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Con un repaso crítico, pero no muy alejado de la realidad se presentaba José María Pérez 'Peridis' este viernes en una sala repleta para compartir sus reflexiones y preocupaciones sobre el Cabildo de Arriba. El encuentro fue promovido por el grupo Alceda y se desarrolló ... en el Ateneo. A través del artículo publicado 'Hasta una ruina puede ser una esperanza' en El Diario Montañés, se puede ver como el arquitecto narra desde su experiencia personal la inminente demolición de varios de sus edificios. Una reflexión donde visita el lugar y pone el valor histórico y cultural del barrio con la ayuda de personajes célebres como Galdós, Pereda, Menéndez Pelayo, Vallejo y Unamuno, que expresan su preocupación por la pérdida de la memoria y la identidad del barrio.
«He venido por vosotros –refiriéndose al público–, una ciática todavía, pero dos ya es más complicado», aseguraba con un toque de humor al principio de su intervención. «Hay que resucitar la memoria, este es el objeto de la pelea. Que se conserve, se restaure y se llene de vida el centro histórico de Santander de nuevo». Una preocupación porque no se pierda la mirada de la ciudad –que ilustraba con uno de los ejemplos personales que lleva a gala– y es su pelea por la restauración del monasterio de Santa María de la Real, en Aguilar de Campoo, donde con la implicación de todo el pueblo se consiguió el objetivo. En un repaso desde su niñez a su salto como arquitecto relataba la importancia de ver desde todos los prismas el mismo elemento. «Un niño aspira a desmontar un juguete, imagínate cuando ves un castillo en ruinas», argumentaba. Con la carrera de arquitectura en la mochila, en 1977, Peridis vio en ese monasterio lleno de escombros la oportunidad de transformarlo en algo útil como un instituto. «Me atreví porque no tenía miedo a hacerlo».
José María Pérez, Peridis
Arquitecto y dibujante
Un ejemplo que también cobraría mucha relevancia a lo largo de su exposición fue el cuento de Caperucita Roja. «Mi madre que era la abuela de mis hijos, pasaba ya de mayor gran parte del día en su cama, un domingo todos los nietos la rodeaban, vi en ella la historia de caperucita y el lobo», relataba. Por eso le pidió que contase una de sus historias de cuando era niña y cuidaba a las ovejas. «Madre, cuénteles cuando se enfrentó al lobo». Pérez cuenta como con vergüenza explicaba que cuando vio al lobo, se escondió y para que se marchase había que soltarle alguna palabrota. Una grosería que permitió que los pastores fueran en su ayuda. «Al lobo hay que darle voces, para proteger las ovejas», confesaba.
El arquitecto apuntaba que el Cabildo son las ovejas, pero ya no hay muro que las proteja del lobo.
Con un símil del pasado, Peridis quiso recordar por qué la madre de Santander, «dejamos que se la coma el lobo». Un apunte que –con transfondo incluido– ponía el foco en las instituciones: «No parece razonable que lo único que no se quemó del centro histórico de la capital cántabra desaparezca».
Con comparaciones con otros centros nostálgicos de grandes ciudades que siguen en pie apostillaba que «hay dinero y tecnología, pero no veo la voluntad de recuperar el Cabildo», poniendo el ejemplo de Venecia. «Si en Italia tirasen todo lo que está en ruina, no podríamos ver Venecia».
Pérez aboga porque se luche por mantener el legado de un barrio que se encuentra ante la amenaza de la demolición. «No veo la voluntad de recuperar el Cabildo como la madre de Santander y su repoblación, en buena medida, para un público joven con niños que paseen en bicicletas en espacios verdes con flores».
Ante alguna de las preguntas de los presentes que recordaban el trágico suceso que costó la vida a tres personas en el derrumbe del Cabildo. Peridis dejaba la siguiente reflexión: «Las víctimas solo sirven para tirar más casas». En un viaje a sus tiempos de estudiante recordaba como en la facultad le dijeron que «para que una casa se caiga tiene que estar mal proyectada, mal construida, haya un poco de mala suerte y que Dios la empuje con el dedo». Para terminar, el arquitecto recordó que «cada sitio tiene una historia, pero para llevar a cabo actuaciones tiene que haber una voluntad del pueblo».
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