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Fotos: Javier Cotera | Vídeo: Pablo Bermúdez

Por el camino que lleva a Santander

La capital inaugura un año más su alumbrado navideño con miles de personas abarrotando el centro de la ciudad

Álvaro Machín

Santander

Jueves, 5 de diciembre 2019, 21:54

El tipo se acercó muy educadamente. Estaba en la cola de los que habían puesto adornos, pero la dejó por un instante para hablar con quien les cuenta esto. «Venga, que tenemos que irnos», le gritaron. Pero no quiso dejarlo. «Buenas tardes, soy Sergio. Soy de Venezuela. ¿Puede usted darme su gorro? Es que a mí no me han dado». El gorro era uno de los de Papá Noel, pero blanco entero. Los repartían en la puerta del Ayuntamiento y todos sus compañeros lo llevaban puesto. La cara del chaval antes de darse la vuelta con el sombrero en la mano brilló tanto como las miles de luces que, desde anoche, adornan Santander. Radiante como los fuegos artificiales con la fachada del Consistorio de fondo que se tiraron mientras sonaba 'El tamborilero'. Hasta sonoro, como el 'Aleluya' que cantó la televisiva Marta Pérez ('La Voz Kids') junto a la Banda Municipal sobre el escenario y rodeada por los ochenta rostros angelicales de los críos del colegio María Reina Inmaculada. Todos, con el gorro blanco puesto.

La crónica del encendido de las luces, en realidad, es eso. Unos cuantos detalles. Alguna historia ñoña –pero imprescindible– de esta época del año. Miles de personas, sobre todo niños, se acercaron hasta la Plaza del Ayuntamiento. Nadie lo ha escrito en ningún pliego, pero en Santander la Navidad empieza cuando encienden las luces. «Por el camino que lleva a...». Como cada año, se formó la cola para llenar de adornos el árbol del vestíbulo del edificio. Con guirnaldas o bolas hechas por los trescientos chicos de distintas asociaciones que se pusieron a la tarea. Obra San Martín, Fundación Síndrome de Down, Colegio de Educación Especial Fernando Arce... Cuesta saber si ellos estaban más contentos que los voluntarios del Colegio La Enseñanza, Cruz Roja o Protección Civil que colaboraron el organización y que les sirvieron de acompañantes. «Venga, los que ya habéis decorado, para ese lado».

Al 'My way' o 'Hey Jude' que tocaron los músicos le siguió el estribillo del «arre burro arre» de los coristas infantiles. Este año adelantaron a la tarde del encendido el reparto de un programa con muchas páginas (no es broma, tiene cien) sobre todas las actividades que habrá hasta que los Reyes Magos saluden desde la misma plaza que anoche se convirtió en jolgorio. Porque a los niños y a los padres estas cosas les vuelven locos. «Greta, mírame. Anda». La madre, móvil en mano, trataba de llamar la atención de la niña, en brazos del marido y pegada a un Bob Esponja que repartía saludos. Pero a Greta, el muñeco no le hacía gracia y salió en todas las fotos con berrinche.

La que apretó el botón del encendido junto a la alcaldesa fue Cayetana, una niña de tres años alucinada con tanto follón. Por cierto, que ya no hay botón como era antes. Ahora es una tableta (los tiempos cambian). Fue pulsar y llenarse el cielo de papelitos blancos, estruendos luminosos y esos gritos típicos que suenan cuando el cielo se ilumina con el primer cohete. Todo típico, porque eso es justo el mes de diciembre. Por no faltar, no faltó ni el niño perdido. Como cuando Pepe Isbert buscaba a gritos a Chencho en el mercadillo en 'La gran familia' (recuerdo para los de cierta edad). Lo dijeron por megafonía. Chencho era Alejandro, y Pepe, un abuela llamada Marisol que se llevó un susto.

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