Cuatro rompeolas en el Chiqui evitarán la pérdida de arena en la Segunda playa de El Sardinero

Este parece el paso definitivo para que El Sardinero recupere su antigua configuración con la construcción de los espigones en sentido contrario al muro exterior de la avenida Manuel García Lago. El último proyecto que se puso sobre la mesa se presentó en 2022, ya que el original -data de 2016-, que preveía la construcción de tres rompeolas de unos 15 metros de longitud, tuvo que se modificado por los resultados que arrojó un estudio realizado en 2019, que señalaban que determinados oleajes -los más fuertes- podían superar los rompeolas proyectados.

A pesar de que ni el Ministerio ni el Ayuntamiento han detallado si tendrán que actualizar el plan de hace dos años, cabe recordar que incluso fue sometido a información pública. Este último contemplaba cuatro espigones, en lugar de tres, construidos perpendicularmente al muro de protección del paseo marítimo de El Sardinero, formados también por escolleras hormigonadas de un peso igual o superior a la tonelada. El plan refleja que la altura de los espigones 2 y 3 alcanzará la cota de la pleamar (3,05 metros) más un borde extra de 20 centímetros. El espigón 1 alcanzará la cota 2,36 metros y el espigón 0 la cota 0,55 metros. Además, estas cotas se «mantendrán constantes a lo largo de los 15 metros de longitud que tendrá cada uno de los espigones». Las caras vistas desde la playa y el paseo marítimo serán muy similares a la del muro para así mantener la estética de la zona y crear el «mínimo impacto visual».

Ampliar

La idea de recuperar esos rompeolas se produjo, según detalla el proyecto, porque su retirada «supuso una modificación en la prolongación del oleaje en esa zona, con dos consecuencias». La primera es que se produce «una reflexión en dirección a la playa» y un segundo efecto es «el provocado por el peralte de la ola junto con el cambio de dirección». Estos dos efectos producen «una importante erosión en la arena, impidiendo que pueda conseguir su perfil de equilibrio y provocando un retroceso en la línea de costa». En consecuencia, deja al descubierto lajas rocosas que están bajo la arena y el paseo marítimo queda más desprotegido, «ya que la playa actúa como protección de la costa, disipando la energía del oleaje y perdiendo el arenal para su uso lúdico».

El proyecto inicial también llegó a someterse a información pública en 2017 y la Secretaría de Estado de Medio Ambiente emitió un informe de Impacto Ambiental que daba luz verde a este plan. Entonces, desde Madrid realizaron unos ensayos en modelo físico 3D con fondo móvil que finalizaron en febrero de 2019 y que determinaron que las olas no rebasarían sobre los rompeolas proyectados. Los planes cambiaron cuando un nuevo estudio publicado a principios de 2021 sobre los rebases detalló que las obras del proyecto incrementaban de «manera significativa» el riesgo de rebases en el paseo, por lo que se consideró oportuno plantear una alternativa y así reducir estas amenazas. El resultado fue el proyecto de 2022, que implicó un fuerte incremento de su coste. De hecho, se multiplicó por seis su presupuesto base de licitación hasta los 2,8 millones de euros, teniendo en cuenta también el incremento de los costes por la guerra de Ucrania.