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Ninguno de los 500 vecinos afectados recuerda haber escuchado en su vida un estruendo semejante. El retumbar de las casas los despertó pasadas las seis y veinte de la mañana del lunes, día 13. «Sonó como si el mundo se viniera abajo» ... , contó Javier Carrera. Unos pensaron que tal vez un avión se hubiera estrellado, o quizá un camión de carga, de los que transitan por la zona industrial, pero nadie imaginó jamás que al asomarse a sus balcones, entre densa nube de polvo, fuera a descubrir que la tierra se había tragado el suelo. Cerca de 3.250 metros cuadrados de parque y de pista deportiva, que cada tarde albergaban los juegos de decenas de niños y familias enteras, se habían desplomado encima de los garajes sobre los que reposaban.
La intervención de la Policía y los bomberos fue inmediata, como la llegada de las autoridades. La alcaldesa de Santander, Gema Igual, tomó un megáfono a los agentes y lideró desde primera hora el desalojo de las viviendas. En los primeros compases del suceso lo importante fue descartar que hubiera víctimas bajo los escombros. También se desconocía si habían quedado afectados los cimientos de las viviendas, algo que después quedó descartado con un informe exhaustivo firmado por tres ingenieros independientes.
LUNES: El desplome se produce pasadas las seis y veinte de la mañana. Todos los edificios son desalojados. Se confirma que los pisos no corren peligro.
MARTES: Los técnicos de Gesvicán y Palomera se afanan en apuntalar las zonas que no se han derrumbado. Se colocan tres pilares por cada metro cuadrado. Hay varias reuniones con los vecinos.
MIÉRCOLES: Los residentes con trasteros en los garajes 1 y 2, los que no han sido afectados por el derrumbe, pueden acceder para recoger sus enseres. Se pone en marcha la oficina de Gesvicán de atención a los residentes.
JUEVES: Acompañados de los bomberos, entran en los trasteros de los garajes 3 y 4 los vecinos propietarios para recoger material.
VIERNES: La empresa Rucecán se hará cargo del desescombro, que podría arrancar el día 27 y que durará más de un mes.
Ese mismo día se planteó que quizá la causa del siniestro fuera debida a una sobrecarga en superficie. Tal vez la losa de hormigón que sostenía el parque y el área de juegos no soportó el peso de la tierra acumulada porque no fue diseñada para tener ese uso. Ese mismo día se extrajeron varios vehículos, muchos de ellos destrozados.
El martes los técnicos de Gesvicán y Palomera se pusieron en marcha para apuntalar la zona que no se había derrumbado. Se colocaron tres pilares por cada metro cuadrado. Y cuando se hubo descartado el peligro en los garajes 1 y 2, los que no habían sido afectados por el colapso, se acompañó a los vecinos a recuperar sus coches. También a recoger cosas en sus trasteros. Eso sucedió el mismo miércoles.
El resto hubo de aguardar al jueves, cuando con mucha precaución descendieron acompañados por los bomberos los que tenían sus almacenes en los garajes 3 y 4. Rescataron enseres de todo tipo, desde bolsas de la compra hasta bicicletas, una bolsa con palos de golf o herramientas de trabajo. Entre tanto, el centro cívico continuó siendo el vértice de las dudas. En el mismo centro se puso en marcha el miércoles y jueves la oficina de Gesvicán para contestar muchas preguntas.
Y el viernes llegaron más novedades. Se anunció que Rucecán se hará cargo del desescombro, que podría comenzar el día 27 y que durará algo más de un mes. También que los técnicos quieren retirar tierra de la parte superior del garaje 1 antes de que sea abierto de nuevo, y que el 2 permanecerá cerrado durante mes y medio a la espera de asegurar la zona. Los vecinos comprendieron que esto no es más que el primer episodio de un proceso que irá para largo.
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