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Candela Gordovil
Santander
Domingo, 12 de septiembre 2021, 19:37
A Loli Ruiz y Juanjo Urbieta les faltaban cinco calendarios de bolsillo de Caja Cantabria para terminar una colección que abarca 30 años de historia ... , desde 1991 hasta hoy. Una pandemia después, viajaron a Santander desde Gatica, un pueblo vizcaíno, y lograron tres de ellos. El del año 94, de la Gimnástica de Torrelavega, el de 2008 y el último, el del río Pisueña, de 2010. «Me han dicho que van a volver a mirar en casa», comenta Ruiz entre risas. No pierde la esperanza de que, en el siguiente encuentro, pueda tachar de la infinita lista de su cuaderno los almanaques que le faltan.
La terraza del bar del complejo deportivo Ruth Beitia de La Albericia se llenó ayer de maletas y cajas con calendarios de bolsillo, algunos de más de 70 años de antigüedad. «Y eso que este año he traído muchos menos porque venía menos gente», confesaba Fernando Arranz, un vecino de Bilbao que se ha recorrido toda España en busca de los cartones que editaba Heraclio Fournier, en los años 60, y que ya no se editan. Considera que tienen «una calidad especial» y por eso son los mejores. «La crème de la créme», resalta.
Arranz llegó a la capital cántabra confiado en encontrar los calendarios que le faltaban pero reconoce que «cuando ya eres coleccionista desde hace mucho tiempo, tienes un nivel y encuentras mucho menos». Valora y agradece que se celebren este tipo de encuentros -el décimo en Santander- porque gracias a ellos siente «que no está solo en el mundo», además de intercambiar y mejorar su posición. «Ahora se lleva en el móvil y no en la cartera», lamenta Arranz. Considera innegable la falta de renovación generacional de los coleccionistas de almanaques, lo que le entristece. «Están centrados en las nuevas tecnologías», argumenta, algo que, a su juicio, ha hecho que se pierda la costumbre de coleccionar en general. «Tampoco postales, ni sellos... Nada».
A oídos de Santiago Viñuela había llegado el runrún de que el encuentro de aficionados de Santander «estaba muy bien». Por eso, no se lo pensó dos veces y, acompañado de su maleta, abandonó el calor de León para vivir un día «de lo más emocionante». Él venía muy bien equipado. Lista y catálogo en mano, se dispuso a encontrar los calendarios de Caja Cantabria que le faltaban. Y lo consiguió. La mañana ya había sido un éxito. Pero no solo por completar su colección. «Te reencuentras con gente que conoces de otras ciudades y pasas un buen día», agradecía.
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