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Informes, críticas, interrogantes, plazos sin cumplir e incógnitas de pasado y de futuro configuran el relato de un siniestro convertido en el reflejo de una deficitaria gestión. El próximo fin de semana se cumple el cuarto aniversario del incendio que arrasó las instalaciones del MAS, Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria ... .
En la madrugada del 20 de noviembre de 2017, el antiguo Museo de Bellas Artes, que se hallaba en obras de mejora, ardió por causas que todavía hoy se desconocen. Si la falta de respuestas o el esclarecimiento de los hechos ha primado en este tiempo, el proyecto de reforma también ha estado inmerso en cambios y aplazamientos. Ahora se vislumbra que el inicio de los trabajos sea una realidad antes de fin de año. Las más de 3.000 obras que conforman el fondo del MAS se hallan depositadas en las instalaciones de la Fundación Caja Cantabria, en su sede del Casyc, desde febrero de 2018. En la citada fecha de 2017 los bomberos recibían, sobre las 05.30 horas, el aviso de que el edificio estaba en llamas. Tardaron ocho horas en extinguir el fuego. Apenas una semana después, la entonces edil de Cultura, Miriam Díaz (hoy concejala de Turismo), acusaba a SIEC, la empresa que ejecutaba los trabajos para mejorar la accesibilidad al museo, de haber cometido «fallos de seguridad».
En el verano de 2018, el Ayuntamiento redactaba el proyecto de rehabilitación, con un coste cifrado en 3,8 millones de euros. Y en otoño, el Consistorio sancionaba a SIEC con 46.000 euros. Codelse, la empresa encargada de la seguridad, fue penalizada por su parte con 1.138 euros.
Lo cierto es que cuando se van a cumplir cuatro años del incendio -el museo permanece cerrado y el Ayuntamiento siempre se ha negado a mostrar el estado de las diversas plantas-, continúa sin conocerse exactamente cuál fue el origen del siniestro: la Policía Científica supone que se debió a algún fallo del sistema eléctrico, de algún aparato o de la calefacción, atendiendo al estallido que dijeron oír algunos vecinos antes de que asomaran las llamas. El hecho de que quedaran sin asumir las responsabilidades en la gestión, junto con la falta de transparencia informativa, marcaron los primeros meses desde el siniestro.
Los daños alcanzaron a siete pinturas y una escultura, ubicadas fuera del depósito que almacenaba el resto del fondo mientras transcurrían las obras, y a la biblioteca que se estaba edificando desde los años 90, conformada por unos 28.000 volúmenes, de la que sólo se habría salvado un 10%. Aunque la cifra real es probable que no se llegue a conocer, ya que el director del MAS, Salvador Carretero, admitió en su informe al Ayuntamiento que sólo había podido inventariar e informatizar uno de cada cuatro volúmenes por falta de personal. No obstante, se perdieron importantes colecciones como las de Colomer, Diego Bedia y Simón Marchán.
Quedó demostrado que SIEC mantenía desconectadas las alarmas antiincendios y los detectores de humo mientras realizaba estos trabajos, y Codelse, la responsable de su funcionamiento, no informó al Ayuntamiento, que terminó sancionándolas por «irregularidades muy graves».
Todavía este otoño, en vísperas del cuarto aniversario, el PSOE pedía al PP que identifique a la persona que, en junio de 2017, ordenó desconectar las alarmas antiincendios del Museo.
El edificio que alberga el MAS y será objeto de reforma, considerado de carácter historicista y ecléctico, fue diseñado por el arquitecto Leonardo Rucabado. En su reconstrucción se recuperarán elementos de la arquitectura original. Las exigencias en este sentido supusieron una nueva demora en el proyecto definitivo, a lo que hay que sumar la pandemia y la aplicación de otras prioridades.
En julio se conoció que la constructora Copsesa se llevaba la adjudicación del proyecto finalmente por 2,5 millones de euros más IVA, aunque el presupuesto de licitación era de más de cuatro. La rehabilitación se financiará al 100% con dinero de las arcas municipales. El plazo de ejecución es de 18 meses. Cerca de un millón de euros los cubrirá el seguro con el que contaba el museo en el momento del incendio. Los gestores municipales pretenden que esta rehabilitación sea parte del proyecto de ampliación del edificio, llamado a encabezar el eje cultural de La Florida. El objetivo es adaptarlo a la normativa actual de «seguridad estructural, utilización, accesibilidad y salubridad» con una superficie construida de 2.156 metros cuadrados.
Desde enero de 2020 se han sucedido diversos plazos sobre la rehabilitación. Junto a 26 inversiones más, la alcaldesa Gema Igual anunció esta obra como parte de los presupuestos. No contaba con que apenas dos meses después empezaría la pandemia. Aunque los avances sobre el terreno aún no iban a empezar, en septiembre de 2020 se dio a conocer una memoria previa que detallaba las actuaciones que tenían que desarrollarse en el museo. Desde el Ayuntamiento expusieron que las obras se centrarían principalmente en una conservación «activa» que recobraría elementos y recuperaría espacios. Así, la previsión era destinar más de cinco millones de euros de inversión y prolongar las obras durante 18 meses de obras.
No se volvió a saber más hasta que comenzó este año, cuando se aprobó el proyecto en la Junta de Gobierno Local. Tres meses después, el asunto seguía avanzando y dio inicio el proceso de licitación con la intención de que las obras se pusieran en marcha durante el verano. En mayo se dio a conocer que eran once las empresas que optaban a realizar las obras, pero la elección no se conoció hasta julio. La constructora elegida para desarrollar las obras fue Copsesa, que presentó una oferta de tres millones de euros, un 40% por debajo del presupuesto de licitación anunciado por el Consistorio. En agosto sale a licitación la dirección de obra del museo y los plazos siguen contemplando que, en poco más de un mes, la maquinaria esté operando.
Y aquí surge el último contratiempo. En septiembre, el Colegio de Aparejadores de Cantabria recurre el pliego de dirección técnica de las obras y el Tribunal de Recursos Contractuales lo suspende cautelarmente. A pesar de ello, el concejal de Fomento, César Díaz, anuncia los pasos definitivos. Si finalmente se cumple, el MAS iniciaría su rehabilitación a las puertas de 2022.
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Aunque el recurso del Colegio de Aparejadores contra la contratación de la dirección de obra aún no está resuelto, el proceso para iniciar los trabajos «sigue adelante», expone el concejal de Fomento, César Díaz. El edil aclara que las dos acciones pueden avanzar al mismo tiempo y que, hasta que el tribunal no resuelva el recurso, serán los técnicos municipales los que se encarguen de la dirección de obra. Así, Copsesa firmará mañana el contrato para poder iniciar la ejecución y, a partir de ese momento, se abrirá un plazo de un mes para obtener el acta de replanteo que permita el arranque definitivo de las intervenciones.
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