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La concesión de un nicho en el cementerio de Ciriego caduca a los 99 años y, cuando se extigue ese derecho funerario, los familiares deben hacerse cargo de los restos. Pero no siempre se localizan. Ocurre muchas más veces de lo que se pueda pensar. ... Así lo explica la gerente del cementerio municipal de Santander, María Bolado, que tiene clara la razón: «Hay terceras y cuartas generaciones que desconocen que sus antepasados están aquí». Y claro, la dirección de contacto que tienen en Ciriego, con esos casi cien años de antigüedad, no coincide en muchas ocasiones con la de sus descendientes, que incluso pueden vivir en otra comunidad o país. Lo saben porque se envían cartas certificadas que, de no encontrar a su destinatario, se devuelven.
Al no localizarlos en las direcciones que tienen registradas, el siguiente paso es publicar el listado de los nombres de esas personas que han visto agotado su plazo para usar su nicho –también pueden ser panteones o tumbas– en el Boletín Oficial de Cantabria (BOC) y también en el del Estado (BOE). Pero no siempre da resultado. «Ponemos pegatinas en los nichos cuyo uso se ha extinguido por si lo ve algún familiar, vecinos, amigos... En ellas se puede leer 'Pase por la oficina' y allí les explicamos lo ocurrido. Aunque el derecho caduque, si alguien reclama los restos más adelante, se le entregarán igualmente», garantiza Bolado. La última lista publicada, el 15 de octubre, contiene 129 nombres cuyos restos pueden reclamarse, en principio, en 30 días naturales. Pero, como de momento no hay problemas de espacio en el cementerio, los restos todavía no se exhumarán.
Este listado de personas cuyo uso de nicho ha vencido se publicó a mediados de mes, por lo que las familias podrán reclamar los restos hasta el 15 de noviembre. Es la tercera lista que se ha publicado en lo que va de año. Las otras dos se anunciaron en el BOC en agosto, con 39 nombres; y en junio, con otros 25.
Si nadie reclama los restos, pasan a disposición del cementerio. «Los restos, por el momento, se quedan en el nicho donde están porque aún hay terrenos de sobra en el cementerio». No se ven obligados a liberar el espacio para que otro titular pueda hacer uso de él a no ser que alguien se interese por ese nicho concreto –por ejemplo, si su localización es cercana a otro familiar–. En ese caso, si el derecho funerario de quien descansa allí ha terminado, se exhumaría para que lo ocupe la persona interesada. A partir de ahí, los restos que se extraen pasan a un espacio general con el que cuenta Ciriego. Y allí se quedan hasta que alguien los reclame.
El cementerio de Ciriego se inauguró hace 130 años. Y cuanto más tiempo pasa, más difícil es localizar a familiares cuyos nichos se extinguen. «Algunas familias enterraron a más familiares después y, de la que cuidaban un nicho, cuidaban otro». Pero a medida que las generaciones avanzan, es más difícil que estén vinculados con antepasados que quedan varias generaciones por detrás y que no conocieron. Sobre todo, si llega un punto en el que la familia no ha seguido enterrando a sus fallecidos en el mismo cementerio. Y por eso, las listas de restos sin reclamar son cada vez más largas.
Un problema que se desencadena de esos nichos sin reclamar es la falta de mantenimiento. Bolado pone sobre todo el foco «en los panteones protegidos». «Son parte del patrimonio y hay que mantenerlos. Algunos están en ruinas y nos preocupa porque no podemos perderlos». Se hizo una importante catalogación de su patrimonio hace casi 20 años y algunos de los más destacados, como el de la familia Menéndez Pelayo, sí los ha restaurado el Ayuntamiento santanderino. Pero hay muchos más espacios destacados. «Necesitamos encontrar familias interesadas en consolidar los bienes. Pero claro, ¿Cuánto vale? ¿Quién puede comprarlo ahora?», se cuestiona.
De hecho, el valor patrimonial de Ciriego es tal que este año fue premiado como uno de los mejores cementerios de España en la octava edición del Concurso de Cementerios de España que organiza la revista Adiós Cultural y patrocina Funespaña. Entre las cualidades que destacó el jurado están el interés histórico, social, medio ambiental, artístico y patrimonial del camposanto. Entre las piezas más sobresalientes se encuentran el monumento a la tragedia del Cabo Machichaco, la sepultura primigenia de Augusto G. Linares o la escultura yacente Rosa Meana. También destacan panteones como los de Arechavala, Cué, Cué Fernández, Fernández Bravo, Pardo de Santayana, Hedilla, García Quintanilla, González Torre, Haro, Junco, Marín García, Martínez de las Heras, Meana, Víctimas del Machichaco o Prieto Lavín.
En 2007 el cementerio inició los trabajos de inventario y catalogación del patrimonio de la necrópolis y después se decidió dar un paso más para redescubrir la historia y arte de Santander y acercarla al público a través de actividades culturales.
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