![El descanso de los regatistas pioneros](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202210/21/media/cortadas/77285656-ksWE--1248x944@Diario%20Montanes.jpg)
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Santander nace y vive a la orilla de la bahía. Y mientras los padres trabajaban en las tareas de la mar, los hijos crecían con el afán de recrearse con la navegación. Aquella joven burguesía descubrió el deporte marítimo y promovió la competición de los ... barcos a remo o a vela. Aplicó las regatas al paisaje y prestigio náutico de los santanderinos hasta que la edad los reposó en la tranquilidad de un palacio entre juegos de salón. El reconvertido Real Club de Regatas de Santander (1870) es la sociedad más antigua de las que subsisten en la ciudad y acaso el club náutico más antiguo de España, aunque sus socios ya no se metan en el agua. Gracias al acuerdo con una empresa hotelera que ocupa parte de sus instalaciones podrán mantener la tranquilidad durante muchos años más.
En la segunda mitad del XIX, el progreso se encontraba en los muelles. El ajetreo de los sacos de café de las Antillas o los de harina de Castilla daban vida a la ciudad. También los hijos de los consignatarios, de los navieros y de los comerciantes coloniales tenían al mar por referencia. En sus reuniones se hablaba de las aventuras marítimas, de las excursiones hacia el Astillero o a la ría de Cubas y con motivo de una regata contra los bilbaínos, aquellos jóvenes decidieron organizarse, y el 28 de mayo de 1870, cuarenta y dos de ellos crearon el Club de Regatas de Santander. Eligieron presidente a Martín Ruiz Marqués y ubicaron su sede en el número 11 del Muelle. Su finalidad era la de fomentar la afición a las diversiones marítimas e introducir mejoras en los salvamentos. Su primera actuación fue el 23 de octubre de aquel año con motivo del naufragio de una lancha de pescadores. Abrieron una suscripción y con el dinero recaudado compraron tres lanchas para las familias de las víctimas para facilitarles un medio de subsistencia. También participaron en una exposición marítima celebrada en Barcelona donde consiguieron una mención especial sobre el tema de 'Salvamento'. Invitaban a los remeros de los cabildos para que acudieran a sus pruebas, fomentaban la participación de las mujeres y los niños en las pruebas de remo y organizaban ensayos y maniobras de salvamento marítimo, además de competir con sus botes y balandras de vela.
En 1880 un incendio asoló la sede social del Muelle y los socios se trasladaron al Café Cántabro de la Plaza Vieja de forma provisional. Fue un revés para el club que sin embargo experimentaría un avance con la incorporación de un crucero construido en Santander, el 'Ana María', que con grímpola del Club de Regatas compitió por primera vez en el abra bilbaína con balandros vascos y franceses.
En 1893 recibió el título de Real. Ese mismo año organizó una popular regata de vela, la Copuca, de carácter local, sustituida por la Copa Gallo que aún hoy se mantiene amparada por el Real Club Marítimo. En 1899 llegaría un momento decisivo del desarrollo del club, cuando los socios ya no cabían en el domicilio social que habían recuperado tras el incendio en el Muelle y entablaron negociaciones con Everilda Pombo, hija del primer marqués de Casa Pombo, Juan Pombo Conejo (1815-1889), para adquirir por 625.000 pesetas el palacio que el marqués mandó construir tras adquirir los terrenos en 1852, y que fue restaurado tras un incendio en 1875 manteniendo la decoración de inspiración clásico-barroca.
Las diversas competiciones en las que se implicaban los regatistas cántabros tuvieron un enorme aliciente con la primera visita de Alfonso XIII que regateó en 1906 en la bahía santanderina. Fue un acontecimiento la llegada del joven monarca al palacio del Club de Regatas para recibir su premio. Este mismo año fue uno de los siete clubes fundadores de la Federación Española de Clubes Náuticos, junto a otros de Bilbao, San Sebastián, Gijón, Alicante, Barcelona y Cartagena.
La afición a la vela del rey y su asentamiento en el Palacio de la Magdalena durante los meses estivales contribuyó a mantener la actividad deportiva y náutica durante las dos primeras décadas del siglo XX, pero el confort del palacio, con su rico mobiliario y los camareros usando frac con botones dorados por decisión de la junta, fueron apartando a los socios del mar trasladándolos hacia el uso confortable de una especie de casino donde la madurez reclamaba un reposo merecido. En este ambiente no estaba cómoda la sección más joven y apegada a la actividad náutica que decidió escindirse para crear el Real Club Marítimo de Santander en 1927.
En la actualidad el Real Club de Regatas tiene actividades propias de una sociedad cultural, con una destacada biblioteca y con secciones para la práctica del billar, el ajedrez y juegos de mesa como el bridge y la canasta. Destaca su historial en billar con el mantenimiento de su hegemonía en Cantabria. En el club se han organizado campeonatos de España desde 1932 y sus jugadores han participado en la Liga de Honor y en Primera División durante varios años, con destacados jugadores como Francisco Ruiz Alcalde, Enrique Herbón Jiménez o Miguel Burgués Ruiz. También ha destacado en ajedrez desde 1949.
En 2014 los socios del Real Club de Regatas cedieron parte del palacio a una empresa hotelera durante un periodo de setenta años para la explotación de un hotel que ha habilitado 64 habitaciones, restaurado las estancias de los socios (comedor, biblioteca y sala de billares) y renovado la fachada del inmueble que está protegida como Bien de Interés Cultural. En esa rehabilitación se ha echado en falta una placa informativa que hubiera recordado el primitivo uso del edificio como residencia del que fuera destacado impulsor de la industria, el turismo y el desarrollo urbanístico y portuario de Santander, además de alcalde de la ciudad e Hijo adoptivo de Santander, Juan Pombo Conejo.
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