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Tres escenas. A lo largo de los trescientos metros cambia la fisonomía. Los bloques de sillería de piedra caliza dan paso al ladrillo macizo y aún queda una parte en la que domina la arenisca. Iluminación led (en este paseo encendida sólo parcialmente) y habrá circuito cerrado de cámaras. Fotos: Javier Cotera/ Vídeo: J. Santamaría

Cinco minutos de nueva ciudad

Antiguo túnel de Tetuán ·

El Diario Montañés recorre el paso que conecta el Grupo Las Canteras y El Sardinero, ya transitable y que se reabrirá en abril

Álvaro Machín

Santander

Domingo, 27 de marzo 2022, 07:25

Si la primera vez que pueda entrar no hay mucho bullicio, le llamará la atención el eco. No es que pueda gritar y le lleguen sus palabras rebotadas como en un desfiladero, pero sí que notará el efecto sonoro. También se fijará en la humedad que rezuma en los muros. Todo eso ayuda a que los cinco minutos que tardará, más o menos, en ir caminando desde el Grupo Las Canteras (pegado a Tetuán) hasta Joaquín Costa (en El Sardinero), cuando se reabra para peatones y ciclistas el antiguo túnel de Tetuán, incluyan también un trayecto a la época en la que fue construido para el tranvía. A falta de remates, el Ayuntamiento confirma que se inaugurará (o reinaugurará, por ser más preciso) en abril. Organizarán «algún evento» el día que toque. Hasta entonces, El Diario le adelanta lo que va a encontrarse tras recorrer el itinerario una vez que está prácticamente acabado.

Por Tetuán, el rastro de la obra se palpa a la altura del pabellón. Aceras nuevas, carril bici... Si sigue andando por ahí es todo recto (en paralelo a la principal de Tetuán/Barrio Camino). La entrada está en el Grupo Las Canteras y allí andan acondicionando todo ese entorno. Falta, por ejemplo, acabar la reforma de la plaza de Alhucemas, donde van a instalar una pista multijuego, y estos días están reconstruyendo la escalera que conecta desde lo alto de la boca del pasadizo con las viviendas de Barrio Camino (encima).

La linterna. Un operario cerca de la boca del Sardinero, en la que está el pozo de luz natural, uno de los puntos más llamativos. Javier Cotera

Ya dentro. Al suelo sólo le falta la señalización y a las paredes, la última mano de limpieza. Los técnicos, sobre la humedad que salta a la vista, recuerdan que con las inyecciones de hormigón se evitan «un 99% de las filtraciones». Pero no es completamente estanco -hay dos manantiales sobre la estructura-. Hay, de hecho, canaletas en los laterales y se hará un seguimiento en los primeros meses por si hay «alguna zona con una entrada de agua llamativa» (se colocaría un «paraguas metálico», explica el concejal César Díaz, para conducir el agua).

La luz -sistemas led, con una hilera central- está a medio encender (se encenderá del todo cuando esté abierto). En el recorrido se encontrará con sistemas de ventilación, contra incendios y con cámaras de seguridad. Le llamarán la atención los apartaderos. A un lado. Seis en total. Huecos para resguardarse cuando pasaba el tranvía. Están como estuvieron siempre.

Imagen. En Las Canteras. Una rampa hasta la entrada. A un lado se conserva el muro original y se completa hasta la cota de los edificios. Al otro, un muro de piedra enrejada (gaviones). Una escalera conectará con Barrio Camino.

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Imagen. En Las Canteras. Una rampa hasta la entrada. A un lado se conserva el muro original y se completa hasta la cota de los edificios. Al otro, un muro de piedra enrejada (gaviones). Una escalera conectará con Barrio Camino. Javier Cotera

Cien metros y cambio de escenario. Los bloques de sillería de caliza dan paso al ladrillo macizo. Del marrón al rojo, y una atmósfera de película de espías durante la Guerra Fría en un pasadizo secreto por debajo del muro de Berlín. Casi doscientos metros, curva a la izquierda. Es imposible ver de boca a boca porque el itinerario va girando, no es recto. Llegan algo más adelante los bloques de arenisca, más afectada por la erosión, que hace que las piedras parezcan redondeadas. Como lamidas, claras.

A 245 metros de la entrada por Tetuán está el punto que más quebraderos de cabeza ha dado a los técnicos -y el culpable de una buena parte de los retrasos acumulados, pandemia al margen (estos días también tienen problemas de suministro)-. Justo ahí localizaron un derrumbe ya cuando accedieron por vez primera en 2017 tras décadas de oscuridad. Dos rocas se desplomaron y se desparramó el material a ambos lados. Reconstruir no fue fácil. Por eso, van a dejarlo casi tal como ha quedado. Se picará ligeramente la capa de bóveda repuesta para darle un efecto similar al resto y son visibles las perforaciones en los laterales para el drenaje de agua.

Apartaderos. Es uno de los detalles que llama la atención. El primero está a noventa metros de la boca de Las Canteras y luego hay uno cada treinta (son seis en total). Eran para meterse cuando pasaba el tranvía. Javier Cotera

El camino sigue en un ligero giro a la izquierda y ya se ve la luz del fondo. Es intensa. Lo que más sorprende al acercarse al final es lo rápido que has llegado. La sensación de haber atravesado media ciudad en un pispás. Porque el túnel, lo que es el túnel, son trescientos metros. Pero falta aún para plantarse en Joaquín Costa. Hay que entender que la boca por el lado del Sardinero estaba bajo muchas toneladas de tierra. Muy abajo, alejada de la cota de la calle. Eso se palpa en uno de los puntos más espectaculares del recorrido. El pozo, la linterna. Para entender qué es vale con detenerse en la foto principal de estas páginas. Eso, o que cuando llegue a este punto -nada más salir del pasadizo- mire arriba.

En El Sardinero. La otra entrada. Lo que se ve en la foto es el itinerario bajo el paso que se encontró durante la obra (al que sigue el falso túnel y el pozo de luz) y la urbanización de toda la parte superior. Javier Cotera

Luego toca atravesar un falso túnel de cuarenta metros -«queremos aprovechar este espacio para celebrar eventos», explica Díaz- y otros once bajo un paso que encontraron al excavar. Un puente de lado a lado de la trinchera por la que circulaba el tranvía y que es de la misma época que el propio túnel (hay un apeadero que se va a conservar allí mismo). Si quiere, antes de coger la rampa hacia Joaquín Costa, puede subir a echar un vistazo por encima. Han construido unas escaleras y lo están acondicionando con salida a Ramón y Cajal. Pasar por el puente, asomarse al pozo para ver la boca desde arriba... Desde Tetuán habrán pasado cinco minutos.

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