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Muchos vecinos recuerdan este pasado jueves, cuando abandonaron sus casas ante el riesgo de derrumbe, y esperan que ojalá sea el último capítulo de una historia que comenzó hace tres años y que ha terminado por alumbrar datos que muchos desconocían. Como que los ... planos originales del proyecto de construcción del número 13 de la santanderina calle Isabel II contemplaban en 1945 tres plantas menos que las actuales, algo que está siendo estudiado como posible causante del deterioro del inmueble.
Los problemas estructurales salieron a la luz con la obra de acondicionamiento de uno de sus bajos comerciales, que hoy acoge una tienda de telefonía móvil. En aquel entonces -julio de 2017- el Ayuntamiento de Santander exigió a la comunidad de propietarios la elaboración de un informe estructural del edificio. Pero el proyecto para acometer las mejoras, encargado al ingeniero Joaquín Calonge, no llegó hasta diciembre de 2019.
Consultados por este periódico, varios propietarios, que prefieren mantenerse en el anonimato, culpabilizan de la «irresponsabilidad» a «algunos vecinos» y «algunos comerciantes», que impidieron el trabajo a los ingenieros, dado que para la evaluación de la salud de la estructura fue preciso realizar catas en el hormigón.
1945 El proyecto original de construcción del edificio contempla una planta baja con seis alturas
1953 Se realiza la ampliación del edificio en dos plantas más en altura, pero no consta refuerzo de pilares
1960 Se amplía otra planta en el ático pero tampoco se acomete refuerzo de la estructura
2017 El Ayuntamiento urge a la comunidad de vecinos a estudiar la salud de los pilares del inmueble
«Hubo comercios que se negaban a dejar entrar a los ingenieros porque alegaban que les iba a afectar en el negocio. Otros vecinos no permitieron el acceso a sus casas porque no querían y otros aducían no poder pagar la derrama para la obra», cuenta uno de los propietarios. Y así, por una u otra razón, las obras para asegurar los pilares desgastados de un edificio construido en plena posguerra (1945), con materiales de dudosa calidad, se demoraron tres años. Todo con el consecuente peligro que ha supuesto ante la posibilidad de derrumbe.
Además, el plan de reforma, al que ha tenido acceso este periódico, señala claramente que «el proyecto original describe el proyecto a construir con tres plantas menos de las actuales, es decir, la planta baja más otras seis, y así aparece en todos los planos del edificio».
El texto redactado por el ingeniero encargado de la rehabilitación añade que «se ha encontrado también un documento del año 1953 en el que se describe que se han realizado dos plantas más que las que aparecen en el proyecto original de 1945, no se describe si se ha realizado modificación alguna de la estructura con respecto a la presentada originalmente». También que «aparece una documentación de 1960 por la que se pide licencia de obra para la ampliación de una planta más [...] no se realizó ningún calculo ni refuerzo de los pilares, no se ha encontrado documentación ni se ha observado refuerzo alguno».
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El ingeniero, que estudia estos hechos como posibles causantes del deterioro de algunos de los pilares, indica también que el inmueble se levantó en una época de posguerra en la que escaseaban los materiales de construcción, y el suministro a la obra fue heterogéneo, por lo que la resistencia del hormigón no es muy alta y resulta diferente en diferentes puntos de la construcción. El resultado es que hay catas de los pilares que alumbran una resistencia por debajo de los 80 kilogramos por centímetro cuadrado.
La 'enfermedad' del edificio se resume en un deterioro debido a la carbonatación y la oxidación. La primera es una reacción química que se produce entre el gas carbónico del aire y la cal libre del hormigón. Este proceso es capaz de profundizar varios centímetros. Si la calidad de los materiales no es la mejor, como es el caso, el proceso llega a las armaduras, desprotegiéndolas, y permitiendo que la acción del oxígeno y la humedad ambiente corroan el acero del forjado.
Es lo que los técnicos observaron el pasado jueves cuando destaparon el pilar que saltó las alarmas. «Uno que se encuentra en el entresuelo que da a la calle San Francisco, pero que no se encuentra en la fachada, sino que está unos metros hacia el interior del edificio», aclaró el primer teniente de alcalde, César Díaz.
El proyecto de Joaquín Calonge contempló entonces la intervención en otros 59 pilares en mal estado y el estudio de otros 111 de los 400 con que cuenta el edificio, pero aún se desconoce la revisión del proyecto de rehabilitación que acometerá el ingeniero tras el suceso del pasado jueves.
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