El Centro Botín, que cumple seis años de éxito de visitantes, arrastra un lustro cubierto por una malla

La Fundación santanderina trabaja en diversas soluciones, lógicamente condicionadas por el coste que puedan suponer finalmente, pero aún no se ha dado ningún plazo público sobre las medidas que adoptará. Lógicamente, respecto a lo concebido por Piano en su diseño, la estética de su proyecto ya no tiene nada que ver con el original, como se reveló en las primeras semanas de vida del edificio.

No obstante, en otoño del año inaugural ya se detectaron los primeros problemas en las piezas y su desprendimiento. Paradójicamente, la estética y diseño del doble volumen de arte, cultura y educación de la institución santanderina, concebido por Renzo Piano, ha sido objeto de elogios por publicaciones especializadas, incluidas en estudios y monografías sobre el arquitecto genovés. Unas semanas antes de la inauguración, Piano declaraba a este periódico en su estudio de Génova que la envolvente es el eje de la singularidad de su proyecto.

El Centro Botín posee como factor más especial esas 280.000 piezas con forma de disco que cubre sus fachadas. Y, por supuesto, esa estructura de dos volúmenes conectados entre sí con el entramado de pasarelas y escaleras que sirven de mirador y paseo interno (el pachinko). El proyecto le supuso un desembolso de cien millones de euros, aunque nunca se ha aportado una cifra oficial definitiva.

La instalación de la malla, aún presente, se debió a que algunas piezas presentaban defectos en su dibujo, estrías y fisuras de diferente dimensión, que provocaron ya en las primeras semanas de funcionamiento del centro la retirada y reposición de un elevado número de ellas. Los técnicos certificaron las reacciones defectuosas, que podría llegar a derivar en el desprendimiento de alguna pieza (lo que nunca se produjo según la Fundación), y se especuló con la falta de adaptación a los cambios de temperatura. No tardó el problema en desembocar en una cadena de pleitos y demandas. En 2020 un juzgado de Santander determinaba que la responsable era la compañía del sistema de anclaje.

Curiosamente, esa firma había demandado a la UTE y al fabricante de las piezas, que quedaron exentos de cualquier responsabilidad. La empresa Tot Disset, que ejecutó el sistema de anclaje reclamaba 691.178 euros a la UTE Ascán-OHL y a Cerámica Cumella, diseñadora de las piezas. Los expertos atribuyeron la rotura al «sistema de fijación», en concreto a un tipo muy específico de resina (epoxi) «muy rígida y similar a un metal» que con el calor se dilataba y fracturaba la cerámica. El arquitecto técnico de Ascán aseguraba en ese proceso judicial que «la 'enfermedad' detectada no tiene cura» y que solo cabía cambiar todas las piezas nacaradas».

Lo cierto es que el problema enquistado no afecta en absoluto a la seguridad de las personas ni al normal funcionamiento del Centro. Del mismo modo, siempre se ha admitido desde la institución la complejidad del problema y se mantienen abiertos los estudios para aplicar una solución que sea definitiva.

Los últimos datos aportados esta misma semana refieren que el ya icono del vínculo entre la ciudad y la Bahía ha recibido desde su inauguración 860.777 visitas. Más significativo fue el fruto del estudio 'La percepción, el conocimiento y valoración del Centro Botín en Cantabria', entre cuyas conclusiones destacaba «la excelente percepción» que la población local tiene sobre el centro de arte.