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A pesar de que el Día sin Coche es ya un clásico que se celebra cada 22 de septiembre en Cantabria, la iniciativa se queda ... un año más en papel mojado y la teoría no termina de hacerse realidad en la práctica. Muchos ciudadanos siguen sin saber en qué consiste exactamente esta jornada enmarcada en la Semana Europea de la Movilidad, en la que se reinvidica la utilización de alternativas de transporte sostenible y se intenta dejar a un lado los transportes más contaminantes.
«¿Jornada de qué?», pregunta Rosario Alonso al entrar en la línea 12 del autobús urbano de Santander y enterarse de que el billete es gratuito «¿Ah, que no tengo que pagar? ¿Y eso?», preguntaba sobre las 10 de la mañana al chófer. Y es que a pesar de que el Ayuntamiento de Santander no cobra este miércoles el viaje a los usuarios del TUS para promover el transporte público durante esta jornada, la iniciativa no termina de calar en la sociedad.
Esta mañana, los viajeros se enteraban en la misma puerta del autobús de que, aunque tenían que pasar la tarjeta por seguridad y para contabilizar el número de viajeros, el coste del trayecto era cero. «La verdad que a muchos se lo tengo que comentar a la hora de pagar porque la mayoría no lo sabe, alguno sí que pregunta porque ha leído algo, pero no es un jornada que la gente tenga presente en su día a día», comenta Nacho Laguillo, conductor de la línea 17 hacia Corbán.
La ciudad de Santander lucía a primera hora de la mañana como cualquier otra jornada. El ruido habitual de los motores y el trasiego de automóviles y motos con conductores que se desplazan por las principales arterias de las ciudad era el habitual. La mayoría de personas que paseaban por Santander ni tan siquiera conocía la iniciativa. Es el caso de Inmaculada Fernández, que no tiene vehículo y se mueve por la ciudad a pie o en transporte urbano: «¿El coche en Santander para qué?», pregunta en tono jocoso mientras explica que la capital es «cómoda para pasear» y que el transporte urbano te puede llevar «a cualquier sitio». «Si tengo una urgencia ya están los taxis, pero lo que no puede ser es que mucha gente utiliza el coche para cualquier cosa. Si no saben las opciones de transporte disponibles es porque no quieren», cuenta en el paseo de la calle San Fernando.
A pocos metros, Jaime Lucas pasea tranquilamente con sus dos perros. Él es uno de los pocos que no pone una mueca extraña al escuchar la pregunta de si conoce la iniciativa europea del Día sin Coche. «Sí, ayer me lo comentó mi hermano porque fue conductor de autobús, pero me da igual, yo tengo que utilizar el coche sí o sí, no tengo opción». Cada día viaja con sus perros desde Liencres hasta Santander y cree que, aunque la propuesta «está bien», «tendrían que dar alternativas reales« porque «a mí con los perros no me dejan ir en autobús», se queja mientras señala el trasiego de coches, motos y buses urbanos que ocupan la carretera cercana al complejo de Valdecilla.
Esta jornada de concienciación social sigue sin tener demasiada fuerza, pero siempre están aquellos que optan por opciones de movilidad sostenible en su rutina. Es el caso de Raúl Alonso, que utiliza la bicicleta «todos los días» para acudir a su trabajo. «El tema no es si hay un día reinvindicativo en concreto, la clave es buscar cambios de hábitos que nos hagan sentir bien y que podamos incluir a diario. Yo trabajo en una oficina y no es solo que no contamine, es que así hago una hora de ejercicio más activo que, si no, ni me plantearía», comenta mientras deja la bici en el aparcamiento habilitado en la plaza de Estaciones, desde donde sale cada día sale en dirección a su puesto.
Para Raúl Reyes, presidente de la Asociación Cantabria ConBici, iniciativas como que el autobús sea gratis durante la jornada «están bien», pero son «limitadas». El cambio, dice, debe ser más profundo con transformaciones que hagan la ciudad «más habitable» porque a día de hoy «este día no cala en la sociedad».
«Solo hace falta echar un vistazo a las carreteras para ver que están prácticamente igual que cualquier día, la gente quiere dejar de usar su vehículo, pero cuesta mucho». Asegura que «hay que coger el toro por los cuernos» y apostar por cambios «reales», como mejorar el carril bici urbano para que realmente facilite la movilidad por el casco urbano: «El carril bici de Santander a día de hoy está diseñado más para el ocio que para la movilidad», sentencia.
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Ana del Castillo
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