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Es imposible escribir sobre Felipe Piña (Santander, 1979) sin hacerlo sobre su padre Benjamín, una figura clave en la Administración cántabra de los últimos 20 años y con una enorme influencia en la carrera profesional y en las aptitudes artísticas de su hijo, el próximo ... candidato del PRC al Ayuntamiento de la capital. A Benjamín, director de Fomento jubilado al que respetaron en su cargo desde la UCD hasta PP y PSOE, le debe Felipe su pasión por el flamenco y por el Rocío, al que suele acudir siempre que puede. «Cuando al vuelo tu capote / Pinta verónica al trote / Del toro en el redondel / Parece la maestranza / Una academia de danza / O un cortijo de Jerez», canta Miguel Poveda en sus 'Alfileres de colores', una de las canciones favoritas del actual director de Transportes del Gobierno de Cantabria, y que suele interpretar con «voz de Sabina», como desvelan sus amigos, y acompañado por la guitarra que le acompaña a todas las fiestas. Al menos, los taurinos de la capital estarán tranquilos sobre la continuidad de la Feria de Santiago si Piña logra desalojar a Gema Igual de la Alcaldía en mayo.
Aunque Felipe es lo que se conoce como un STV –Santanderino de Toda la Vida–, al igual que su predecesor, José María Fuentes-Pila, aún tiene muy presentes las raíces paternas de Torrenueva (Ciudad Real). Desde allí llegó su padre en 1971 para estudiar en la Escuela de Caminos de la Universidad de Cantabria. Y una vez aquí conoció a su madre, María Jesús Araceli García, natural de Galizano.
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Ya desde el colegio en la Sagrada Familia y en Calasanz, la influencia profesional de Benjamín fue muy importante en Felipe, que años más tarde acabó licenciado, al igual que su padre, como Geógrafo (2002) e ingeniero en Geodesia y Cartografía (2005).
Casado con una dentista y con dos hijas, Felipe suma sus primeras experiencias profesionales en empresas privadas vinculadas a la cartografía, hasta que en 2008 se incorpora al Grupo Sadisa como director de Servicios Inmobiliarios. Allí permanece cinco años hasta que el entonces delegado del Gobierno del PP, Samuel Ruiz, amigo suyo, le ficha para reforzar su oficina como interlocutor con los alcaldes y representante en comisiones y equipos de trabajo.
Su trabajo no pasa desapercibido para Miguel Ángel Revilla, vinculado a su padre a quien conoce desde hace años, ni tampoco para Francisco Martín, nombrado consejero de Industria en 2015, cuando el PRC vuelve al Gobierno tras la legislatura de mayoría absoluta del PP. Inmediatamente piensan en él como director general de Transportes, pero sucede algo que trastoca todos los planes. Cuando Martín llega a la Consejería se encuentra con una investigación abierta por la Guardia Civil tras la denuncia de una asesoría de conductores. Es un tema referente a los años de gobierno del PP, pero con los agentes revolviendo cajas y pidiendo papeles en los despachos, el nuevo consejero no quiere manchar a Piña desde el primer minuto con un asunto tan delicado y que ni siquiera incumbe a los recién llegados. Así que la dirección general quedó sin ocupar y Felipe extendió su trabajo en Delegación dos años más. Hasta que en 2017, ya cuando el asunto quedó en nada, firmó como responsable de Transportes del Gobierno de Revilla.
«Tiene una fuerte capacidad empática, de hacer equipo y de generar buen ambiente. Una capacidad de adaptación absoluta y de aprendizaje instantáneo», le elogian compañeros de trabajo de la Consejería, donde uno de los momentos más tensos que le ha tocado vivir ocurrió durante la pandemia. Con todo el mundo confinado y las ciudades detenidas, le tocó lidiar con la paralización del sistema público de transportes, que de la noche a la mañana se quedó sin pasajeros y, por tanto, sin ingresos. Felipe tuvo entonces que gestionar de urgencia una orden de subvenciones para evitar la quiebra de estas empresas.
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Desde el sector del transporte de Cantabria, con el que ha tenido que negociar en multitud de ocasiones por Citrasa, líneas de ayuda o inspecciones, le reconocen como un hombre «conciliador, afable y que no rehuye el conflicto». «No se levanta de la mesa hasta que no se resuelve el problema, si hacen falta diez horas, se queda allí diez horas», aseguran.
El propio Javier Marcano, ahora mismo su jefe en la Consejería de Industria, le alabó ayer como «un candidato de lujo con formación académica, humana y política. Tiene muchos años de experiencia en la gestión pública y preocupación por las cosas de santander». Sus amigos, claro, piensan lo mismo, aunque están preocupados por «la dedicación plena y el cambio radical de vida» que supondrá ser candidato a la Alcaldía de Santander.
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