

Gema Igual (PP)
Cuatro periodistas de El Diario Montañés examinan a la regidora en el ecuador de su mandato: «Un alcalde no se mide por las obras que hace, sino por la aceptación que tiene entre los vecinos y por cómo haya mejorado la ciudad»
Ángela Casado, Candela Gordovil, Gonzalo Sellers y Daniel Martínez
Santander
Domingo, 22 de junio 2025, 02:00
Tras una legislatura marcada por sus peleas con su socio de gobierno en el Ayuntamiento, Gema Igual (Santander, 1973) logró recuperar hace dos años una ... mayoría absoluta que, sin embargo, no ha evitado los problemas y las críticas en la gestión diaria de la ciudad. Las basuras, la seguridad, el transporte, un puñado de proyectos fallidos, el turismo, el comercio y la vivienda son algunos de los asuntos de los que toca hacer balance al llegar al ecuador de su mandato.
-La falta de limpieza en Santander es una de las quejas vecinales más repetidas esta legislatura. ¿Está la ciudad sucia?
-Santander se está limpiando absolutamente todos los días porque hay un contrato de emergencia. Lo que no se está haciendo en este momento es invertir en nuevos contenedores. Así que no puedo estar de acuerdo en que Santander esté sucia. Lo que sí reconozco es la falta de renovación de la recogida neumática. Hay que hacer mejoras. Y por eso hemos comenzado, por segunda vez, el pliego de condiciones para adjudicar un nuevo contrato. La primera vez nos lo impugnaron y tuvimos que volver atrás. Ahora ya estamos analizando las ofertas de las cinco empresas que se han presentado.
-Pero más allá del contrato de basuras, hay una sensación generalizada de suciedad e, incluso, aumento de ratas por la calle. Ayer mismo hubo una manifestación de queja.
-Creo que es una movilización inoportuna ahora que ya estamos a las puertas de un nuevo contrato. Sí, hay que mejorar la limpieza, pero una ciudad nunca va a estar limpia total, no podemos poner un barrendero en cada calle porque es imposible pagarlo. Siempre va a haber una papelera llena.
-Usted dijo que el contrato de emergencia, que iba a ser solo para nueve meses y ya dura tres años, iba a permitir tener la ciudad limpia.
-No hemos estado parados, pero hemos tenido muchas piedras en el camino que han alargado todo el proceso. También es cierto que el Ayuntamiento no puede poner una persona detrás de cada vecino con mascota para recoger los excrementos. Habrá que hacer campañas de concienciación, pero también digo que la primera que se tiene que poner las pilas soy yo.
«La solución no es solo prohibir a los coches que entren en determinadas calles (...) Santander no está contaminada»
«No era mi prioridad y no tengo cargo de conciencia. Hemos cumplido el plazo, pero es una ley que divide e incomoda al ciudadano»
-¿Santander es una ciudad segura de noche y de día?
-Sí, lo es. Y no porque lo diga yo, así lo reflejan las estadísticas. Pero también es verdad que existen puntos negros, más o menos localizados en establecimientos de ocio nocturno, donde por el horario o por el tipo de gente que acude sí pueden tener mayores problemas y generar inseguridad y molestias a los vecinos. Por eso acabamos de sumar 47 nuevos agentes a la plantilla de la Policía Local y hemos reforzado el turno de noche.
-¿Cómo ha podido garantizar la seguridad los últimos quince años con más del 70% de las plazas de mando de la Policía vacantes?
-Que estén vacantes no significa que no haya nadie haciendo ese trabajo. Se han cubierto con horas extras y de complemento. Pero lo primero era tener suficientes policías en la calle.
-Ha limitado la Zona de Bajas Emisiones a una pequeña parte de la ciudad, solo al Ensanche. ¿No cree que Santander necesite realmente esta herramienta para reducir la contaminación? ¿Lo ha hecho solo por cumplir la ley y no perder las ayudas estatales?
-Había que cumplir la ley para no perder las subvenciones de transporte, sí. Pero Santander no es una ciudad contaminada y no hay que demonizar al vehículo. Debemos limitarlo, regularlo y tender a vehículos más sostenibles, pero hay otras muchas cosas que se pueden hacer además de esta Zona de Bajas Emisiones. La solución no es solo prohibir a los coches entrar en determinadas calles. Siempre he dicho que no voy a complicar la vida de los santanderinos. Existen otras muchas medidas que venimos tomando desde hace tiempo, como los itinerarios mecánicos, una mayor flota eléctrica del TUS, los carriles bici, ayudas a los taxis...
-¿Ha reducido tanto esta zona por temor a las críticas de los conductores?
-Yo por temor hago pocas cosas porque entonces no estaría aquí. Las decisiones hay que tomarlas con datos, y es lo que he intentado hacer.
-¿Se plantea aumentarla si da buenos resultados?
-Si los cifras van a mejor podremos quitar la zona o minimizarla. Si van a peor tendremos que tomar otras medidas. En esos puntos en los que no se cumplen los datos de contaminación, plantearemos el calmado del tráfico con semáforos.
-¿El Ayuntamiento de Santander piensa más en los hosteleros que en los propios vecinos? ¿La nueva ordenanza de terrazas va a acabar con la permisividad actual?
-Es cierto que hay cosas en este momento que no son lógicas. No puede ser que un establecimiento tenga un permiso de terraza exactamente igual que su licencia de actividad, porque entonces puede tener mesas y sillas en la calle hasta las dos o las cuatro de la madrugada, con todas las molestias que eso provoca a los vecinos de la zona, que tienen razón en sus quejas. Hay que limitar muy bien las terrazas y regular los horarios.
-Esta legislatura se han puesto en marcha varias obras de reforma en El Sardinero, mientras otras zonas de la ciudad no cuentan con mejoras desde hace años. ¿Hay barrios de primera y de segunda en Santander?
-Hay que repartir las obras por toda la ciudad. Quienes dicen que me centro en El Sardinero se olvidan de que acabamos de empezar el proyecto de todo el Grupo Velarde, se olvidan que tenemos presentado el plan de la zona del Grupo Amistad, se olvidan de que acabamos de rehabilitar Entrehuertas y se olvidan que la ladera norte de General Dávila está en proyecto.
-¿Las inversiones del Presupuesto están equilibradas, entonces, entre todos los barrios?
-Les va tocando a todos por zonas. Tenemos un Presupuesto municipal limitado y, además, la tramitación de un expediente es larga, pero claro que intentamos repartir el dinero por todos los barrios. Y claro que escuchamos a todas las asociaciones vecinales. Pero hay obras que tienen una urgencia o una prioridad por unas o por otras razones, como ha sido ahora El Sardinero. Más me gustaría a mí tener dinero para todo, pero hay que priorizar.
-Uno de los mayores problemas de la ciudad y del país es la vivienda. El Ayuntamiento ha construido VPO en El Alisal y tiene proyectos en El Campón y en el Cabildo. ¿Tiene prevista alguna promoción más en lo que queda de legislatura?
-Nunca paramos porque la vivienda siempre va a ser poca, pero necesitamos tener fondos y apoyos. El Gobierno de España tiene mucho discurso político pero no acaba de hacer nada, y no podemos solucionar este problema solo los ayuntamientos o los gobiernos autonómicos. Nuestro próximo objetivo es el solar de la antigua prisión de la calle Alta, pero la ministra nos dijo hace muchos meses que primero querían ver el catálogo de inmuebles que tiene en cada comunidad. Nosotros ya no podemos hacer más. Con un Presupuesto de 250 millones al año, destinamos 42 a crear 281 viviendas. Pocos ayuntamientos están haciendo una inversión tan millonaria y enorme como la nuestra, aunque siga siendo insuficiente.
-Santander está entre las ciudades del país más caras para comprar y alquilar una vivienda. ¿Va a poner en marcha el Ayuntamiento alguna medida para mitigar este problema?
-Nosotros no somos de coartar a la iniciativa privada, hay que tener libertad. La ley actual no es muy propicia para poder alquilar tu piso con total tranquilidad: el inquilino deja de pagar, tiene más derechos que el propietario y, además, el dueño debe seguir pagando agua y gas. Entonces, ¿hay alguna manera de rebajar los alquileres? Yo no puedo decirle a un señor que su piso no cuesta 700 euros al mes, que lo ponga a 500. Lo que hay que hacer es darle garantías para que, si no usa esa casa, pueda alquilarla con seguridad jurídica.
-¿Tampoco pueden meter mano a la vivienda turística?
-Al Gobierno de Cantabria le hemos pedido regularla para que haya más parque de viviendas en alquiler, además de buscar herramientas para que sea más garantista para los propietarios. Creo que regulando un poco la vivienda de uso turístico y dando mayor garantía para incentivar a que se alquile, el precio bajaría.
-Han pasado ya diez años desde la anulación del Plan General de Ordenación Urbana y el Ayuntamiento sigue funcionando con el de 1997. ¿Por qué ese retraso en hacer uno nuevo?
-Durante la pasada legislatura, en la que Ciudadanos, nuestro socio de gobierno, tenía las competencias de Urbanismo, no se le dio la celeridad que debía. Ahora ya estamos en marcha y, en esta ocasión, sí hemos contado con funcionarios de la casa para elaborarlo. Yo soy de las que quiero hacer las cosas mucho antes, pero me topo a veces con trámites administrativos que son más largos de lo que quisiéramos, pero ya tenemos el Plan General en licitación pública.
-¿Maneja alguna fecha para su aprobación?
-Para el año 2029 o 2030, pero eso no significa que en Santander no se puedan hacer cosas, para eso existen las modificaciones puntuales del actual Plan. Yo no sabía cuánta tramitación llevaba esto. No sabía que también debe estar aprobado y con informes previos de otras organizaciones e instituciones, que debe pasar por el Gobierno de Cantabria y, además, a información pública.
-¿El nuevo Plan General estará enfocado en expandir la ciudad, como era la idea del documento de 2012, o hacia la rehabilitación de barrios?
-En las dos vertientes. Santander solo puede crecer hacia Cueto, Monte, Peñacastillo, San Román y Nueva Montaña, no hay otros lugares. Y la ciudad consolidada tendrá una especial atención en este Plan General. Creo que la experiencia del Cabildo nos ha enseñado a todos que hay que tener mucha atención a los barrios ya existentes.
-Muchos constructores se quejan de que una licencia de obra puede llegar a tardar tres años en aprobarse. ¿Esto de quién es culpa? ¿Del equipo de gobierno? ¿De los funcionarios?
-Eso es culpa de la Administración en general. A mí me encantaría mayor celeridad, por supuesto que sí, pero para eso necesitaríamos tener más personal. Aún así, no puedo asumir que la licencia de una obra mayor tarde tres años.
-La ampliación de Las Llamas, el soterramiento de Marqués de La Hermida, el parking de El Sardinero, la cubrición de la Porticada, la integración ferroviaria... La gente no ve avances en estos grandes proyectos transformadores. ¿Cuál va a ser el hito de su mandato a nivel de grandes proyectos? ¿De qué va a presumir Gema Igual cuando se presente a la reelección en dos años?
-No es cuestión de presumir, yo no tengo el prurito de que ponga en una placa que Gema Igual inauguró esta obra o aquella. Mi objetivo es sacar adelante un concepto de ciudad, no una obra en concreto. Un alcalde no se mide por las obras, un alcalde se mide por la aceptación que tenga entre sus ciudadanos y por lo que haya mejorado la ciudad. Algunos de esos proyectos citados, los que dependen solo de nosotros, están en marcha, y en otros dependemos del resto de administraciones. Algunos son para esta legislatura y en otros casos son proyectos a largo plazo.
-¿Echa en falta una figura en su equipo como la de César Díaz, ahora presidente del Puerto, que pilotaba este tipo de proyectos?
-Claro que le echo de menos, pero nadie es imprescindible. César Díaz le viene muy bien a la ciudad de Santander estando en el Puerto, y tiene un sustituto totalmente capaz, Agustín Navarro, que ha relanzado los proyectos que venían de su etapa y otros muchos nuevos durante esta legislatura.
-Si un vecino de Santander incumple la ley tiene consecuencias inmediatas. El Ayuntamiento ha tardado quince años en cumplir la de Memoria Histórica. ¿No da un mensaje poco ejemplarizante con esta resistencia a cumplir la ley?
-No había plazo. Estábamos trabajando, pero no al ritmo que al fiscal le parecía bien. No he incumplido nada. En cuanto nos dieron un tiempo para hacerlo, se hizo.
-Pero la ley existía desde hace quince años. Quizás uno o dos era margen suficiente para haberla cumplido.
-Insisto en que no había plazo y no he tenido ninguna sanción. Me comunicaron que disponía de un mes para cumplirla y ya está hecha.
-Si el fiscal no dice nada podría haber seguido sin cumplir la ley indefinidamente...
-Sí, porque no era una prioridad que yo tuviese encima de la mesa. Es una ley que, como mínimo, divide e incomoda a los ciudadanos. Lo estaba haciendo sin prisa pero sin pausa, pero en cuanto nos han puesto un plazo, lo he cumplido. Pero vamos, tampoco tengo cargo de conciencia por ello.
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