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Las embarcaciones abandonadas en el puerto del barrio Pesquero son, por desgracia, parte habitual del paisaje. Algunas llevan muchos años degradándose en la rampa o medio hundidas en el agua, sin que nadie ponga remedio a la situación. Porque no es fácil hacerlo. La ... Autoridad Portuaria de Santander (APS) no puede retirarlos sin el permiso de los dueños, quienes en muchas ocasiones son ilocalizables o, directamente, se desconoce quiénes son.
De hecho, el Puerto lleva meses trabajando en la localización de los propietarios para trasladarles su obligación de llevarse los barcos en mal estado. Y ya han encontrado a varios. Esta misma semana, varios camiones han sacado del mar embarcaciones en desuso. Pero la tarea y los gastos desencadenados de ella no dependen de la APS: «Se los están llevando sus propietarios, los que hemos localizado», apuntan.
Y aunque algunos ya no están a la deriva -en concreto había tres luchando por flotar cerca de la rampa que ya se han retirado- muchos siguen allí, sin nadie que se haga responsable. Esto dificulta que las Administraciones puedan meter mano, ya que se trata de una propiedad privada y no se puede actuar sin permiso. Eso sí, el Puerto sí actúa cuando su presencia supone un riesgo para el resto de embarcaciones, ya que algunos flotan muy cerca de los pantalanes. En esos casos, y a requerimiento de Capitanía Marítima, los barcos se desguazan.
Desde la asociación de vecinos Sotileza, la presidenta Pilar Zorrilla celebra que haya comenzado la retirada de estas embarcaciones abandonadas. «Llevamos años reclamándolo y parece que por fin se ponen a ello. A cada grupo político que viene a preguntarnos cómo mejorar el barrio les decimos lo mismo, que se quiten esos barcos». Apunta que, cuando los turistas pasean por la zona y se asoman, se llevan una mala impresión. «Si abandonas un coche te multan, pues con esto tiene que ser igual, que tienen matrículas y están identificados». También explica que han quitado «dos o tres» y espera que la cosa no se quede ahí. «Si no se multa, todo el que quiera deshacerse de su barco lo deja aquí porque no hay represalias y esto parece un cementerio».
Aunque ya se han retirado parte de las embarcaciones abandonadas, la mayoría siguen allí. Sobre todo, en la rampa. Una de las que más llama la atención es un catamarán repleto de grafitis. No hay más que verlo para deducir que lleva mucho tiempo allí, acumulando suciedad y desperfectos. En el resto de la rampa, hay varios botes que se ve a leguas que están abandonados. La pintura es inexistente, tienen agujeros en la madera de la cubierta y no hay reparación posible que les permita volver a navegar.
Las calles más cercanas, que dan justo a este puerto del Pesquero, se han renovado recientemente con nuevas aceras, vegetación, un nuevo parque infantil y también una nueva pista de fútbol. Por eso, chirría aún más que a apenas unos metros se ubique este improvisado desguace. «El barrio está bien atendido y también van a mejorar la iluminación, así que lo que nos queda es que quiten todos los barcos abandonados», insiste Zorrilla.
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