Secciones
Servicios
Destacamos
Han pasado casi dos semanas desde la explosión del edificio de La Albericia en la que murieron tres personas. Dos semanas que muchos nunca podrán olvidar. Todavía hay tristeza, miedo, pena e incertidumbre. Los supervivientes del edificio derrumbado siguen en shock, tratando de explicarse ... qué fue lo que pasó. El pasado 26 de octubre algunos todavía estaban despiertos cuando comenzó el incendio, a eso de las cuatro de la mañana, y tuvieron tiempo para salir airosos. Otros, como Lines Salas y Juan Carlos Llata, vecinos del segundo derecha, dormían a pierna suelta. Para ellos era una noche más. Se acostaron organizando su rutina del día siguiente como de costumbre. ¿Qué podría pasar? De repente, sin esperarlo, su vida cambió para siempre.
«Fue horrible», relata Lines. Todavía sigue sin recordar los detalles con exactitud porque, según explica, ocurrió todo muy rápido. «No me enteré de nada hasta que se nos cayó el techo encima». A partir de ahí comenzó la pesadilla. «Yo solo recuerdo repetir que me iba a tirar por la ventana. No veía otra salida. Y eso hice. No sé si me tiré de cabeza, de costado o para atrás. Después solo sé que unos guardias me recogieron y me metieron en la ambulancia», cuenta. Lines se precipitó a un pequeño callejón que hay pegado al edificio y, debido al impacto, se rompió la nariz y recibió fuertes golpes en el costado, la cadera y la cabeza.
Juan Carlos tuvo menos suerte. Todavía no han podido hablar con detenimiento de lo ocurrido, pero Lines cree que su marido tardó más tiempo en salir. «Me lancé por la ventana sin mirar atrás y me reencontré con Juan Carlos en la ambulancia. Fue horrible, estaba muy quemado». Les llevaron a ambos en el mismo vehículo hasta Valdecilla y a él le trasladaron «rápidamente» a la Unidad de Grandes Quemados del Hospital de Cruces (Vizcaya). Lines, por su parte, permaneció ingresada en Valdecilla hasta el martes pasado –tres días– y ahora evoluciona favorablemente en casa de su madre. «Me han dado puntos en la cara y tengo heridas y quemaduras que se me han infectado, pero con los antibióticos estoy mejor», confiesa.
Ahora, ya con el alta, solo piensa en recuperarse. No quiere centrarse en nada más. Lo importante es que la vida les ha dado una segunda oportunidad. Eso sí, espera que, cuando todo pase, les ayuden algo. «Hemos perdido todo». De momento, se trasladará a la casa de su hija Ainhoa.
Juan Carlos todavía tendrá que esperar para, poco a poco, ir volviendo a la normalidad. Esa que ahora ven tan lejana. Su pronóstico fue más grave que el de Lines. La explosión le provocó quemaduras en el 37% de su cuerpo y ayer fue intervenido en Cruces, donde permanece ingresado, para injertarle piel. «Tiene quemaduras en la espalda, en los dos brazos, en la pierna izquierda, en la cara –aunque más leves– y en la oreja izquierda», detalla Lines. El matrimonio habla por teléfono de vez en cuando, cada vez que su hija puede viajar hasta Baracaldo para visitarle. Ayer mismo conversaron un rato y, según cuenta Lines, estaba bastante bien. «Pudimos hablar un poco más sobre lo sucedido, aunque no mucho, y parecía que se podía expresar bastante bien. Habrá que esperar a ver qué tal sale la operación para saber cómo evoluciona», cuenta.
Ahora, mientras Lines se recupera en casa y fuera de peligro, solo le queda armarse de paciencia hasta que Juan Carlos reciba el alta. «Si todo continua así y no hay ninguna complicación yo creo que se lo darán en diciembre. Va para largo», expone.
Tal y como cuentan a este periódico Lines y otro de los vecinos del edificio que consiguió salvarse de la tragedia, todavía no les han informado de nada acerca de la investigación ni de las posibles causas de la explosión. Mientras todo se esclarece, los inquilinos mantienen un contacto estrecho entre ellos, interesándose por el estado de los heridos, que inicialmente eran siete. El último parte ofrecido por el Gobierno de Cantabria mantiene en cuatro el número de hospitalizados actuales. Dos hombres en la UCI y una madre y su hija de ocho años en planta. Todos evolucionan favorablemente.
Abel Verano
Los peritos de las compañías de seguros de las viviendas del número 24 de la calle Albericia, y de la comunidad de propietarios, acudieron ayer a inspeccionar el edificio en compañía de los bomberos de Santander.
Una vez realizado este trámite, el Ayuntamiento de la capital procederá al tapiado del inmueble, medida contemplada como necesaria en el informe pericial para evitar cualquier riesgo adicional, según indicaron fuentes municipales.
Teniendo en cuenta que los propietarios del edificio no puedan asumir los gastos derivados de esta intervención, será el propio Ayuntamiento quien ejecute la obra de oficio, ya que «se trata de garantizar la seguridad», apuntaron desde el propio Consistorio, al tiempo que explicaron que en la segunda fase del plan se contempla «tirar y reconstruir el inmueble porque la base del mismo está tocada y no se puede edificar sobre ella. Es una situación dramática y un desgraciado suceso, en el que se va a intentar ayudar en todo a los afectados».
De hecho, ayer se confirmó la entrega de la ayuda económica aportada por el Ayuntamiento a todos los vecinos afectados por el trágico suceso.
De forma paralela, la Policía Nacional continúa sus labores de investigación y el caso sigue bajo secreto de sumario. La Policía Científica apenas estuvo una mañana en el lugar de los hechos para determinar el origen del incendio, que no se descarta que pudiera ser provocado.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.