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El covid lo ha cambiado todo. Y ha obligado a los diferentes sectores a buscar la manera de adaptarse a esas restricciones que ya forman parte de la rutina diaria. Algunas medidas como las relacionadas con la movilidad o la reducción del aforo afectan de forma especial cuando se trata de funerales. ... El límite de personas permitido ha impedido a mucha gente acudir a la despedida de un familiar o de un amigo. Un dolor que se suma al que ya de por sí supone perder a un ser querido. Por eso, en la sala de ceremonias del cementerio de Ciriego se ha instalado un sistema de 'streaming' (transmisión en directo) y una pantalla de plasma para seguir los actos de despedida. Con esta alternativa buscan dar respuesta a la demanda de esa gente que no puede acudir de forma presencial a dar el último adiós.
Así lo detalló el concejal de Patrimonio del Ayuntamiento de Santander, Víctor González-Huergo. El edil detalló que la instalación ya estaba prevista antes de la pandemia, pero ahora cobra «mayor relevancia» dado que muchos usuarios podrán acompañar a sus seres queridos sin importar el lugar en el que se encuentren. Y así el aforo deja de ser una limitación y, quien quiera, tendrá la oportunidad de despedir a su ser querido.
«Con las restricciones de movilidad y aforo han surgido nuevas necesidades que antes eran impensables, como puede ser seguir en directo y a distancia un oficio solemne o sepelio», opinó González-Huergo. Al servicio de visualización en directo se suma también la instalación de una pantalla de plasma. La sala se convierte así en multiusos porque va a permitir, por un lado, que las familias puedan proyectar vídeos, imágenes o música durante el acto de despedida. Y, por otro, que el propio personal del cementerio pueda realizar otras actividades como impartir conferencias o incluso celebrar mesas redondas.
Por último, el titular de Patrimonio del consistorio también quiso destacar de nuevo el trabajo que ha desarrollado todo el personal de Ciriego que durante la crisis sanitaria del coronavirus, ha tenido que hacer frente a una demanda de sus servicios mucho más alta de la habitual.
Por hacer un repaso a la historia del lugar, el cementerio se inauguró en 1893 y supuso una «obra sobresaliente» entre los recintos funerarios contemporáneos de la época, que se enriqueció conforme se fue ocupando con panteones y sepulturas.
En el recinto dejaron su huella arquitectos, escultores y maestros artesanos famosos por trabajos en otras ciudades europeas como Génova, Milán, París o Madrid y quedó también reflejada una parte de la expresión artística de los creadores del siglo XX. Entre las piezas más destacadas están, por ejemplo, el monumento a la tragedia del Cabo Machichaco, la sepultura primigenia de Augusto González Linares o la escultura yacente Rosa Meana.
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