desde ... que los locales vacíos en los que «prácticamente vivían» las personas sin hogar fueron vallados por sus propietarios. Ha pasado poco más de un año desde entonces y aunque «aún queda por hacer», creen que el cambio es «tremendo»: «Se producían imágenes dantescas. Y no solo de noche, también a las cinco de la tarde. Veinte personas peleándose, bebiendo, montando fiestas... Daba miedo. Muchos clientes nos decían que preferían cruzar por otra calle, y con razón», comenta Eudaldo Pajares, de Calzados Pajares, donde trabaja desde hace cuarenta años.
Este cambio también se ha traducido en nuevas aperturas de negocios: en el extremo de la calle más cercano al Ayuntamiento, ya ha abierto sus puertas la óptica NavOptica, en un gran local a la altura del número 10, que también cuenta con otro establecimiento en la calle Burgos. Justo al lado, un grupo de operarios trabajaba ayer en la reforma de otro de los espacios que estaba vacío y en el que abrirá próximamente una sucursal de la Caja Laboral. En el otro lado de la calle, el gran local que ocupó el Banco Santander, en el número 30, también está en obras. Es aquí donde también pasaban la noche muchos sintecho. «La situación era insostenible. Nos daba miedo y aún duerme aquí una pareja, pero no tiene nada que ver con lo de antes. A pesar de que entiendo que es algo inevitable, los vecinos no tenemos por qué temer al regresar a casa», comenta Víctor, un vecino de la zona. Otro de los factores que, según explica, ha influido «muchísimo» fue la muerte de un joven en uno de esos locales que ahora están vallados, donde un ramo de flores y una fotografía suya le recuerdan. «Aquello fue muy duro», reconoce.
Un cambio que también beneficia a los comerciantes más cercanos, que llevan allí toda la vida. «Si te das cuenta, los que abren son franquicias o bancos. Aun así, todo esto genera movimiento en la calle y nos beneficia a todos. Lo pudimos comprobar con la apertura de Tiger. Al ser tan famosa, por aquí pasaba mucha gente. Y eso se traduce en que se quedan mirando otros escaparates», comenta uno de los comerciantes de la zona.
A pesar de que vecinos y comerciantes coinciden en que las cosas han mejorado, también entienden que falta aún recorrido. Y es que aún hay locales vacíos, como los dos vallados o el que ocupó hasta 2015 el Supermercado Jesús Díaz. Al otro lado de la calle tampoco se ha conseguido alquilar el local donde estaba Electricidad Mier, cuya propietaria, Teresa Oria, se jubiló hace un año. Precisamente fue ella una de las personas que alertó del «deterioro» de una de las arterias de la ciudad, remodelada en 2020. Lo hizo durante el anterior recorrido que hizo El Diario Montañés por esta calle.
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