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De izquierda a derecha: Lucas Martínez, Mariano Linares, Modesto Piñeiro, Luis Revenga, Gema Igual y Miguel Ángel Ramos Daniel Pedriza

El cuerpo de Bomberos Voluntarios, «orgullo de los santanderinos», celebra sus 125 años

Santander ·

Mariano Linares, presidente de la institución, que actualmente integran 21 voluntarios, entregó este jueves una treintena de placas conmemorativas a todos los colaboradores

Jueves, 10 de octubre 2019, 19:29

El Real Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Santander cumple 125 años y este jueves lo ha celebrado con un acto central en la sede de la calle Numancia, que ha contado con la presencia del presidente del Gobierno regional, Miguel Ángel Revilla, y la alcadesa de la ciudad, Gema Igual, quienes han destacado la labor altruista y la vocación de servicio público de esta institución centenaria y «el esfuerzo de esas personas, que al servicio de los demás dedican su vida, bien sea de manera profesional o de forma voluntaria, y que teniendo su trabajo deciden formar parte del Cuerpo

El presidente del Cuerpo de Bomberos Voluntarios, Mariano Linares, que entregó una treintena de placas conmemorativas, ha agradecido la colaboración de los 21 voluntarios que hoy en día constituyen este servicio. «Gracias por ayudarnos económicamente y moralmente». Linares también recordó a título póstumo, al expresidente de los bomberos voluntarios José Luis Arruti, así como a instituciones y entidades colaboradoras.

En el acto se recordó al exconsejero Rafael de la Sierra por su implicación y colaboración durante su etapa al frente de la Consejería de Presidencia, agradecimiento que también ha expresado su sucesora en el cargo, Paula Fernández, que ha recogido una placa conmemorativa en nombre de su familia.

Revilla ha defendido el trabajo de los bomberos, en general, para salvaguardar la seguridad de los ciudadanos, pero muy especialmente la de este cuerpo de bomberos voluntarios, que trabajan «con mucho amor y cariño» y que ponen sus vidas y su tiempo a disposición de la seguridad de Santander y Cantabria.

«En general percibimos a los bomberos y a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad como algo nuestro, pero ser bombero voluntario es cosa aparte», ha dicho el presidente, que se ha mostrado orgulloso de que Santander tenga el primer cuerpo de bomberos voluntarios fundado en España.

Igual ha reconocido «la labor de todas las personas que han formado y forman parte del cuerpo desde su creación en 1894» y ha recordado «dos de las desgracias en torno al fuego que han marcado la historia de Santander», como fue la terrible explosión del vapor Cabo Machichaco en 1893, que un año después dio origen al Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Santander, y el incendio de 1941 que hizo desparecer casi un tercio de la ciudad.

Su historia: Un cuerpo, orgullo de los santanderinos

Este cuerpo, dedicado a la llamada del auxilio, se creó de manera altruista y ha servido para proteger a la población civil de incendios y otras emergencias a lo largo de la historia de la ciudad. Este aniversario es un momento clave para la institución fundada en 1894, que ha sido orgullo durante lustros de santanderinos de todos los ámbitos. Cuando surgió, la pertenencia a este cuerpo de bomberos era un honor, ya fuera como voluntario activo en las labores de extinción de incendios o como socio económico, que con sus aportaciones que iban desde una peseta al mes, contribuían a la sostenibilidad de la organización benéfica.

Parte de este orgullo de pertenencia residía en la conciencia de la sociedad sobre la gran vulnerabilidad que padecía Santander al fuego, que alimentado con el viento sur se convertía en su más feroz enemigo. A este hecho se sumaba el propio origen de la agrupación de voluntarios, que se remonta al repentino déficit de bomberos que acusó la ciudad a raíz la terrible explosión del Cabo Machichaco (1893), que se llevó por delante las vidas de 500 bomberos municipales, además de 2.000 heridos. El servicio se quedó técnicamente en cuadro.

Entonces, de forma espontánea, la población civil se organizó para dotar a la ciudad de un cuerpo de bomberos que estuviese en guardia contra el fuego

Los bomberos voluntarios de Santander son un cuerpo organizado que ofrece apoyo y asistencia a los Bomberos Municipales y al servicios de Emergencias Cantabria 112 en las diversas situaciones de peligro urgente que se producen en la ciudad. La actual plantilla está compuesta por 21 miembros, seis de los cuales viven con sus familias en el parque de bomberos que la organización tiene en la Plaza de Numancia. El resto de voluntarios vive en sus respectivas viviendas.

En la imagen, los bomberos voluntarios junto a esposas e hijos, posan en la sede de Numancia alrededor del clásico vehículo Dion Bouton. De izquierda a derecha, primera fila, Alejandro Santamaría, Alejandro Murillo, Alberto Pérez y los pequeños Candela, Álvaro y Coral. Segunda fila, de izquierda a derecha, Francisco Navarro, Roberto Revuelta, Beatriz Rodríguez,Jesús Calleja, Álvaro Gutiérrez y Martín Briondo, junto a Roberto, en medio de ambos. En la última fila, de izquierda a derecha, Lucía Díaz, Beatriz Calderón, Sergio Herrera y Álvaro Calleja. Roberto Ruiz

Durante el día, cada voluntario ejerce su profesión, que varía desde electricistas, carpinteros, pintores, propietarios de un bar... De noche, se colocan el equipo de bombero y se encomiendan a esta otra labor de servicio al ciudadano, por la que no reciben salario.

El objetivo con el que los bomberos voluntarios desarrollan esta labor es el de «contribuir a la seguridad ciudadana», explican. Para ello, participan en labores de extinción de fuegos, intervenciones relacionadas con los temporales, dispositivos preventivos y atender todo tipo de urgencias domésticas que surgen cuando la mayor parte de la ciudad descansa.

Los testimonio de sus protagonistas

«Me tomo este voluntariado como un trabajo a pesar de que no está remunerado», aseguraba hace unos días Alejandro Murillo, el bombero más joven de la plantilla, recién incorporado, hace tres meses. «Los primeros días estaba nervioso; por ejemplo, en el primer rally al que fui a dar servicio preventivo», recuerda. «Soy muy consciente de que aunque no dependo de esta labor económicamente, las personas que nos llaman sí depende de nosotros y de que lo hagamos bien», explicó el joven de 19 años, que en un futuro le gustaría integrar el cuerpo de bomberos profesionales. Sus compañeros destacan de él que es «muy serio y comprometido y que aprende rápido» y añaden que otros jóvenes que se incorporan «a veces no duran más de un mes, ya que no tienen esa conciencia de que lo que hacemos es importante».

El Real Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Santander ha participado en la extinción de los últimos grandes incendios de la ciudad y han dado apoyo en incendios forestales. «El número de focos en el monte fue tan elevado este año, que se convirtieron en un gran peligro. De su magnitud solo se percata realmente el que está debajo», apuntó el jefe de servicio, Álvaro Gutiérrez, que lleva 17 años ejerciendo de voluntario en el servicio.

Para Gutiérrez el trabajo más duro que le ha tocado vivir dentro del Cuerpo ocurrió durante las labores de desescombro del derrumbe del Cabildo, cuando los bomberos voluntarios «localizamos a la segunda víctima mortal, por la que ya no se podía hacer nada». También recuerda especialmente complejo el incendio de la nave de Cenfarte, en Cazoña, en 2013. «El fuego arrasó con el almacén de productos farmacéuticos y avanzó sin tregua, debido al componente químico de la carga».

«Es un orgullo cumplir 125 años de servicio ininterrumpido del parque de Bomberos Voluntarios. Estamos al servicio de los ciudadanos 365 días al año», destacó Gutiérrez. «Hay quien cree que esta sede es un museo, pero la realidad es que no ha dejado nunca de funcionar, incluidas fechas señaladas como Navidad y Fin de Año». Esta última es una noche «atípica», cargada de incidencias, en la que «siempre nos levantamos de la mesa antes de tiempo y tomamos las uvas en el camión».

Gutiérrez vive con sus familia en el Parque de Bomberos de la calle Numancia y allí han nacido sus dos hijos. En su caso, fue su suegro, antiguo bombero voluntario, quien le contagió el interés por el servicio. «En los orígenes, esta plantilla estaba formada por hijos y nietos de bomberos voluntarios, pero hoy en día somos muchas las primeras generaciones que abrimos camino y esperamos que nuestra descendencia siga nuestros pasos».

Imagen de la sede del Real Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Santander, en la plaza de Numancia, a principios del siglo XX.

Por su parte, Jesús Calleja, jefe de Guardia, explicó que esta labor «te tiene que gustar porque es muy sacrificado. Hay que dedicarle mucho tiempo y siempre hay algo que hacer en la sede, ya sea limpiar, reparar averías o hacer guardias».

Calleja, de 29 años, es peón forestal, un trabajo que compagina con prestar este voluntariado. Antes fue voluntario de Protección Civil. Su experiencia en el monte y su compromiso con la sociedad le han acercado a la plantilla que integra desde hace cuatro años y, desde hace un año, reside en la propia sede. «Desde pequeño me ha llamado esto de ayudar a la gente que lo necesita y aquí puedo ayudar a personas desvalidas, como gente mayor que se ha caído en casa y no tiene a nadie, y me llena de satisfacción», explicó Calleja. «Te juegas el tipo cada vez que sales por la puerta, llevando un camión de tantas toneladas es una responsabilidad. Trabajamos en situaciones arriesgadas e inestables, desde temporal a fuegos».

Cursos de formación para estar preparados

El Real Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Santander recibe cursos de formación para estar preparados para atender las emergencias. Al menos un domingo al mes la plantilla acude a jornadas impartidas por expertos en la materia. En ocasiones realizan maniobras con los Bomberos Municipales y durante las guardias nocturnas que realizan cada seis días. Las guardias se organizan de tal forma que cada noche coinciden cuatro compañeros en alerta ante una posible emergencia.

«La intensidad del trabajo durante la noche es muy variada. A veces surgen tres salidas y en otras no hay movimiento», explican. No siempre son fuegos lo que hace sonar la sirena en la base. Muchas veces atienden daños de temporal, abren puertas, asisten a gente mayor que se ha caído en casa y no puede levantarse o hacen servicios preventivos. «Sea lo que sea, el que llama está necesitado de ayuda y es igual de importante», resaltó Gutiérrez.

Uno de lo motivos que más «enganchan» a los bomberos voluntarios es «el ambiente de compañerismo que existe en la plantilla», según destacó el recién llegado, Murillo. «Había oído que esto era diferente y por eso decidí probarlo. En estos tres meses que llevo me han acogido muy bien y se preocupan por dar buenos consejos y por integrarme en el equipo. Todo lo pone fácil», aseguró el joven.

Esta labor que desarrollan estos hombres entraña ciertos peligros. «Los que sufren de forma colateral nuestra labor son los familiares. Mi madre se preocupa cuando salgo de casa en mitad de la noche. No es plato de buen gusto, pero se siente orgullosa de que pueda ayudar a los demás», explica Murillo.

El momento más complicado que ha vivido el Real Cuerpo de Bomberos Voluntarios desde 1894 ha sido a raíz de la crisis económica y financiera que afectó a España en 2007. «Pensamos que íbamos a desaparecer, fue nuestro peor momento», aseguró Gutiérrez.

A partir de ese periodo las subvenciones del Gobierno regional y del Ayuntamiento se vieron «ampliamente recortadas» y «lo mismo ocurrió con las aportaciones de los socios particulares», explicó el jefe de Servicio. «Pensábamos que no llegaríamos a fin de año y nos producía una enorme pena ver desaparecer un cuerpo histórico, orgullo de los santanderinos», añadió. En la lucha por sobrevivir, en la plantilla «asumimos las tareas de mantenimiento para ahorrar» y se constituyó un nuevo consejo de administración, «que luchó para conseguir salvar la institución e hizo posible que podamos celebrar este aniversario».

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