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Laura Fonquernie
Santander
Jueves, 26 de enero 2023
El proceso para restaurar el retablo y sustituir los lienzos de la iglesia de La Compañía (también conocida como La Anunciación), ubicada en la calle ... Juan de Herrera de Santander, que la semana pasada abrió un enfrentamiento con la familia de la autora, no es reciente. Comenzó hace más de diez años. Fue en diciembre de 2012 cuando la Consejería de Cultura aprobó la petición presentada por el Consejo parroquial de La Anunciación para proceder a la modificación de las pinturas. Un cambio solicitado un año antes a la entonces Dirección General de Cultura del Gobierno de Cantabria. Así lo ha querido explicar el propio Consejo en una carta remitida a este periódico (y que acompaña a la información).
En el escrito aclaran que la decisión no responde al gusto artístico del párroco o a un capricho puntual, sino a un proceso de años que tuvo como punto de partida los «comentarios» y la «reiterada petición» de los fieles sobre la necesidad de cambio. La insistencia llevó a Joaquín González, sacerdote de la parroquia en aquel entonces, a proponer modificar los cuadros que, valoró, no seguían el itinerario de la catequesis propio de los retablos.
Entre la solicitud de los asistentes y la recomendación del sacerdote, que además era historiador, el Consejo decidió poner en marcha el camino para conseguir los permisos necesarios para restaurar el retablo y encargar los nuevos cuadros al artista Tonino Conti, autor del icono de la cruz de Santo Toribio de Liébana. La petición fue aprobada hace diez años. Un plazo en el que, señala el Consejo, «no se han presentado alegaciones». Por eso, insiste, han actuado con el «máximo respeto» por el patrimonio de la parroquia.
La polémica empezó la semana pasada cuando la familia de la autora, María Mazarrasa Quijano, mostró su «preocupación» ante la «inminente retirada» de las pinturas que llevan presidiendo 70 años el altar del templo de la capital cántabra. Una posición que trasladaron a través de una carta firmada por ochenta miembros de la familia y redactada por Olav Mazarrasa, sobrino de la artista. En ella aseguraron que la decisión se debía únicamente a «que al párroco no le gusta el retablo». Y, al no considerarlo lo «suficientemente bueno» para dejarlo en la iglesia, «lo manda al Museo Diocesano». Un punto sobre el que también se pronuncia el Consejo parroquial en su misiva para explicar que no han acordado retirar todas las pinturas de María Mazarrasa. Los dibujos contienen escenas bíblicas por lo que habrá cuadros que permanezcan en el templo mientras que otros, efectivamente, se conservarán en el museo de Santillana del Mar.
En estos días también algunas formaciones quisieron pronunciarse sobre el debate. Fue el concejal de Vox en el Ayuntamiento de Santander, Guillermo Pérez-Cosío, quien se unió a la petición de la familia y solicitó al párroco y al Obispado que reconsiderasen su decisión y mantuvieran el retablo actual, pintado por la artista en 1953 y donado de manera altruista después de que, entre la Guerra Civil y el incendio de 1941, apenas sobreviviera la fachada del edificio. Y esa es la postura que ha mantenido el Obispado, que las pinturas de Mazarrasa fueron una solución «temporal» cuando el retablo original quedó destruido y añade que la autora «no es de renombre» en tema de retablos.
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En un intento por proteger la obra, el sobrino de la autora registró además una instancia en la Dirección General de Patrimonio de la Consejería de Cultura. En su escrito, exigía que se hiciera un inventario de los bienes muebles que hay en el edificio para protegerlos, ya que «ahora no consta qué hay ni su valor». La iglesia de La Compañía es un Bien de Interés Cultural (BIC), pero esa denominación solo protege al edificio en sí, sin tener en cuenta el mobiliario o las obras que guarda en su interior.
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