Así se desinfectan los autobuses urbanos

Un equipo de protección individual (EPI), una máscara completa con filtros para respirar, guantes y una máquina con motor a modo de mochila llena de desinfectante. Este es el equipamiento con el que cuenta el técnico que cada noche fumiga entre 70 y 80 -50 los fines de semana y festivos- autobuses urbanos de Santander en las cocheras de Peñacastillo. Un proceso de limpieza intensivo que comienza a las nueve de la noche y que deja a punto los vehículos a las seis de la mañana para comenzar con los primeros servicios de la jornada. El primer paso es una limpieza general. Cuatro trabajadoras repasan las barras, asientos y suelo con lejía. Los últimos vehículos llegan a las cocheras tras haber terminado su servicio, mientras dos conductores se dedican a sacar los autobuses, que ya han pasado por la primera limpieza, de la flota para llevarlos al punto de repostaje. Allí se realiza un aspirado del suelo, rellenado del depósito y, a veces, se utiliza el tren de lavado.

Un procedimiento que deja preparados todos los vehículos para que, alrededor de las 00.30 horas, comience la desinfección diaria con la que se acaba con cualquier resto de patógenos que quede en las superficies o ambiente de los autobuses. Un nuevo paso en la cadena de limpieza del transporte público que desde marzo se lleva a cabo de forma coordinada con el resto de operaciones. El método de aplicación de la desinfección es aéreo por nebulización (microdifusión) eléctrica. El equipo de impulsión por motor térmico emite partículas muy finas y con una densidad menor que la del aire. De esta forma, ascienden a lo más alto y llegan a recovecos no accesibles con una limpieza manual. El descenso de esas microgotas es muy lento y crea un «efecto lluvia» sobre la atmósfera, posiblemente contaminada, para así arrastrar e inactivar las partículas, bacterias y patógenos que en ella puedan encontrarse. Se crea así una nube virucida que actúa, en este caso, contra el covid.

Cada vehículo es fumigado durante uno o dos minutos para que después el producto se reparta de forma expansiva y homogénea a través del aire. Es importante que este sea el último paso, ya que los productos biocidas son altamente inflamables e irritantes y pueden resultar dañinos si no se toman las medidas adecuadas. Por esta razón, tras aplicar el tratamiento hay que respetar un plazo de seguridad de 3 horas. Esta tarea finaliza alrededor de las tres de la mañana para que los autobuses estén listos a las seis y no haya riesgo para los usuarios. Durante este tiempo, nadie puede acceder a las instalaciones y los vehículos permanecen con las puertas abiertas para favorecer la ventilación. El producto utilizado es Ox-Virin, compuesto por un 25% de peróxido de hidrógeno, 8% de ácido acético, 5% de ácido peracético, núcleo OX-VI, excipientes y agua. Su uso es apto para la industria alimentaria, uso ambiental y está evaluado y registrado por el Ministerio de Sanidad como producto con eficacia virucida demostrada. Este queda almacenado en las cocheras para que la manipulación sea la mínima.

Alfonso Rey, director técnico de la empresa CTS Norte, encargada de la limpieza ambiental, explica el aumento de la demanda de los servicios tras la crisis provocada por el covid: «Hasta la llegada de la pandemia, la desinfección era el hermano pobre de todos los trabajos que realizamos. Hacíamos las dos o tres limpiezas que se exigen por ley al año, no hacía falta más, pero ahora es primordial aplicarla a diario para que sea eficaz».

Fernando Rocillo, director de Proyectos y Producción de TUS, afirma que durante los meses de verano, en los que la incidencia del virus bajó considerablemente, se valoró la posibilidad de eliminar esta última desinfección intensiva, pero decidieron mantenerla por precaución. Ahora, «es impensable» dejar de realizarla y , de momento, se llevará a cabo de forma «indefinida». Además de esta fase adicional de desinfección, la empresa ha colocado dispensadores de gel, ha limitado el aforo, las ventanillas permanecen abiertas y se utilizan mamparas para proteger a los conductores. Hasta el momento, sólo se han registrado dos positivos de trabajadores, hospitalizados al comienzo de la pandemia, pero no hubo transmisión entre el resto de profesionales.