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El plan de control de gaviotas urbanas en Santander está en pleno desarrollo. Con una financiación del Ayuntamiento de 17.000 euros, se calcula que durante la campaña se retirarán cerca de 400 nidos de los tejados de la ciudad, escondidos en chimeneas o canalones, ... donde este ave busca seguridad. Cada nido suele tener tres huevos, que también son retirados. El objetivo es llegar antes de que las crías hayan nacido. Esto suele pasar 33 días después de nidificar.
Esta ave es colonizadora y se ha dispersado por la ciudad en la última década, pasando de concentrarse en el centro de la ciudad a buscar seguridad en tejados de la periferia. No son aves peligrosas y no atacan a las personas, pero generan otras muchas molestias, sobre todo ruido y suciedad. Algunas parejas de gaviotas son especialistas en alimentarse de basura que sacan de los contenedores y esparcen por los alrededores del nido.
Gaviota patiamarilla
Larus michaehellis
132 cm.
de envergadura
Carácter agresivo
y territorial
Pico amarillo
con mancha
roja
56 cm.
de largo
Patas
amarillas
Cola
negra
Plumaje
blanco excepto en
las alas que son grises
Gaviota patiamarilla
Larus michaehellis
132 cm.
de envergadura
Carácter agresivo
y territorial
Pico amarillo
con mancha
roja
56 cm.
de largo
Patas
amarillas
Cola
negra
Plumaje
blanco excepto en
las alas que son grises
Gaviota patiamarilla
132 cm.
de envergadura
Larus michaehellis
Carácter agresivo y territorial
Pico amarillo
con mancha
roja
56 cm.
de largo
Cola
negra
Plumaje
blanco en todo
el cuerpo excepto
las alas que son grises
Patas amarillas
que le dan
su nombre
La empresa BHS Consultores Ambientales se ocupa del plan de control de gaviotas urbanas en Santander desde el 2006 y se calcula que en este tiempo la población de gaviotas urbanas ha caído un 30%.
El director de la empresa, Ángel Herrero, explica que «no trabajamos para expulsarlas de la ciudad sino para controlar que no nidifiquen en tejados y que lo hagan en espacios naturales que les pertenecen, como el islote de Mouro y la isla de Santa Marina, donde hay dos colonias». «Desde que empezamos con el control de gaviotas urbanas, muchas de ellas se han reagrupado en estos parajes costeros naturales», indica.
La gaviota no es una especie peligrosa: «No tiene garras ni ataca con su pico, pero es muy inteligente. Son aves muy evolucionadas, casi comparable a los mamíferos. Utilizan el vuelo intimidante cuando se sienten en peligro», continua Herrero.
Desde que comenzó este plan de control sobre estas aves costeras se han ido dispersando de los edificios ubicados en el centro de Santander hacia tejados de la periferia. Antes se concentran en el Paseo Pereda, Hernán Cortés y las calles aledañas y se han dispersado hacia General Dávila, Castilla Hermida, Ruiz Zorrilla...
«Al lugar de donde se ha retirado un nido no suelen volver. Lo identifican como peligroso y buscan nuevos sitios seguros», explican en la empresa ambiental.
La población actual de gaviotas urbanas en Santander es de 225 parejas, que cada mes de mayo forman sus nidos en tejados, buscando recovecos seguros donde criar a sus pollos. Son muchos los problemas que pueden generar para los habitantes del edificio afectado.
La principal queja es el ruido que emiten, «un fuerte y continuo chillido, sobre todo en la época de celo». También generan suciedad por las heces y los desperdicios de comida y basura de la que se alimentan y que atrapan en los contenedores.
La empresa responsable del plan ambiental constata que «la limpieza de una ciudad está directamente relacionada con la presencia de aves urbanas». Además, «ha crecido el número de gente que alimenta expresamente a las aves y por eso está aumentando su presencia».
«Los vecinos no corren riesgo porque una pareja nidifique en su terraza, pero estas aves intimidan a las personas. Lo hacen volando con pasadas cercanas a la gente y algunos se asustan y dejan de salir a disfrutar de su terraza», indican en la empresa que se dedica a su retirada.
Los vecinos afectados llaman por teléfono a esta empresa que programará en el calendario una fecha para su retirada. Los técnicos tienen una gran carga de trabajo porque la campaña se concentra en los meses de nidificación, entre mayo y julio. En agosto se incrementan las llamadas de las casas vacacionales.
Los equipos de control de gaviotas van siempre en pareja para evitar todo tipo de riesgos. Los nidos suelen estar en lugares muy inaccesibles y requiere de pericia y experiencia para llegar hasta ellos.
Al finalizar la campaña el resultado suele abarcar la retirada del 90% de los nidos de Santander. «Existe un 10% de nidos que se nos escapan porque están muy ocultos y otros están muy inaccesibles y su retirada entrañaría un gran riesgo», explican.
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