Una empresa catalana hará el proyecto de museo para el Palacete Cortiguera

Se dan varias circunstancia a reseñar en torno a este contrato. Se lo ha llevado, al final, la empresa que había interpuesto un recurso contra la primera adjudicataria del mismo, que fue Dypsa. Stoa recurrió la decisión municipal, Dypsa no presentó alegaciones y el Ayuntamiento ha optado por la empresa con sede en Barcelona.

Stoa hará un estudio de cómo puede ser el futuro Centro de Interpretación de Santander, si bien el Ayuntamiento tiene la idea de que en el palacete, en la calle José Ramón López-Dóriga -a pocos metros de la plaza de Cañadío- se instale también la sede de la Fundación Santander Creativa.

La redacción del proyecto en cuestión costará a la ciudad 17.545 euros. En él se especificará qué contenidos habría de tener el centro y cómo sería. Hace ya nueve años que el Ayuntamiento reclama el uso de este edificio, cerrado hace 26 años y muy deteriorado por dentro a la Administración central, que es la propietaria. Y aunque se han dado varios pasos para su traspaso al municipio, éste todavía no lo tiene a su disposición. En la actualidad, pertenece al Ministerio de Fomento aunque antes estuvo en manos del Ministerio del Interior.

Ceruti confesó ayer que no tiene «información de primera mano» sobre el edificio tras recordar que el Ayuntamiento solicitó al Gobierno central su cesión. Pero argumentó en favor del contrato realizado diciendo que, «en la Administración, como no des el primer paso, no das el segundo».

La realidad es que se han hecho numerosas gestiones hasta el momento, sin llegarse a conseguir el objetivo: la transmisión del inmueble una vez rehabilitado. El Consistorio se las prometió muy felices cuando el exalcalde de Santander Íñigo de la Serna estuvo al frente de Fomento, puesto que prometió hacer la inversión (ponerle en forma costaría por encima de un millón de euros) pero no dio tiempo a culminar el plan, entre otras cuestiones porque Interior conminó al Ayuntamiento a comprarlo o a plantear una permuta por otro bien municipal.

Ello no fue impedimento para que Fomento y el Ayuntamiento hicieran trámites por su parte. Fomento lanzó un concurso para elegir a un equipo de arquitectura que proyectara la rehabilitación y eligió, entre 23 proyectos que se presentaron, el del premio nacional de arquitectura César Portela, cuya propuesta respetaba la construcción «y dejaba también más espacio libre».

De forma paralela, el Ayuntamiento se mostró dispuesto a rebajar el nivel de protección del palacete, que es uno de los edificios intocables de la ciudad, al estar catalogado y clasificado con un nivel de protección urbanística nivel 1 integral. Para su reconversión a centro cultural, se aprobó recortar este nivel de protección al 2, que supone que se mantienen los valores esenciales del inmueble, pero se permiten ciertas intervenciones, como la instalación de un ascensor.

El Consistorio, incluso, comunicó al Ministerio que podría tramitar una modificación puntual del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para enfrentar la reforma. El bloque está muy deteriorado.

El palacete fue construido en 1888 como vivienda para la familia Cortiguera, de la que toma el nombre. Posteriormente se usó como Cámara de la Propiedad Urbana de Santander y, en la actualidad, es propiedad del Estado.