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Muy pocas cosas que ocurren en la vida llegan a ser importantes por casualidad. Todo parte del alfa para llegar al omega, y el de Chema Puente está en aquellas sobremesas familiares de los días feriados, en las que sus abuelos, padres, hermanos y ... demás familia se arrancaban a cantar tonadas montañesas. De casta le viene al galgo, que así como hereda de su raza su estilizada figura y su agilidad para la carrera, los hijos aprenden de sus padres y pueden igualarles, e incluso, sobresalir. Este es el caso, bueno, a medias, porque a Chema le ha salido cantadora su hija Rosalía mientras que Pablo y Cristina –su esposa, que optó por la Biología– son menos piadores aunque seguro que activos sujetos pacientes de los ensayos de los trinos del padre de 'Santander la marinera'.
A este cuetano de origen, vida y vocación, que ha enfilado con buen ritmo la recta de los 68 'tacos', seguramente nunca se le pasó por la cabeza que sería parte de la historia de Santander con una de la habaneras más bellas que se han dedicado a la ciudad. El mismo que ahora ha dado un paso al frente y ha puesto firma a la partitura con la que el PSOE quiere cambiar el son de Santander, imprimiéndole otro ritmo. Es el último de la lista que defiende Pedro Casares, el omega de una apuesta para mejorar la ciudad que crió a Sotileza, esa del hablar cantarina.
Tiene este cuetano fama de hombre sosegado y en absoluto pendenciero, que trata de ver la botella siempre llena, que cree que hay que «cuidar a los políticos» porque son quienes hacen las leyes «que después marcan y condicionan nuestras vidas» pero, ¡ojo!, «ellos han de poner mucho, especialmente respetarse, para no ser denostados, no agredirse tanto». Cree que ha llegado el momento de echar un pie adelante: «Siempre he apoyado al Partido Socialista», y aunque no entra en sus planes ser concejal en junio –es el número 25 en una lista de 25 y Chema es de los que piensan que esto de gobernar «es para gente joven, con plena vitalidad»–, él prefiere esperar en Puertochico, sentado frente de Peña Cabarga, con un pañuelo encarnado al cuello, a los amigos, para ir a pasear.
Quien de forma más bella ha trovado a Santander tiene sus recuerdos, el corazón y los sentimientos en Cueto, donde doña Josefina le enseñó las primeras letras en aquellas primigenias escuelas que las 'señoritas' ponían en sus casas; de ahí a ser formado por los herederos de San José de Calasanz, quizás porque dijo que la educación de los jóvenes es tan importante que requiere educadores dotados de inmenso amor, paciencia y otros valores. Valores humanos que se llevó Chema en el cartapacio cuando después de inaugurar el famoso COU, se fue a estudiar Físicas a Valladolid, con vuelta a Santander para hacer tercero, pero que como ya estaba resabiado en la certeza de que el mundo no acaba en Cuatro Caminos, se marchó a licenciarse a Zaragoza, «buscando nuevos ambientes» y, por supuesto, más amigos, que tiene y a borbotones.
De PNN en la Universidad, –sí, PNN, los profesores ayudantes de los cátedros– a funcionario estatal en Torrelavega y Santander y ahora feliz jubilado. Rabelista, trovador, con una voz aterciopelada cuando 'habanea' y honda cuando canta desde las brañas, tiene sus referencias en Sobaler, Adela y Luis Gómez, Pedro Madrid, Juliana Rábago… en los bandurrieros de Polaciones. Y como la música y la canción son armas poderosas, las ha utilizado como nadie para la denuncia. Que se lo digan a quienes querían llenar de casas la costa de 'su' Cueto, a los defensores de los espigones de La Magdalena, o a la alcaldesa en funciones, a la dedicó la chirigota del TUS cuando los vecinos de su pueblo, de Peñacastillo, San Román o Monte querían ir «de un tirón al centro de Santander, a la plaza 'La' Esperanza, a comprar unos zapatos, al trabajo, al papeleo o a ver los barcos venir. Al centro de Santander, queremos ir de un tirón. No queremos sube y baja, en ningún transbordador». Todavía deben estar ojipláticos los chavalillos del 'hip hop'.
En casa de Chema Puente no hay laboratorio de voz, «ni siquiera tengo piano» y duda al poner fecha al nacimiento de 'Santander la Marinera'. ¿El himno oficial de Santander?, quizás se escriba en un acta de Pleno si Casares se aposenta en el sitial santanderino, pero de momento la canta desde Gema Igual a Miguel Ángel Revilla, con corifeos emocionados del respetable en el campo del Racing o en el coso de Cuatro Caminos. «Las gentes son las que oficializan los himnos, o así debería de ser», y es que 'la marinera' llena de nostalgia a los santanderinos y a los que no lo son. «Chema, en Torrelavega también la cantamos, aunque se la hayas dedicado a 'la pozona'», y en ese momento el trovador se me arranca a cantarme eso de que «Si canta Torrelavega, cantan los trabajadores, canta la Salve Cantabria, pongan atención, señores, que su canto es emoción, la memoria de esta tierra, su vida y su corazón». Seguro que Cruz Viadero se lo agradece tanto como Casares.
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