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A principios de febrero, se conoció que la compañía Plenoil había solicitado licencia para instalar una gasolinera sin personal y en formato autoservicio en ... el barrio de La Albericia, en el número 10 de la calle Gutiérrez Solana, en una parcela ubicada junto al Edificio Europa. Una zona de concentración de estaciones de servicio, muy próximas unas de otras. Entre ellas, había una de la compañía Shell en la calle Repuente, que ya cerró sus puertas. Esta misma compañía hizo lo propio con otra gasolinera que tenía en la avenida de Los Castros. Un movimiento que se produce en un contexto «de sobresaturación» del sector. Lo dice Jorge de Benito, presidente de honor de la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio y presidente de la patronal cántabra. «Se están generando unas concentraciones de gasolineras no deseadas por el sector y lógicamente tampoco por el consumidor, porque habrá lugares que se queden como zonas de sombra», explica.
Un contexto nuevo que, para entenderlo, hace falta retroceder unos años. «Antiguamente se podían colocar estaciones de servicio en base a una distancia, de tal forma que en todas las zonas del país existía la posibilidad de repostar». Esa distancia, explica De Benito, dependía de las vías, con un mínimo de cuatro kilómetros y 400 metros. «De esa manera se preservaba que hubiese una implantación geográfica adecuada y no había zonas de sombra». Ahora la situación es diferente. «De las más de 12.000 estaciones de servicio que hay actualmente en España, en unos años quedarán en torno a 8.000», añade el presidente de la patronal. A su juicio, esto va a implicar una «concentración de estaciones», como ya está ocurriendo en algunas zonas de Cantabria. Es el caso del barrio de El Alisal, en Santander y también el de Torrelavega.
A este contexto hay que añadir el «fraude» de los hidrocarburos. La Agencia Tributaria y la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil hicieron público el año pasado que habían desarticulado una nueva red de presunto fraude en el comercio de los hidrocarburos en España, valorada en más de 130 millones de euros que habrían sido evadidos. «Este fraude ha provocado una bajada generalizada de los márgenes del sector. Las estaciones pueden ser propiedad de las petroleras o de un empresario, pero también está la opción de que estos se la alquilen a un tercero. Incluso podemos encontrarnos en una situación rocambolesca que es que el terreno es de uno, la estación es de otro y la explota otro diferente», añade. Por eso, hay que tener en cuenta que aunque en el cartel de una gasolinera figure el nombre de una compañía, «en más del 70% de los casos, detrás hay una familia, un autónomo, una pyme... Si hay fraude dentro del sector caen los últimos mencionados, los eslabones más débiles», concluye De Benito. Precisamente es ese fraude, sumado a la saturación actual del mercado, lo que está provocando el cierre o cambio de manos de estaciones de servicio en todo el país. Según ha podido saber este periódico, en El Alisal hay dos que han cambiado de bandera; también en Sancibrián; en Soto de la Marina -pasado el Navajeda- y la que está junto a Mercasantander.
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