El Centro Botín lleva ya más de seis años envuelto en una malla

En 2019, tras varios pleitos y demandas, un juzgado de Santander determinó que la responsable del desprendimiento de las piezas cerámicas era la compañía del sistema de anclaje, Tot Disset. Esa empresa había demandado a la UTE constructora del edificio y al fabricante de las piezas que, finalmente, quedaron exentos de cualquier responsabilidad.

Desde la Fundación santanderina se señala que continúa «la búsqueda para lograr la mejor solución para lo cual trabajan y participan en esa labor los distintos equipos implicados». En paralelo, para la institución lo importante es que «el problema no ha tenido la menor incidencia en el funcionamiento del Centro Botín que mantiene su actividad a pleno rendimiento». El edificio, con su singular construcción en voladizo que se adentra en la bahía y el entramado de escaleras y pasarelas, atrae a miles de visitantes.

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Son cerca de 280.000 piezas las que cubren el Centro Botín. El 23 de junio de 2017 el peculiar edificio (espejo del estilo y la concepción del Premio Premio Pritzker, creador de más de 110 obras en todo el mundo desde los sesenta) se inauguró en todo su esplendor, pero ya en mayo de 2018 terminó de cubrirse con la malla. La envolvente de cerámica, desde el vientre hasta el techo, fue proyectada por el arquitecto con el doble objetivo de «potenciar la ligereza de los dos volúmenes y de integrarlo en el entorno, reflejando las distintas tonalidades de la luz de la bahía, el cielo y los Jardines de Pereda». Inspirándose en texturas del mundo natural, el revestimiento de formas circulares y curvas, posee una dimensión variada para adaptarse a la geometría del edificio. Piezas circulares de 156 milímetros de diámetro y acabado reflectante «como algo semejante a las células de la piel humana, una especie de poros por donde la piel respira».