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Domingo de Ramos, de palmas, de nazarenos vestidos de blanco, de borriquilla y de bulla de muchedumbre celebrando su llegada. Las campanas suenan con su repertorio de arrebato. Esta vez sí, el tiempo ha concedido una tregua y Santander ha podido disfrutar de uno de los momentos más especiales de la Semana Santa. A las 10.45 horas comenzó en el Ayuntamiento la procesión del Domingo de Ramos, también llamada De Los Ramos, procesionando la Real Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Sagrado Descendimiento del Señor y San Felipe Apóstol, con el paso La Entrada en Jerusalén, más conocido por La Borriquilla. Una procesión en la que participaron representantes de todas las cofradías y que fue seguida por numeroso público que aguantó el recorrido –tanto en la ida como en la vuelta– pese a los nubarrones.
La comitiva llegó por Calvo Sotelo hasta la Plaza de Las Atarazanas, en donde el obispo de Santander, D. Arturo Ros, bendijo las tradicionales palmas. En ese momento, comenzó una ligera lluvia y se decidió tapar las imágenes con plásticos para protegerlas del agua. Al arreciar la lluvia, muy acertadamente se llevó rápidamente el paso hasta la carpa de la plaza Porticada para su protección, mientras los cofrades subían hacia la Catedral. A mediodía comenzó en su interior la misa estacional oficiada por el obispo.
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Como parecía que ya no hacían falta paraguas, se decidió llevar nuevamente el paso hasta la entrada de la Catedral, y allí esperó la salida de todos los cofrades. Terminada la misa, La Borriquilla comenzó la procesión de vuelta hasta la carpa, acompañada nuevamente por todas las cofradías, pasando por plaza del obispo Eguino y Trecu, Somorrostro, Alfonso VIII, Calvo Sotelo, Lealtad, Juan de Herrera y Plaza Porticada. Y presente, otra vez, una fina lluvia que no se decidía a marcharse.
La cofradía de El Descendimiento fue fundada en el año 1946, e integrada en sus orígenes por personas del gremio de la alimentación. El paso está formado por un grupo escultórico que data del año 1969, obra del cántabro Manuel Cacicedo, formado por ocho tallas, destacando la de Jesús, con la que el autor consiguió que todo el gran volumen de Jesús sentado sobre la borriquilla, descanse sólo sobre las cuatro patas del animal, con una altura de 2,40 metros, desde el suelo hasta la cabeza.
La talla de San Pedro expresa claramente en su rostro el gesto de reprender airadamente al fariseo que, con el serio gesto de su cara y con sus manos, intenta imponer silencio a los presentes. Este paso está considerado por su calidad artística como uno de los mejores conjuntos procesionales sobre este tema de todos los que procesionan en España.
Este Lunes Santo el turno será para Nuestra Señora de la Esperanza. Es tiempo de disfrutar de las procesiones pausadas, en las que se conjugan el ruido con el silencio, el rezo con el entusiasmo, la seriedad con la alegría y el respeto con una inmensa devoción.
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