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Candela Gordovil
Santander
Martes, 19 de octubre 2021, 07:12
«Hay calles rotas, pero nos gusta como está». Esa fue la respuesta que dieron algunos vecinos de El Sardinero cuando el Ayuntamiento anunció las obras de renovación de viales que afectan a varias calles de la zona. Mientras ellos prefieren que las aceras se queden como están pese a que el Consistorio pone el dinero encima de la mesa, otros vecinos de Santander están deseando modernizar sus «deterioradas» aceras y carreteras. Es el caso de Jerónimo Sáinz de la Maza. Los residentes de la zona llevan más de 20 años sufriendo las consecuencias de que sea una carretera nacional y, por tanto, sus competencias pertenezcan al Ministerio de Fomento y no al Ayuntamiento. Los días de lluvia -muy habituales en Santander- suponen un grave problema para ellos. «Esto se convierte en una pista de patinaje», relata Eloy Rebollar, miembro de la Asociación de Vecinos Pedro Velarde.
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En el Río de la Pila también viven su «lucha» particular. En el 2017, la Asociación de Vecinos de la zona presentó un proyecto al Consistorio en el que pedían la peatonalización del sector de la calle que discurre entre San Celedonio-Los Aguayos y Tantín, así como la semipeatonalización del tramo entre la calle Tantín y la Plaza del Río de la Pila. Además, llevan «muchos años» reclamando la renovación de la parte baja de la calle que, según relata Jesús Garay, presidente de la asociación, tiene baches que se hunden. «Hay uno en concreto que hay arreglarlo mínimo 4 veces al año».
CALLE JERÓNIMO SÁINZ DE LA MAZA
Más de 20 años después, los vecinos de Jerónimo Sáinz de la Maza siguen esperando las obras de reforma de sus «deterioradas» aceras y carreteras. Esta calle tiene una particularidad que a la larga, se ha convertido en un problema. Se trata de la carretera nacional 623 del kilómetro 152 en pleno centro de la ciudad. Por eso, la licitación de las obras la debería autorizar el Ministerio de Fomento. Los vecinos de la zona insisten en que si el Ayuntamiento de Santander solicitase que se agilizarán los tramites «el problema ya estaría resuelto». A pesar de que no es una competencia municipal.
Pese a todo, ha habido avances. Este verano, Eloy Rebollar, miembro de la Asociación de Vecinos Pedro Velarde, recibió un mensaje de la alcaldesa, Gema Igual, en el que le anunciaba que el ministerio ya había autorizado la actuación solo en las aceras. Aunque todavía no se ha hecho nada. Rebollar reconoce que también es «muy necesario» asfaltar la calzada pero que las aceras eran su gran preocupación. «Hay un popurrí de baldosas; algunas son cuadradas, otras octogonales...». También hay tramos en los que el suelo está hundido «y en los días de lluvia es una pista de patinaje». A esto hay que sumar que el bordillo de la acera, «muy desgastado», se encuentra prácticamente al mismo nivel que la calzada, lo que también provoca colisiones entre vehículos.
CALLE RÍO DE LA PILA
La construcción del Funicular que conecta el Río de la Pila con General Dávila multiplicó los peatones en esta zona de la ciudad, «tanto de santanderinos como de turistas», asegura el representante de los vecinos de la zona. Por ello, «no entiende por qué el Ayuntamiento no cuida una de las pocas zonas del Centro Histórico de Santander que sobrevivió al incendio de 1941», pues todo el inicio de la calle sigue pendiente de una intervención demandada desde hace años por los vecinos para continuar con la modernización de un espacio urbano que es uno de los puntos neurálgicos de ocio nocturno en la capital cántabra.
Hay un bache en concreto, en frente de la Bodega El Riojano, «que tienen que arreglarlo mínimo 4 veces al año». Garay relata que «en vez de reformar la calle por completo» van poniendo parches que «se hunden al pasar varios autobuses». Por ello, en el 2017, la asociación presentó un proyecto de peatonalización del tramo que va desde San Celedonio-Los Aguayos hasta Tantín así como semipeatonalización del sector de la calle que discurre entre Tantín y la plaza del Río de la Pila. La respuesta que obtuvieron por parte del ayuntamiento fue que no querían perder las plazas de aparcamiento de la calle. Algo que Garay no comprende ya que «solo son nueve, y en otras zonas de la ciudad han quitado más y no les ha importado». Cuatro años después, la situación para los vecinos no ha cambiado.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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