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El Pleno del Ayuntamiento de Santander comenzó ayer con relativa calma. Las primeras cuestiones que se sometieron a votación fueron aprobadas sin apenas réplica por parte de la oposición. La sufragación del coste de algunos servicios como suministro eléctrico, correos y telefonía, la modificación del ... Presupuesto para asumir obras de emergencia, como el derrumbe en la calle del Sol, las obras para mejorar el campo de rugby del San Román y la modificación del Plan General para mejorar la regulación aplicada a la instalación de ascensores en edificios preexistentes.
Lo que no salió adelante fue la aprobación de la retribución de los directores generales de Urbanismo y Fomento, que tuvo trece votos en contra, doce a favor y una abstención. «Si en la anterior no existían, ¿para qué queremos dos en esta?», expuso el socialista Pedro Casares. A lo que el popular César Díaz le contestó que sí los hubo y que, además, «no está en condiciones de hablar, teniendo en cuenta que en el Gobierno regional, donde están los socialistas, hay un total de 16». El consenso reinó por última vez con la aprobación de la denominación del vial junto a la Bajada del Caleruco con el nombre de la escritora santanderina Matilda Camus. Todos a favor. «Ojalá siempre fuera tan fácil», apuntó el concejal de Urbanismo, Javier Ceruti, como un presagio de lo que estaba por venir.
En el turno de ruegos y preguntas, Guillermo Pérez-Cosío, concejal del Grupo Mixto (Vox) tenía una pregunta (o varias) dirigidas a Ceruti. Todas relacionadas con la redacción del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) y, más concretamente, con el proyecto La Enseñanza y su posible traslado a Corbán. «Los intereses generales los define la memoria. No es un concejal quien elige qué es lo más conveniente para la ciudadanía. ¿Qué planes tiene su concejalía respecto al Plan General de Ordenación Urbana de Santander? ¿Quién se va a encargar de su redacción? ¿Qué fechas contempla? ¿Qué va a pasar con el traslado del colegio?», interrogó el de Vox al de Ciudadanos. «Parezco poco más que un malvado que quiere destruir un colegio. Desde el primer momento que tuve contacto con las asociaciones de padres de alumnos y profesores vi que las cosas no eran blancas o negras. Después de la primera reunión con ellos en julio, hay cada vez más gente que razona y que se da cuenta de que hay alternativas», contestó Ceruti. Opciones que, explica, se deben estudiar para «intentar salvar» el proyecto educativo. «Soy consciente del perjuicio que puede tener para el proyecto educativo la demora, por ello intento buscar una solución y estamos investigando todas las opciones para poder sacarlo adelante cuanto antes». En cuanto a la redacción del PGOU, espetó que su preocupación era conseguir un despacho y un sueldo para su director general (en referencia a la no aprobación de su retribución momentos antes), al que considera una «herramienta esencial» para su desarrollo.
La aprobación de la compra de seis autobuses híbridos por valor de 1,9 millones de euros para completar la flota que circula por las líneas urbanas de Santander despertó bastantes voces críticas. La alcaldesa Gema Igual planteó que la transacción se realizaría con el cargo remanente que había quedado del ejercicio anterior y que no se tocarían los siguientes presupuestos. Pérez-Cosío fue contundente con su 'no'. «Los autobuses se tienen que sustituir con su financiación correspondiente. La renovación es necesaria, pero con otro enfoque». Su idea fue similar en el resto de grupos. «El TUS debería estar metido dentro de los presupuestos. Hay que adquirirlos porque varios tienen más de 20 años y eso provoca mucha contaminación», apuntó el concejal del Grupo Mixto (Unidas por Santander), Miguel Saro. «Se conoce su vida útil, así que este asunto era previsible y se podía haber abordado sin depender del remanente del año anterior». El regionalista José María Fuentes-Pila fue el primero en hacer referencia al MetroTUS. «Además de los 1,9 millones de euros que se plantean ahora, hay que recordar los siete que ya se invirtieron». Casares fue más allá y expuso que lo que necesitaba Santander era un plan de renovación integral para realizar el cambio con responsabilidad. «De los 82 autocares que hay actualmente, nueve tienen más de 20 años y 64, más de doce. Y doce es el máximo de vida útil». Díaz recordó que en los últimos tres años se habían estado comprando nuevos vehículos para ir renovando la flota. A pesar de las críticas, la compra finalmente se aprobó con 17 votos a favor y nueve abstenciones.
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