Secciones
Servicios
Destacamos
El adiós de la presidenta de la Fundación Albéniz, Paloma O'Shea, al frente del Concurso Internacional de Piano que fundó hace medio siglo, ha sido una de las noticias culturales del verano. Tras celebrarse la vigésima edición del certamen, la mecenas y presidenta de ... la Escuela de Música Reina Sofía se despedía de una de las grandes referencias del mundo musical, que ha alumbrado a muchos pianistas de excelencia. Pero es muy difícil concebir el Concurso santanderino, más allá de la existencia de un equipo y del soporte colaborativo institucional, sin la presencia y el incansable y meticuloso trabajo de Paloma O'Shea. Desde que concluyera el certamen se ha especulado con la continuidad o definitiva desaparición de la competición pianística. Mientras, como ya se avanzó, Vicepresidencia del Gobierno cántabro, que ya en agosto ensalzó la labor de Paloma O'Shea, inaugurará en noviembre una escultura conmemorativa del Concurso Internacional de Piano de Santander. El lugar previsto se sitúa en el nuevo espacio, a modo de paseo, planificado entre el Palacio de Festivales y las Naves de la Fundación Enaire, una creación escultórica que recordará el Concurso que ha cumplido en este 2022 sus 50 años de historia.
«Queríamos que uno de los certámenes más prestigiosos de piano de cuantos se celebran en el mundo tuviera un reflejo permanente en este nuevo espacio abierto a la ciudad y que sirviera como recuerdo al trabajo a favor de los nuevos talentos musicales que ha caracterizado la trayectoria tanto de la Fundación Albéniz como en especial de su presidenta, Paloma O'Shea, verdadera impulsora de este concurso», según explicó el vicepresidente regional Pablo Zuloaga.
Para el también consejero, la cultura y el patrimonio «son las mejores cartas de presentación que tiene Santander y Cantabria de cara al exterior, y sin duda, el Concurso de Piano ha sido uno de los elementos que nos han diferenciado a lo largo de este medio siglo y que nos han dado prestigio en el exterior, y este conjunto escultórico es una forma de reconocimiento a esa labor de difusión musical y de excelencia que ha marcado la historia de este concurso». El encargo se realizó al escultor santanderino José Cobo, autor entre otros de los conjuntos escultóricos de los raqueros y del incendio de Santander.
Uno de los artistas cántabros con mayor proyección internacional, ganó el pasado año el certamen 'Wächter' en Arche Nebra, Alemania. «Cobo ha sabido con esta escultura transmitir el espíritu que nos ha movido a levantar la que espero sea una imagen icónica para la ciudad», apuntó el vicepresidente.
La obra está configurada por cuatro bloques o monolitos de sección rectangular que juntos forman lo que podría entenderse como un solo monolito. Se alzan alineados directamente desde el suelo, teniendo cada uno de los cuatro bloques diferentes alturas e inclinaciones.
Los dos primeros bloques (a la izquierda visto de frente), se erigen verticales, en ángulo de 90 grados con el suelo. El tercero está ligeramente inclinado hacia atrás, unos 85 grados, y el cuarto también inclinado hacia atrás, pero más vertical, aproximadamente 87, «sin llegar a la verticalidad de los dos primeros». La orientación de la cara principal del conjunto es hacia el sur, «captando la luz del día en diferentes ángulos que se modulan a lo largo de la composición».
Visto de modo lateral, las distintas inclinaciones de los monolitos o bloques dotan de un movimiento dinámico a la obra. El color se introduce en la composición por medio de «un monolito negro (o un matiz de negro) en contraste con los otros tres que son blancos (o un matiz del blanco). El acabado de las superficies es apomazado o satinado, con brillo como de bruñido, no brillo espejo». Una placa conmemorativa de piedra o mármol se presentará horizontalmente embutida en el suelo próxima a los monolitos y con las letras con la leyenda talladas hacia abajo.
La alineación de los cuatro monolitos hace referencia a las teclas de un piano, «aunque no se busca su representación literal». Las diferentes longitudes, alturas y distancias entre los monolitos marcan un ritmo lineal que alude a la música más que al instrumento. La separación entre los bloques reitera la idea de cadencia y armonía. «La asociación de la obra con el Concurso será evidente», concluyen los impulsores de la iniciativa. Las diferentes inclinaciones en la sucesión de monolitos hacen que la luz del día sea reflejada en ángulos dispares, proyectándose con múltiples matices de iluminación dirigidos a crear la sensación de movimiento contenido entre las superficies frontales de los monolitos. «Esto acentúa el ritmo ya sugerido por las alturas variables de los monolitos. Las inclinaciones, además, pueden sugerir la presión de los dedos sobre las teclas del piano, lo que infiere acción y presencia del pianista», según la descripción. En relación al Palacio de Festivales lo que se pretende es que la verticalidad predominante haga referencia a la geometría del edificio acotado entre las cuatro torres que lo definen. «La disposición paralela de los monolitos emula y juega a su vez con las franjas horizontales de mármoles blancos y rosas que caracterizan al edificio». Está previsto que los tres monolitos blancos sean realizados en mármol de Macael y el cuarto, en mármol negro Markina.
En Gamazo. En el nuevo espacio, a modo de paseo, entre el Palacio de Festivales y las naves de la Fundación Enaire se ubicará la obra que conmemora el Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O'Shea, que ha cumplido 50 años. Cuatro bloques o monolitos de sección rectangular conforman lo que podría entenderse como un solo monolito.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.