Convivir en la bahía, el difícil reto para las 8.140 embarcaciones matriculadas
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Todos los agentes apuestan por regular más la navegación en zonas de especial concurrencia y en la vía de entrada al puertoJOSÉ CARLOS ROJO
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Domingo, 28 de junio 2020, 12:06
La bahía de Santander tiene algo más de 22 kilómetros cuadrados de superficie. Un espacio donde conviven las 8.140 embarcaciones con licencia registrada en Capitanía Marítima, sean yates, pequeños botes o motos acuáticas, a los que se suman quienes realizan deportes acuáticos ... y los barcos mercantes y de pasajeros que entran y salen del puerto. Así vistas, las cifras no parecen indicar riesgo de hacinamiento, pero el caso es que buena parte de esos usuarios se concentran en zonas concretas de estas aguas. El episodio de hace una semana en el que decenas de motos acuáticas llegaron a la playa de El Puntal es un hecho anecdótico, aunque ha servido para poner el foco en un asunto del que se habla mucho pero sobre el que nadie parece tomar cartas en el asunto. ¿Es peligroso navegar por la bahía? La verdad es que depende de la zona. La canal es un lugar especialmente sensible por tratarse de la 'carretera' de entrada y salida del puerto. Ahí suceden con frecuencia incidentes y sólo el pasado año Capitanía Marítima abrió tres expedientes a embarcaciones de recreo.
Cosa diferente es El Puntal, donde pese a la imagen de caos y aglomeración que ofrece en verano -con más de doscientos barcos allí fondeados-, la tradición de décadas ha creado un código tácito de respeto donde casi todo el mundo sabe lo que tiene que hacer para alejar el peligro. Aunque quienes suelen tomar el timón de sus barcos afirman que sería preciso regular más en profundidad asuntos como los aforos o los límites de velocidad.
«La gente debería tener mucho más cuidado en la canal. Parecen inconscientes que no se dan cuenta del peligro que puede entrañar. Este es un sitio de tránsito de grandes mercantes y ferris y no conviene jugársela. Es como si lo comparamos con la carretera normal. Si voy con una bicicleta no se me ocurre acercarme a un camión ni cruzarme en su camino aunque crea que paso con holgura, ¿verdad?». La explicación del presidente de la Corporación de Prácticos del Puerto de Santander, Francisco Vuelta, sirve para denunciar el comportamiento de los novatos al frente de sus embarcaciones, pero también la de otros veteranos que, precisamente por su conocimiento del mar, parecen perder el miedo al peligro. «La bahía es muy grande, pero no tan grande como pensamos y en muy poco espacio nos juntamos en verano con botes, yates, kayaks, gente con tablas de pádel surf... No todos entienden que el barco mercante tiene prioridad siempre y que no se puede atravesar su canal de navegación a lo loco».
Francisco Vuelta |Práctico del puerto
Son esas situaciones grabadas en la memoria de cualquier santanderino cuando se escucha la bocina de esos grandes buques para alertar a quienes se cruzan en su camino. Pero la imagen de caos aparente llega todos los veranos a El Puntal, con decenas y decenas de barcos anclados en un día soleado junto al puente que conduce hasta el chiringuito en la playa. No obstante, es sólo eso, un caos aparente, no real.
«Tengo 69 años y llevo viniendo aquí desde los 9. Pues bien, nunca he visto una situación de peligro en estas aguas», zanja Ricardo Tricio, gerente del chiringuito de El Puntal. «Lo del otro día de las motos de agua ha sido una cosa anecdótica. No es algo que deba preocuparle a la gente, ni tampoco el número de barcos que se juntan en los fines de semana de verano porque todo el mundo sabe bien lo que tiene que hacer para mantener la seguridad», asegura Tricio.
Ricardo TricioChiringuito de El Puntal
Lo confirma en cierto modo Rafael Bedia, responsable de los barcos 'Los Reginas' que realizan los viajes regulares a Pedreña, El Puntal y Somo, las popularmente conocidas como 'pedreñeras'. «Sí que hay días, en pleno verano, cuando El Puntal está a rebosar de barcos, que es un poco más laborioso realizar las labores de llegada y salida junto al puente, pero nada que sea preocupante. Sólo hay que estar pendiente porque hay mucho tráfico, pero se respeta». Nadie niega la necesidad de regular más, sobre todo en el caso de las motos de agua, cuya alta velocidad puede generar mayores situaciones de peligro. Para ello se reunieron el pasado viernes Capitanía Marítima y Puerto de Santander. Un encuentro en el que se acordó limitar los nudos de velocidad de estas embarcaciones en el interior de la bahía.
Rafael Bedia | Gerente de Las Reginas
Lo que pasa más desapercibido es el daño medioambiental que el tránsito masivo de embarcaciones produce en el lecho marino. «El ancla de un barco clavándose en el suelo y levándose después, como la manera en la que los motores enturbian el agua, tiene un fuerte impacto en el medio ambiente y en los seres vivos que habitan el lecho marino. Y hay que pensar que muchos son invertebrados cuya pesca da de comer a mucha gente en los alrededores de Pedreña», argumenta Carlos Sainz, director de la empresa Bahía de Santander Ecoturismo y Educación Ambiental.
Dice el experto que el entorno de El Puntal y la ría de Cubas es un área protegida de la Red Natura 2000, y que como tal debería tener mayores restricciones al tráfico.
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