
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«Gracias». Esa fue la palabra que más veces repitió la noche de este sábado el cardenal Carlos Osoro. «Lo digo de corazón, no es ... un frase hecha», apostilló cada vez que la pronunciaba. El Club La Tenida y la asociación Amica organizaron una «emotiva» cena que se sirvió en el Centro Asturiano de Santander con motivo de su jubilación. «En esta tierra he recibido lo mejor que he podido tener: la vida, la fe, el ministerio sacerdotal, la noticia de que el Papa me nombraba obispo de Orense, primero, luego arzobispo de Oviedo, más tarde arzobispo de Valencia y después arzobispo de Madrid», relató al principio de su discurso. Osoro no abandonará del todo sus cargos, pues continuará siendo vicepresidente de la Conferencia Episcopal y nuevo administrador apostólico de Madrid.
Carlos Osoro
Cardenal
Más de cien personas habían reservado previamente el cubierto para acudir al acto, donde el cardenal cántabro hizo un amplio repaso de su trayectoria en la Iglesia y también vital. «A todo el mundo le gusta que le reconozcan, y yo no soy menos. Quizás debería ser impasible ante esto, pero no lo soy. He pasado circunstancias diversas pero siempre agradecido a Dios, que me ha dado una capacidad especial para estar al lado de la gente», afirmó.
También tuvo palabras de agradecimiento para todos los destinos a los que fue destinado durante su trayectoria. «Me gusta estar en este Centro Asturiano porque los ocho años que pasé en Oviedo os aseguro que todas las semanas iba un día fijo a rezar a la 'Santina' para ser un arzobispo como Dios manda», subrayó.
Al homenaje acudieron muchos de sus amigos, entre ellos el padre Ángel, fundador y presidente de la ONG Mensajeros por la Paz. De él destacó «su amistad» y los intensos «debates» que habían mantenido. No olvidó tampoco sus años como articulista en este periódico. «Me encantaba ir los viernes en persona a entregar a Manuel Ángel Castañeda mi texto semanal», dijo en alusión al exdirector de El Diario Montañés, también presente.
«No es fácil ser obispo, ser padre de tanta gente que a la vez es tan diferente y diversa. Yo no me he querido creer nada. Sólo he hecho lo que tenía que hacer, que es lo que siempre me dijeron mis padres», concluyó.
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