La Carmencita pide ayuda

Y es que su aspecto actual dista mucho del de aquellos años dorados: pintura levantada por la lluvia, basura que depositan «las personas que se cuelan por las noches» –a pesar de que la limpian a diario–, suelos agrietados, gradas muy antiguas... «Llevo muchos años luchando porque este espacio luzca como debería, como antes. Y me he encontrado demasiadas trabas. Sería una ilusión conseguirlo y confío en que esta legislatura sea la definitiva».

Y es que, en 2020, el Ayuntamiento anunció la rehabilitación integral del espacio con una inversión de 700.000 euros. La intención era mejorar la accesibilidad y seguridad y convertirla así en un espacio multidisciplinar. Sin embargo, según explica el presidente de la peña, Ciudadanos, al frente de la Concejalía de Deportes durante la pasada legislatura, nunca llegó a empezar los trabajos de remodelación del espacio que anunciaron hace ya cuatro años.

Intención había. De hecho, el Consistorio llegó a presentar el proyecto a los miembros de la peña. «Pero nos marearon», añade Liñero. Ahora en esta nueva etapa, desde la peña La Carmencita tienen la esperanza de que las cosas cambien. «Hace dos semanas vinieron varios técnicos municipales, también la nueva concejala de Deportes, Beatriz Pellón, y hemos hablado con el nuevo director del IMD. Parece que todo sigue su curso». Eso sí. Es realista. «La inversión municipal no será de 700.000 euros como se estableció en 2020, pero es que realmente no hace falta tanto», considera el presidente de la peña.

A pesar de las circunstancias, la pasión de Liñero por este deporte y su unión con la peña La Carmencita, fundada en el año 1934, hacen que no se rinda. Actualmente en la bolera juegan un grupo de segunda categoría y otro de veteranos. Lo que supone que los días previos a las competiciones, desde la peña tienen que «pegarse una paliza tremenda de cuatro o cinco horas por seis horas de competición». Eso, teniendo en cuenta que los días de lluvia –muy frecuentes en Santander– la arena de la bolera se encharca y «se forma una piscina». «Es muy trabajoso», comenta.

Iván Liñero se apaña como puede para mantener limpios todos los espacios. Cuenta con la ayuda de su familia y la de algunos compañeros de pasión deportiva que, «sin pedir nada a cambio», le acompañan a diario para los arreglos que hagan falta. «Lo que está en nuestras manos, claro. Todo no podemos». Por ejemplo, el bar de la peña se remodeló por cuenta del club. «Lo hemos hecho pensando en el momento en el que la obra esté terminada. Si tenemos una bolera remodelada, el bar tiene que ir acorde y que los competidores al terminar puedan tomar algo».

El proyecto que se planteó hace cuatro años incluía la remodelación por completo en la zona baja del graderío, donde se iban a construir nuevos vestuarios, baños (uno de ellos adaptado), un salón, una oficina para la peña y un almacén. Además, la idea era actuar sobre las dos pistas de bolera y las tres de petanca del estadio, que se iban a rehabilitar, y en las que el tiro se iba a cambiar al oeste. A Liñero le gustaría que se mantuviera el propósito de convertir la bolera en un espacio multidisciplinar. «Podríamos acoger otro tipo de eventos deportivos además de los bolos. Como puede ser una velada de boxeo o kickboxing», concluye.

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