![Obras de construcción del Palacio de Festivales en octubre de 1988.](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202104/11/media/cortadas/63544864-kMU--1248x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Desde que se conocieron las características del proyecto, el Palacio de Festivales de Cantabria quedó instalado en el pedestal de la polémica. Surgieron de inmediato partidarios y detractores. A nadie dejaba indiferente el edificio concebido por el prestigioso arquitecto navarro Francisco Javier Sáenz de ... Oiza. Sus partidarios elogiaban que por fin se construyera algo moderno en Santander, mientras los detractores insistían en que era feo y se erigía en un lugar inadecuado.
A medida que la construcción adquiría forma e iba aumentando la importancia del interior, numerosos profesionales del teatro auguraban que determinadas licencias conceptuales aplicadas por Sáenz de Oiza resultarían poco o nada prácticas. Por unos u otros motivos el Palacio siempre era noticia.
Tras cinco años de trabajo, un presupuesto inicial de ochocientos millones de pesetas y final de siete mil millones, llegó la hora de la verdad. El lunes 29 de abril de 1991, a las ocho y media de la tarde, la orquesta King's Consort, coro y solistas interpretaron bajo la dirección de Robert King el 'Joshua' de Haendel, estrenando el recinto para su principal función.
Como publicó en estas mismas páginas la periodista Marta San Miguel en abril de 2016 al rememorar de qué manera empezó a dotársele de vida, el equipo encargado de hacerlo estaba formado por Juan Calzada, Román Calleja, Linne Kurzeknabe y Javier Ontañón. Un día se reunieron con el arquitecto y le preguntaron por el edificio, por qué había hecho un escenario sin foso para la orquesta, una entrada a la sala Argenta inviable y otras tantas cuestiones que hacían desafinar la puesta en escena del emblema de la cultura cántabra.
El navarro, que se había pasado años discutiendo las peticiones y exigencias del entonces presidente de Cantabria, Juan Hormaechea, pareció claudicar y les dijo: «Yo he hecho un pato: vuela, pero hay aves que vuelan mucho más alto. También nada, pero los peces nadan mejor. Y camina por la tierra, pero hay animales que lo hacen más rápido». Tal reflexión, citada por Juan Calzada, que fue director del Palacio, esboza la singular personalidad de Francisco Javier Sáenz de Oiza.
Respecto a la división de opiniones sobre su idea, el arquitecto sentenciaría: «Toda polémica es buena». En una carta al director publicada en este periódico se criticaban las taquillas del teatro. «Son dos ventanucas en la fachada a los lados de la entrada de Reina Victoria a la más completa intemperie, en plena calle al Norte, sin la más mínima protección de la lluvia el frío o el viento... ¿Cómo es posible que casi en el siglo XXI, en una obra de esta magnitud y costo se haya cometido tal torpeza?», escribía el lector Jesús del Castillo Bustamante. Y también se preguntaba: «¿Pondría usted en el hall y pasillo de su casa, por donde va a entrar todo el mundo con los pies más o menos sucios de la calle, una moqueta lisa y de color crema claro?... Pues bien, eso es lo que se ha hecho en un local donde está previsto que entren de 1.300 a 1.600 personas directamente desde la calle».
El enfoque primigenio de Sáenz de Oiza consistía en que el público subiera a la sala Argenta por las escaleras de Gamazo y atravesando la Sala Griega (ahora María Blanchard) accediera a las butacas por debajo del escenario. Plan tan novedoso como incómodo, complejo.
En declaraciones a TVE para explicar la filosofía de su indeleble huella santanderina, diría: «La arquitectura no se hace sobre un tablero y luego se coloca en un sito, como se coloca una botella de Coca-Cola. La arquitectura nace y surge del lugar en el que se implanta. A lo mejor este teatro es demasiado llamativo, demasiado colorístico. Pero yo creo que es una pieza que puede ser interesante dentro del repertorio de las formas que la ciudad contiene... En el teatro griego tenían mucha importancia el templo y el frontón del templo. Y este frontón, que es continuación del escenario de la sala, en cierta medida es un lugar de representación de la propia representación. A mí me parece interesante volver a recordar cosas que han sido olvidadas en la arquitectura... Estas columnas son falsas, pero es verdadero el mensaje que transmiten, referencia al mundo clásico del cual deriva la cultura occidental... En este teatro se ha decidido enfatizar, aunque de una manera en cierta medida un poco lúdica, un poco humorísticamente, lo que es la puerta de la entrada a la sala. En cierta medida hay que considerar que también tiene ese valor de decir: la puerta está ahí, por ahí se entra al teatro».
Tanto por fuera como por dentro, el edificio transporta al ayer. No en vano se inspira en el Teatro de Epidauro concebido por Policleto el Joven. Constituye, en suma, un reflejo espiritual del viaje a Grecia que Francisco Javier realizara en 1984 y que caló en su admirable creatividad.
Para que a la historia del edificio no le faltara ningún ingrediente, le afectó la disputa política. Moción de censura por medio, tras haber liderado Juan Hormaechea el proyecto sería el gobierno presidido por el socialista Jaime Blanco quien lo inaugurara.
Según informó El Diario Montañés al día siguiente del concierto de apertura (crónica de Javier Fernández Rubio y Guillermo Balbona, fotos de Manuel Bustamante y Sé Quintana), acudieron al acto, entre otros, los expresidentes Ángel Díaz de Entresotos y José Antonio Rodríguez; el consejero de Cultura, Rafael de la Sierra; el presidente del Parlamento regional, Adolfo Pajares Compostizo; el alcalde de Santander, Manuel Huerta; el delegado del Gobierno, Antonio Pallarés; el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria, Claudio Movilla; el fiscal jefe de la Audiencia Provincial, Lucio Valcárcel; el director del FIS, José Luis Ocejo; el dibujante y pintor José Ramón Sánchez, autor de varias de las obras de arte que ilustran el recinto, y Francisco Javier Sáenz de Oiza. Por el ministerio de Cultura sólo estuvo presente el subdirector general de Música, Francisco Cánovas.
El rotativo matizaba en portada que, contra lo esperado, ningún miembro de la Familia Real ni del Gobierno de la nación se desplazaron hasta Santander. Los entendidos en la materia subrayaron las cualidades de la Sala Argenta. Ricardo Hontañón, cronista de El Diario Montañés, elogió su «excelente acústica» y «fantástica visibilidad».
Transcurridas tres décadas, el Palacio de Festivales de Cantabria ejerce de referente cultural para Santander y la comunidad autónoma, programándose en sus salas cada año espectáculos de gran calidad para todo tipo de público. Incluso es ya una pieza plenamente asumida en la iconografía urbana. De no existir, se le echaría en falta. Enhorabuena por estos treinta años de andadura a sus responsables y a los profesionales que en diversas áreas trabajaron y trabajan en él, desarrollando una magnífica labor. Cumpleaños feliz. Proa hacia el treinta y uno.
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