El deterioro de la plaza de Pombo

Lo primero que llama la atención, antes incluso de acceder a la plaza en sí, es el césped. O, mejor dicho, la ausencia de este. La tierra está a la vista y en algunas zonas hay excrementos de perro sin retirar. Los bordillos tampoco están en su mejor momento y en las escaleras de acceso a la plaza –por el lateral que da a la calle Las Infantas y al hotel Soho Boutique– está rota la piedra que limita los escalones.

Las baldosas no presentan grandes desperfectos en la zona más céntrica de la plaza –más allá del desgaste propio del paso del tiempo–, pero muchas están rotas en los laterales. Se debe al crecimiento de las raíces de los árboles, de gran porte en el perímetro de la plaza, que ha hecho de las suyas tanto en el suelo, como en los bordillos de las zonas ajardinadas, como en la tierra, de donde sobresalen varios centímetros. Y al mobiliario urbano característico de la zona se ha unido esta semana un nuevo elemento: un lavabo que alguien ha abandonado junto a un banco.

Otro 'mal' que se extiende por la plaza son los grafitis. Los hay se mire donde se mire. En el mismo templete del centro hay garabatos hechos con espray de los que se puede destacar la consideración de que se hayan rotulado con una tinta gris muy parecida al tono de la piedra. Los bancos también tienen pintadas y los accesos al aparcamiento subterráneo ubicado justo debajo de la plaza están todos llenos de garabatos y de pegatinas. Estos accesos, además, tienen losas despegadas y acumulan verdín.

Una de las principales quejas vecinales es que la plaza de Pombo se convierte, en cuanto hay alguna celebración, en un botellón masivo. La Semana Grande es una de esas ocasiones, aunque la presencia de las casetas de la Feria de Día rebajan el problema, ya que estos establecimientos hosteleros le ganan terreno a los jóvenes cargados con bolsas. La plaza no corre la misma suerte en las fiestas de fin de año como Nochevieja, cuando el botellón sí campa a sus anchas.

Aunque la plaza de Pombo no atraviesa su mejor momento, su entorno se está renovando y revalorizando. Tres de los inmuebles que lo rodean, el Palacio de Pombo y el Banco Santander (sus dos edificios, el del arco y el antiguo Banesto), están recién rehabilitados o sumidos en obras de remodelación. El Palacio, sede del Club de Regatas, se ha reconvertido en el hotel Soho Boutique, que se inauguró a finales de 2022 y que renovó todas sus instalaciones y su fachada, que recuperó entre otras cosas la terracota original del edificio.

El antiguo Banesto o Banco Mercantil, propiedad del Santander, es otro de los inmuebles renovados en el entorno de la plaza y abrió sus puertas el verano pasado, completamente rehabilitado pero respetando la fachada de uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad. Ahora, alberga los servicios centrales de la Territorial de la región.

También del Santander es el edificio que da al Paseo Pereda con su característico arco. Este está aún sumido en las obras –se alargarán hasta finales de 2025– que lo convertirán en Faro Santander, un gran espacio museístico que albergará las obras de arte del fondo de la Colección Banco Santander. Cuando terminen las obras, se abrirá un plazo para abordar la fase destinada a testar las instalaciones antes del montaje definitivo de los fondos de arte, por lo que la inauguración de este nuevo centro de arte en la ciudad es aún lejana. Y ahí sí, cuando todo el entorno de Pombo esté renovado y en funcionamiento, quedará por ver si la plaza está a la altura de su ubicación o si sigue acumulando los mismos desperfectos.