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Luis Jar ha bautizado este descubrimiento como «error afortunado». Sin embargo, después de escuchar su historia, quizá fuera más justo llamarlo error inducido, quizá ... error provocado. Jar, marino mercante y capitán de fragata, ha logrado identificar la carta náutica más antigua en la que se detalla la bahía de Santander, su puerto, un documento del siglo XVI en el que se adivinan las formas presentes y pasadas de la costa santanderina: la Península de La Magdalena, la ría de Becedo, la antigua dársena de la ciudad. El documento está archivado en la Biblioteca del Congreso de EE UU, pero con una data poco afinada. Jar supo ver que aquello no era La Coruña sino un Santander antiguo, dominado por el Castillo de San Martín; identificó las islas, el Puntal, El Astillero. Puso en contexto el documento, trabajó en sus matices históricos, y ahora difunde su significado para, así, comprender mejor la historia de Santander.
«Santander tiene una historia cartográfica muy importante. En el siglo XVII fue un puerto de gran importancia, tuvo gran relevancia como salida natural de Castilla y muchas más cosas. Desde el siglo XVIII hasta el XX, hay una cartografía nutrida, una gran colección de cartas. Pero, precisamente en el XVIII, esto se interrumpe, de 1730 para abajo no hay más. Por supuesto, hay cartas generales de la costa, pero no una carta náutica del Puerto de Santander. Por tanto, la aparición de estas dos cartas permite echar hacia atrás, un siglo y medio, la cartografía náutica específica del Puerto, y un siglo y medio nos ha da una perspectiva histórica muy rica. Hay un número contado de puertos que tengan cartografía naútica del siglo XVI. Seguramente existían cartas de Santander y de más puertos, el problema es que eran secreto de estado, podían usarlas para el asalto de un puerto. Así que se usaban, y cuando quedaban viejas, se destruían; también sus materiales. Han sobrevivido muy pocas», explica Jar mientras repasa documentos frente al ordenador.
En esta reflexión, además, Jar ha revelado dos ideas clave para entender el hallazgo y la relevancia del documento. Por un lado, se refiere no a una sino a dos cartas; por otro, habla de espionaje. Sobre esos pilares se asienta la historia del descubrimiento de la primera carta náutica, con sus sondas y detalles, de la bahía.
Luis Jar está acostumbrado a investigar sobre hechos y accidentes marítimos, ha publicado más de cuarenta trabajos al respecto, sobre todo en la 'Revista General de Marina', pero no solo. Quizá por eso ha podido lograr un descubrimiento extra. Según la documentación de la Biblioteca del Congreso, en la parte trasera de la nueva carta náutica, de forma poco perceptible a la vista, habría otro mapa.
¿Qué podría ser? Jar volvió a tratar de averiguar y revelar las claves del asunto. Trató la imagen, la amplió, intentó hacer emerger aquellos trazos. Y lo que logró fue identificar las rías de La Coruña y de Ferrol; logrando, de nuevo, vincular el mapa con la carta de Drake. De este modo, el documento sí que contenía una carta de la ciudad gallega, pero gracias a ese «error afortunado» al que tanto alude Jar, la Biblioteca lo expuso del lado equivocado.
Hay que remontarse a la derrota de la Armada Invencible a manos de los ingleses. Algunas naves vuelven a España. Entre 30 y 40 de esos barcos -entre ellos, galeones- atracan en Laredo y luego en Santander. Con las fuerzas mermadas, parece puerto seguro. Los buques inician su fase de reparación en los astilleros, pero la reina inglesa Isabel I tiene otro fin para ellos: destruirlos. Sus espías trabajan en la configuración de mapas y cartas náuticas que ayuden en este empeño.
Al frente de la flota se pone Francis Drake; al frente del desembarco, John Norris. Sin embargo, nada de lo planeado se realizó. De todos los objetivos que se marcaron la corona y los inversores, ninguno se materializó: ni destruyeron los barcos en Santander (ni en San Sebastián), ni se tomaron Lisboa ni Azores. Pero el papel es aquí lo importante.
En ese contexto aparecen las cartas náuticas que vinculan a Drake con Santander, en un ambiente de espionaje, de necesidad de conocer al enemigo. Parte de esos mapas se encuentran en la Biblioteca del Congreso de EE UU. Uno de ellos, la 'carta de Drake', como se la conoce, un pergamino de alta calidad, ha sido identificada en tesis doctorales y webs especializadas después de que su data aludiese a La Coruña y Ferrol. Jar conoce y ha trabajado sobre esta carta, pero es que, además, ha descubierto otra.
Tratando de documentar el asalto inglés a La Coruña, Jar se puso a buscar cartas de esa ciudad y se encontró con una curiosa captura alojada en la Biblioteca del Congreso: un mapa manuscrito que, en principio, parecía mostrar la ciudad gallega, la ciudadela que repelió el ataque inglés durante la expedición de Drake y Norris; un documento firmado por el cartógrafo James Bere. Pero Jar, a base de investigación, acabó por descubrir la identidad que conforman esos trazos: Santander en el siglo XVI.
Jar ha revelado la naturaleza esencial de esta carta, un tesoro expuesto pero sin una catalogación afinada; ha logrado identificar Santander, la primera representación cartográfica de la ría de Becedo y de la dársena grande. Hay otros mapas, otras representaciones, pero no como esta, una carta específica que rellena un vacío.
Todo esto lo contó el lunes en el Museo Marítimo, en una conferencia en la que relacionó dos documentos contemporáneos que sirvieron a Drake para el mismo fin. ¿Qué más relación? «En base a la similitud de sus leyendas, el catálogo considera probable que un documento sea copia del otro, inclinándose por que el original sea el pergamino y la copia, el trabajo en papel», explicó Jar. Tampoco podría descartarse el caso contrario, o que ambos fueran copia de un tercer documento. Jar se inclina por esta última opción, dado que, entonces, acababan de naufragar 28 buques españoles en Irlanda: todo podría haberse copiado de cartas náuticas españolas.
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