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La magnífica fachada blanca del Hotel Real, en lo alto de un promontorio con vistas sobre la bahía de Santander, se mantiene impoluta 105 años después de su inauguración, el 12 de julio de 1917. Apodado como la Dama Blanca -término acuñado por el torero Ignacio Sánchez Mejías- por esta apariencia, encierra gran parte de la historia de la ciudad, pero, al mismo tiempo, no deja de «vislumbrar el futuro», como destacan desde la cadena Eurostars (Grupo Hotusa), que desde 2013 está al frente de la gestión del establecimiento, propiedad de la familia Botín.
El Grupo Hotusa tiene 200 hoteles en 20 países. Su presidente y fundador, el gallego Amancio López Seijas, remarca que «aspiramos a ser capaces de mantener su prestigio y posicionamiento como el hotel de referencia de la ciudad, para que la leyenda de la Dama Blanca continúe y el Real siga siendo uno de los iconos de Santander y uno de esos lugares que es parada obligada para quien la visita».
El Hotel Real es un icono arquitectónico y turístico de la ciudad, de la que forma parte de su paisaje y patrimonio arquitectónico. «Es un honor, un privilegio y una responsabilidad, ya que supone estar a la altura del legado de más de 100 años de un establecimiento que es parte viva de la historia del país en sus más diversos ámbitos», continúa Seijas.
Este establecimiento hotelero de cinco estrellas gran lujo es la huella de aquellos majestuosos años en los que la capital cántabra enamoró a la corte real y fue lugar de vacaciones de Alfonso XIII, el monarca que impulsó su construcción. Además de la monarquía, el hotel ha mantenido su prestigio y lujo acogiendo a artistas, escritores e intelectuales que se rindieron a los encantos de sus vistas, como Woody Allen, Bruce Springsteen, Ennio Morricone o Julio Iglesias.
Dirigido en la actualidad por Ricardo Silvestre, que acumula más de 25 años de experiencia en el mundo del turismo, el Hotel Real cuenta con 48 empleados fijos. Tras el arranque de la temporada estival, desde la Dirección confían en que se cumplan las previsiones, después de los dos años marcados por la pandemia, y este sea «el verano de la recuperación, lo que sin duda se nota en la ocupación hotelera».
Las secuelas del paso del tiempo en el edificio fueron atajadas con unas profundas obras de renovación que tuvieron lugar el año de su centenario (2017), actualizando las habitaciones y salones, sin intervenir en su estilo clásico y su diseño tradicional creado por el arquitecto Javier González de Riancho Gómez, a quien se le encargó el proyecto inspirado en el Ritz, el Palace de Madrid y el María Cristina de San Sebastián, según dejó escrito el propio arquitecto en sus memorias. Además, las obras de mejora del hotel supusieron la reforma de parte del sótano y de la talasoterapia, con una inversión de cuatro millones de euros que permitió dotar de muchas más comodidades al hotel.
Las obras de mejora del Real alcanzaron a las 123 habitaciones y a sus suites. También los salones fueron reformados y el gran hall de acceso. El suelo es de mármol, en damero blanco y negro. Y en el gran salón social prima la vuelta a parte de la decoración original de los años veinte, en la que predomina el color blanco y la luminosidad.
En él destacan las grandes lámparas, originales de la construcción de este edificio diseñado, hasta en sus últimos detalles, por González de Riancho, el mismo que, junto a Gonzalo Bringas, hizo para Alfonso XIII el Palacio de la Magdalena. Fue el Rey quien pidió en 1915 al banquero Emilio Botín López que se hiciera cargo del proyecto y lo llevara a fin. Su nieto Javier Botín O'Shea preside hoy la sociedad Hotel Real SA, propietaria del inmueble.
El Real conserva su categoría de gran lujo, pero aún mejorada. Las habitaciones han sido transformadas con un nuevo sistema de climatización y de electricidad, baños completamente nuevos, el suelo de moqueta, las paredes empapeladas, las butacas tapizadas y las paredes acondicionadas para mejorar la privacidad. Mantiene, eso sí, los muebles históricos, los del año de la inauguración, los que dan al Real ese aire de palacio, el que se buscaba cuando se construyeron otros hoteles de este estilo en España y en el resto de Europa, como el Palace y el Ritz de Madrid, para alojar a las personalidades nacionales e internacionales, que, como en Santander, cada verano seguían a los reyes. Hoy el hotel está preparado para todo tipo de eventos y en su planta sótano ha sido ampliado el comedor con salida a los jardines y el palmeral, con una nueva explanada para celebraciones.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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