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Emergente ciudad de Santander en 1855

Emergente ciudad de Santander en 1855

La revista francesa 'L'Illustration Journal Universel' publicó un artículo sobre la villa firmado por Lavallée con una perspectiva inédita Un grabado de la ciudad publicado hace 162 años y escasamente conocido ofrece claves de su evolución

PEDRO SARABIA ROGINA/ ESTEBAN SAINZ VIDAL

Santander

Domingo, 1 de octubre 2017, 19:45

En el mes de mayo de 1855 apareció en el número 637 de la revista francesa 'L`Illustration Journal Universel', un artículo de dos páginas titulado 'Agrandissement de la ville de Santander' (Crecimiento de la Ciudad de Santander), firmado por Lavallée. El trabajo se ilustra con un grabado detallado de la urbe. A diferencia de otras imágenes de la capital publicadas en diferentes revistas ilustradas nacionales e internacionales durante el siglo XIX, la que presentamos ahora tiene la peculiaridad de ofrecer una vista de Santander desde el sur-suroeste, mostrando, en primer plano, los terrenos que ocuparon con el tiempo los ensanches portuarios de Maliaño y Raos.

'L´Illustration' editó, entre los años 1834 y 1944, un total de 5.293 números. Revistas de similares características se imprimieron en otros países de Europa durante buena parte del siglo XIX. Entre las publicadas en España destacaron E'l Semanario Pintoresco Español', 'El Museo Universal' o 'La Ilustración Española y Americana'. Sus páginas ofrecían al lector un variado número de temas: reportajes de actualidad, relatos de viajes, estudios históricos, biografías, etc..., siempre acompañados por magníficos grabados.

Parece que el autor del artículo, además de conocer la ciudad, estaba muy bien documentado sobre la historia local. Esta información pudo recabarla en los trabajos publicados poco tiempo antes por Manuel de Assas y Pascual Madoz. El trabajo se enmarca en una época en la que Francia mostraba mucho interés por los recursos minerales de la región, y por la actividad generada en el puerto santanderino.

El reportaje sobre Santander comienza con una descripción de la bahía de la que el autor destaca la profundidad de sus aguas, su situación abrigada a los vientos y la seguridad de su puerto. Hace referencia también al muelle próximo a la catedral y los fondeaderos situados al sur. También se describe el entorno del caserío caracterizado por un paisaje agrícola que contrasta con el centro comercial. Comenta la falta de masa arbórea en los alrededores, circunstancia debida a la actividad de la fábrica de La Cavada, que asoló tanto los bosques comunales como las reservas reales.

Por esas fechas la población de la ciudad rondaba las 25.000 'almas'; número en constante crecimiento debido a la actividad económica. En todo caso, señala, la emigración era un fenómeno corriente, que suponía el embarque a las colonias de unas 450 personas al año.

A mediados del siglo XIX el circuito comercial portuario generado en torno a la exportación de las harinas castellanas hacia América -81.771.808 de kilos en 1851-, y la importación de manufacturas que cerraban los viajes de retorno, aseguraba la pujanza económica de la villa.

En 1854, el puerto santanderino era, según los registros aduaneros, el segundo más importante de España, con cifras próximas a los 6 millones de francos. Lavallée reseña la importancia que tuvo en el crecimiento de la capital de la provincia el Canal de Castilla. La idea de esta ambiciosa obra surgió durante el reinado de Felipe II, aunque hubo que esperar a que Fernando VI, gran benefactor de Santander, pusiera el plan en marcha. Los trabajos no concluyeron hasta 1833. La idea consistía en prolongar los 144 kilómetros de la vía fluvial castellana mediante un ferrocarril, proyectado en 1850, que uniría, a través de la cuenca del Besaya, la población palentina de Alar del Rey, donde terminaba el Canal, y la capital montañesa.

En aquel momento el puerto de Santander era el segundo más importante de España

Este proyecto se complementaba, al oeste de la bahía, con la construcción del ensanche portuario de Maliaño, cuya ejecución se encomendó a una empresa francesa, dirigida por Pablo Wissocq, que no llegó a concluirla. La obra incluía la construcción de muelles de 2.150 metros de longitud, 12 kilómetros de diques, y una superficie libre de 1.000 hectáreas. En la zona más oriental estaba prevista la estación ferroviaria que, en opinión del autor del reportaje, cambiaría el paisaje blanco de la harina, por el negro del carbón. Se trataba, por tanto, de aprovechar el eje Canal de Castilla-Ferrocarril-Ensanche de Maliaño para comercializar el carbón de las minas palentinas de Orbó y Santullán. En principio, de estas explotaciones se extraían entre 45.000 y 50.000 toneladas, cantidad suficiente para abastecer las comarcas cercanas al Canal de Castilla. Con las nuevas infraestructuras se pretendía exportar el mineral hacia el Golfo de Gascuña.

Las dos pueblas

Lavallée describe con detalle la ciudad, sobre todo los edificios y espacios más importantes. En primer lugar señala la existencia de las dos villas o pueblas; la Alta, de calles estrechas, estaba habitada por gente humilde: obreros, pescadores y marinos. En este espacio sitúa el Castillo de San Felipe y el camino que conducía a la salida de la ciudad por Calzadas Altas. En el conjunto de la catedral, gótica con reformas posteriores, destacan los relicarios de los Santos Mártires; también llama su atención el suelo del templo, cubierto por lajas de mármol azules y blancas. Describe brevemente una pila con inscripción árabe, entonces situada al lado de la puerta norte y que hoy en día se conserva en el Museo-Torre de la Catedral. No deja de sorprender al viajero la superposición de las dos iglesias -Cristo y Catedral- a las que considera, con acierto, prácticamente contemporáneas.

Mayor atención se presta el escrito a la Fábrica de Cigarros, situada en el inmueble del antiguo convento de Santa Cruz del Monte Calvario, edificio construido en la primera mitad del siglo XVII por gracia de María de Oquendo Lasarte, y que llegó a albergar a 21 religiosas. Desde 1847 había empleado a 1.000 obreras que ganaban un franco y cinco céntimos al día. En sus talleres se confeccionaban 247.559 libras españolas de cigarros comunes, 39.082 de mixtos y 4.561 de cigarros puros.

Otro de los inmuebles descrito por el articulista es el Hospital de San Rafael, construido en 1791 por iniciativa del obispo Menéndez de Luarca. En aquellos años se podían atender en sus salas a 200 enfermos; por su lado, las casas de la Caridad y de los Huérfanos, tenían cabida para 230 individuos de ambos sexos.

El relato describe la ciudad baja como más moderna y edificada parcialmente sobre terrenos ganados al mar. Hace referencias a los restos de la antigua muralla foral, que ya a mediados del siglo XIX prácticamente había desaparecido. Atribuye correctamente la fecha de su construcción al reinado de Alfonso VIII. De la cerca solamente cita los arcos-puertas dedicados a Fernando VI, que había otorgado a la villa el título de ciudad en 1755, y a su esposa, Bárbara de Braganza. Dichos arcos fueron derribados en los años 1835 y 1830, respectivamente.

Conventos medievales

Otros edificios que se relacionan en el escrito son los conventos medievales de San Francisco y Santa Clara. En el primero se abrían las dependencias de correos, gobierno civil y una sección del cuartel de infantería. Del segundo, sobre el que se edificó el Instituto actual, informa que tuvo en su momento 27 monjas, atendidas por miembros de la orden franciscana, y que fue construido a costa de la viuda del afamado marino Gonzalo García de Santander. Para finalizar, hace una breve referencia al Colegio de los Jesuitas, fundación de un favorito de Carlos V, Luis de Quijada, preceptor de Juan de Austria.

Sobre la provincia

Para concluir el artículo, se esbozan algunos datos sobre la historia y recursos de la provincia. Destaca el valor y heroísmo de los cántabros ante la conquista romana del territorio culminada con Augusto, y a Julióbriga y Vellica, como las 'ciudades' más importantes de esa época.

Entre las riquezas naturales del territorio menciona los minerales de hierro, galena, mercurio y las aguas termales, aprovechadas «por gente de Madrid». Los pastos, los bosques de robles, hayas, encinas y castaños, especialmente en La Liébana, constituyen para el autor otros de los atractivos económicos de Cantabria.

Enclaves identificados

A. Entrada a la Bahía.

B. Fondeadero de navíos: los más importantes eran entonces ‘La Osa’ y ‘Los Mártires’, en la Canal.

C. Ría de Cubas.

D. Canales profundos en los que los diques en construcción harán de dársenas. En 1853 se otorgó a Pablo Wissocq, francés, la concesión de los ‘Muelles y Terrenos de Maliaño’. En 1897, el empresario cedió sus derechos a la sociedad ‘The Santander Harbour Company Limited’.

E. Arenas cubiertas de agua durante la marea alta.

F. Terrenos cubiertos y descubiertos alternativamente por la marea y que «los diques en construcción deben recuperar a la mar».

G. Diques y muelles en construcción.

H. Ferrocarril de Alar a Santander. Fue proyectado en 1850. La imagen del ferrocarril en el grabado es, con toda probabilidad, una recreación, puesto que la llegada del primer tren que llegó a la ciudad, procedente de Los Corrales de Buelna, tuvo lugar el 22 de octubre de 1858.

I. Faro de Cabo Mayor. Inaugurado en 1839.

J. Vigía. Atalaya de Señales construida por el Consulado de Santander en el Cerro de San Sebastián para el aviso de ataques corsarios u otras situaciones de peligro.

K. Ciudad de Santander.

L. Paseo alto dominando Santander. El Paseo del Alta fue abierto como camino militar a finales del siglo XVIII. Fue diseñado por Juan de Pignatelli, con el objeto de unir el Castillo de Pronillo, el Alto de Miranda y las fortificaciones del Sardinero y la Magdalena.

M. Paseo llamado de la Alameda. En su ejecución participaron los soldados carlistas, hechos prisioneros tras la Acción de Vargas (1833). Los paseos más frecuentados por la población en aquellos años eran los de la Alameda (Segunda), la Pequeña Alameda (Primera), el Alta y el Sardinero, lugar al que define Lavallée como un «establecimiento de baños de mar bastante frecuentado».

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