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La Corporación de Santander no solo es enormemente heterogénea en cuanto a edades y profesiones: también lo es en cuanto a los patrimonios de sus protagonistas. Hay quien disfruta de bienes inmuebles por valor de más de 400.000 euros (valor catastral, que siempre ... es mucho menor que el de mercado) frente a varios que no tienen vivienda. Y también los hay que carecen de deudas y quien casi dobla la deuda media de los españoles. En el salón de plenos conviven una vez al mes ediles con inquietudes económicas similares a las de sus administrados y alguno bastante desahogado. Los datos de todos ellos están a disposición de los ciudadanos: la ley impone la transparencia a sus cargos públicos, por lo que hay que hacer una declaración de bienes tanto al llegar a un puesto como al dejarlo.
Esta legislatura, en los extremos se sitúan Guillermo Pérez-Cosío (edil de Vox, que confiesa un patrimonio de más de 700.000 euros y créditos por valor de 85.144) mientras que Pedro Nalda, concejal del PP, no declara propiedad inmobiliaria alguna y apunta 3.500 euros en otros bienes, así como deudas por 32.000. Entre los que más bienes suman destacan los populares Lorena Gutiérrez y Álvaro Lavín y el portavoz socialista, Pedro Casares (por el orden citado).
Entre los de menores rentas estarían la popular Carmen Ruiz y el regionalista José María Fuentes-Pila (además del citado Nalda). Ni Ruiz ni Fuentes-Pila cuentan con patrimonio inmobiliario, que es una de las fuentes principales de ahorro en España. Por el contrario, declaran deudas, aunque no son reseñables.
A la hora de hacer la radiografía de las cuentas de cada cual, el Ayuntamiento especifica por un lado los bienes inmuebles, (siempre según la tasación catastral) a los que hay que añadir el valor de otros bienes. En este capítulo se incluyen las cantidades que gestionan en cuentas corrientes, acciones bursátiles, lo que cuestan sus vehículos o cualquier otro bien reseñable. En un tercer epígrafe se refleja el pasivo. Es decir, el nivel de deuda de cada concejal ya sea en forma de préstamos, créditos etc. Las cifras que se ofrecen corresponden a los ediles de forma individual, lo que significa que los que están casados dan los números que les afectan solo a ellos.
Si algo caracteriza a esta corporación es, precisamente, su capacidad para el endeudamiento. Solo tres ediles (el 11%) de un total de 27 no tiene deuda alguna. Sin obligaciones hay dos mujeres del PSOE (María Antonia Mora y Ana Santurtún) y el concejal del equipo de gobierno de Ciudadanos, Javier Ceruti. Santurtún, que al tiempo es una de las ediles más jóvenes del grupo, tampoco declara propiedades inmobiliarias.
Igualmente es una mujer la que reconoce una deuda más alta: Miriam Díaz (concejala de Turismo del PP) debe 190.590 euros frente a una deuda media por español (fuera de Madrid y Barcelona) de unos 90.000. La sigue el socialista Néstor Serrano, que reconoce créditos por 170.982 euros en tanto que Margarita Rojo (PP), Lorena Gutiérrez (PP), Jesús Goñi (PRC), Álvaro Lavín (PP), Noemí Méndez (PP) y Ainoa Quiñones (PSOE) forman el grupo cuyas obligaciones sobrepasan los 100.000 euros, en algunos casos muy sobradamente.
En 2019 continúan solo 11 concejales de la pasada legislatura, por lo que no cabe demasiada comparación con los datos de hace cuatro años. Pero hay un caso llamativo: el del portavoz del PRC, José María Fuentes-Pila, que al tomar posesión en 2015 informó al Consistorio de bienes inmuebles por valor de más un millón de euros. Ahora, por el contrario, esta casilla se encuentra a cero. Además, hace cuatro años el regionalista tenía que hacer frente a deudas por 623.000 euros (era, de hecho el edil que se diferenciaba de todos los demás por lo elevado de sus créditos y/o préstamos) y, a día de hoy, declara uno de los pasivos más bajos de todos (14.000 euros) en línea con los de Carmen Ruiz y César Díaz, que son los cargos públicos locales que menos deuda manifiestan si se excluye a los tres citados que no tienen.
En la comparación con hace cuatro años, la alcaldesa Gema Igual sigue sin declarar patrimonio inmobiliario, aunque comunica 143.809 euros en otro tipo de ahorros.
El Ayuntamiento publica esta información en cumplimiento de la ordenanza de transparencia de la que se dotó para hacer realidad la Ley de Transparencia nacional, que establece que los miembros electos deben registrar sus bienes antes de la toma de posesión y con ocasión del cese, así como cuando se modifiquen sus circunstancias económicas. Quienes reciben fondos de las arcas públicas tienen que informar sobre las posibles actividades que desarrollan y el Ayuntamiento debe dar el visto bueno. También han de declarar tanto sus ingresos como su participación en sociedades.
El Ayuntamiento de Santander someterá a aprobación inicial este jueves la Cuenta General de 2018. Según datos avanzados por el equipo de gobierno, la cuenta registra superávit y mantiene el endeudamiento por habitante en 868,15 euros en la Comisión Especial de Cuentas.
El concejal de Economía y Hacienda, Víctor González Huergo, explicó que en la cuenta se reflejan un año más «los buenos índices de liquidez y solvencia» del Consistorio, así como el «cumplimiento riguroso» de los principios de estabilidad y las obligaciones de pago.
Siempre según los datos del edil, se constata el mantenimiento de la deuda media por habitante y del gasto por habitante, y un aumento del 10,2% de las inversiones por ciudadano.
A tenor de la información que da la Cuenta General, el pasado año la Administración municipal mantuvo las ratios de liquidez en promedios similares a las del ejercicio anterior y volvió a registrar superávit, «garantizando la estabilidad y unas cuentas saneadas». Además, el Ayuntamiento cumplió los plazos en el pago a proveedores, con una media de 7,04 días, inferior al periodo legalmente permitido de 30 días.
En cuanto al gasto por habitante, ascendió a 1.057 euros en la Cuenta General de 2018, mientras que creció la inversión por habitante hasta los 162,88 euros, un 10,2% superior al año 2017.
Tras su debate en la Comisión Especial de Cuentas para su aprobación inicial, la Cuenta General se someterá a información pública. Una vez examinadas, si las hubiera, las posibles alegaciones, se elevará al pleno de la Corporación para su aprobación definitiva. Después se remitirá al Tribunal de Cuentas, paso que se cumplirá antes del 15 de octubre, límite legal.
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