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rLa constructora Lisorta es uno de los tres compradores que se han 'repartido' los inmuebles que los franciscanos dejaron en Perines en 2020 y que, ... desde entonces, tratan de vender. De los 4.500 metros cuadrados que poseía la orden religiosa, en torno a 2.300 metros cuadrados seguirán siendo de uso religioso –la iglesia y la sacristía– y recaerán sobre el Obispado, que seguirá con la labor parroquial en el barrio. En torno a 1.600 metros son los que ha adquirido Lisorta, que construirá 25 pisos, y el resto lo ha comprado Estudios Aránzazu para ampliar su apartahotel, ubicado justo al lado de la iglesia. En su día, los franciscanos ofertaron todas sus instalaciones en algo más de dos millones de euros, aunque no ha trascendido a qué precio se ha vendido finalmente tras dividirlo en tres partes.
Como explica el CEO de Lisorta, Antonio Jiménez-Orta, su intención es iniciar las obras en los primeros meses de 2025 para que estén terminadas a principios de 2026. Eso, si los trámites municipales avanzan a buen ritmo y lo permiten. Esta empresa ha adquirido las tres plantas ubicadas justo encima de la iglesia y también los dos entresuelos que hay sobre el portal. El plan es tirar todas las habitaciones sacerdotales y dar paso a la nueva distribución, con viviendas de una o dos habitaciones que partirán de los 55-60 metros cuadrados. Además, tienen previsto acondicionar la azotea y crear una zona común de descanso. La parte que ha adquirido Lisorta es la que da a Perines, no a Mies del Valle.
Queda tarea por delante hasta que lo que hoy son las habitaciones de los religiosos se convierta en pisos. Lo primero será separar las estancias que son de Lisorta de las que se quedará Estudios Aránzazu –propiedad de Javier, Celina, María Teresa y Begoña Mirones–, ya que actualmente están comunicadas por puertas y rellanos. Después, Jímenez-Orta explica que tendrán que tapiar las conexiones que actualmente hay entre la parte del edificio que ahora les pertenece y los espacios que seguirán siendo religiosos, ya que hay varias puertas que conectan su reciente adquisición con la iglesia y la sacristía. Y ahí ya arrancará la reforma integral que convertirá las antiguas estancias de los sacerdotes en modernos pisos.
Lisorta presentará en las próximas semanas su proyecto al Ayuntamiento, con intención de arrancar las obras, mediante declaración responsable, a principios de 2025. Su idea es arrasar con todo lo que hay allí. Y no son pocas cosas. Las habitaciones de los religiosos están prácticamente como las dejaron al marcharse: las camas con sábanas, libros en las estanterías e incluso productos de alimentación, como cacao soluble o café. Sobre la cocina –de tamaño industrial–, reposa aún hoy un ejemplar de El Diario Montañés con data de 2020, fecha en la que se marcharon definitivamente de Perines.
Llama la atención todo lo que los franciscanos dejaron allí al irse, como si hubieran abandonado las instalaciones sin tiempo de hacer las maletas –hace cuatro años, ya solo quedaban tres en activo–. Hay tendales con ropa, perchas en los armarios, crucifijos e imágenes religiosas y volúmenes de la biblia de todos los tamaños posibles. Los muebles están anticuados y son totalmente diferentes a los que instalará Lisorta, que posee unos apartamentos turísticos en la calle Nicolás Salmerón, de estilo minimalista, que servirán de guía para lo que quieren desarrollar en este edificio recién adquirido.
No era fácil dar salida a los más de 4.000 metros cuadrados que los franciscanos poseían en Perines. Entre las dimensiones de los inmuebles –con un alto precio en consonancia– y la época, marcada por la pandemia del covid y posteriormente por la inflación ligada a las sucesivas guerras, parecía imposible cerrar las negociaciones. Aunque la orden pretendía venderlo todo junto, finalmente ha tenido que hacerlo por bloques para poder cerrar los tres acuerdos y, como apunta Jiménez-Orta, su negociación con ellos se demoró más de un año hasta que se pusieron de acuerdo, sobre todo, en cómo dividir los espacios existentes.
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Ana del Castillo
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