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En el paseo de Canalejas no se habla de otra cosa. Los vecinos de toda la vida cuentan los días hasta inaugurar el itinerario mecánico ... que salva 17 metros de desnivel al inicio de una de las calles más pindias de Santander. Esta inclinación obligó, años atrás –según recuerdan algunos residentes– a mudarse a Doña María y a Doña Pilar... y a tantos otros que, con los achaques de la edad, ya no podían continuar en su barrio.
«Yo misma me visualicé mudándome de aquí», asegura una vecina que lleva más de 26 años en Canalejas, Antonia Sánchez. Habla mientras se pone las mechas en su peluquería de confianza: «Desde que me operé la tibia y el peroné, subir y bajar la cuesta ha sido muy difícil. Estoy encantada con esta obra y lo mismo el resto de vecinos en mi edificio. Podremos ir más al centro ¡Qué suerte hemos tenido!», afirma feliz.
La edad de los residentes en este barrio es elevada y de ahí que a pie de calle se escuchen tantos elogios sobre el final de la obra: «Su estreno va a ser maravilloso», comenta Martina de Miguel, agarrada a su bastón. «Mi marido ya no puede levantar un pie, pero yo sí que les sacaré provecho a las rampas y me moveré más», confía esta vecina que lleva 56 años en Canalejas, «los mismos que tiene mi hija mayor».
Los trabajos comenzaron en noviembre y finalizan diez meses después. La mayoría de los vecinos consultados por El Diario Montañés se sienten «felices y aliviados», aunque los comerciantes afirman que «se han resentido las ventas, en especial por la falta de aparcamiento durante las obras yla pérdida de 15 plazas de ahora en adelante».
Este debate surgió en la cola de la carnicería El niño de la carne. Mientras el cliente destacaba «el beneficio» que va a suponer para la movilidad de quienes están enfermos o tienen problemas motrices, el carnicero se mostró preocupado por la disminución del aparcamiento.
Antonia Sánchez
Vecina
«Las obras han perjudicado mucho a las ventas y el negocio se resiente. Nuestros clientes del barrio han seguido viniendo, pero los de otras partes de la ciudad han dejado de acudir. Durante estos meses no se podía aparcar; algunos días se ha cortado el tráfico y otros, no se podía pasar por ninguna de las dos aceras. Ha sido duro», lamenta Oscar Gándara. «La calle quedará muy bonita, pero van a quitar plazas de aparcamiento y esto nos perjudicará a nivel comercial», garantiza.
Por otro lado, el cliente, Gustavo Madrazo, apoyó al comercio, pero no pasó por altos las ventajas: «Ha sido duro para los comercios, que les ha afectado y deberían haber recibido algún tipo de ayuda o exención fiscal. Pero pensando en mis dos familiares enfermos que vivieron en esta calle, será un avance. Lo pasaron muy mal por las limitaciones que tenían cada vez que salían de casa. Fue un calvario. Ellos ya no lo disfrutarán, pero sí los que están por llegar».
Otra de las comerciantes de la calle se mostró entusiasmada. «El resultado de estas obras va a traer más beneficio que perjuicio. Será un avance», considera Miriam Galdós, de la peluquería Azul Santander. «Ha habido polvo, ruido, lo normal en estas obras, que requieren de mucha paciencia, pero, con todo ello, la movilidad de los vecinos mejorará mucho y también la calidad de vida del barrio».
Óscar Gándara
Carnicería El niño de la carne
Las cinco nuevas rampas con 220 metros de longitud coinciden con la gran manzana que forma el Colegio Calasanz. Los trabajos se extendieron durante todo el pasado curso escolar, lo que para algunos profesores supuso «un caos absoluto» a la hora de dar clase ya que los alumnos «se desconcentraban muchísimo», tal y como indicaron a este periódico. Pero este curso «ya estarán en marcha las rampas y escaleras mecánicas y quedará atrás tanto inconveniente», opina Manoli Ruiz, una abuela que habitualmente recoge a sus nietos a las 14.00 horas. «Aparcar a la salida del colegio ha sido imposible, pero ¿y lo bien que vais a subir ahora la cuesta?, les decía a sus nietos.
Por su parte, desde uno de los últimos negocios en establecerse en la calle, la peluquería Once, indican que, aunque no tienen argumentos con qué comparar porque solo han estado abiertos con obras, están «contentos con el resultado».
Las obras han entrado en su fase final, a falta de los últimos remates, y las rampas estarán en servicio desde este mes de septiembre, sin conocerse aún el día exacto. Los trabajos han sido ejecutados por SIEC, con una inversión de alrededor de 1,9 millones de euros. El Ayuntamiento de Santander recuerda que con estas nuevas rampas la ciudad continúa ampliando la red de itinerarios mecánicos, que en la actualidad suma un total de 15, con una inversión global de 26,3 millones.
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