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Fuegos artificiales acompañaron al encendido de las luces Foto: Daniel Pedriza / Vídeo: Pablo Bermúdez

Encender las luces y detenerse el tiempo

Abarrotado ·

Miles de personas asisten al pistoletazo de salida de las fiestas en Santander

Álvaro Machín

Santander

Viernes, 2 de diciembre 2022

La noche del encendido tiene mucho que ver con el tiempo. No el del cielo –que también (hizo frío, pero nada de lluvia, todo bien)–. Ni siquiera el del reloj. Las seis, las siete, las ocho... Da igual. Es, más bien, con el paso del tiempo. A los mayores la decoración y las Navidades se les suceden a la carrera. En un pispás. Las de hace veinte años parece que fueron ayer. A los críos, sin embargo, les resulta una eternidad lo que hay entre la playa y el bañador, y el árbol y los adornos. Pero en el acto en el que la ciudad se ilumina, las dos escalas se cruzan. Encuentran un punto de reunión en sus direcciones opuestas en una parada de ilusión. Padres e hijos, abuelos y nietos, lo viven a su manera, pero juntos. La música folk de Highlanders con la Banda Municipal y el olor a palomitas con fogonazos de colores en los edificios de la Plaza del Ayuntamiento suponía destellos de nostalgia para unos. Muy bonito. Para los otros, saludar a Buzz Lightyear, Woody, Elsa y Olaf es algo de lo que seguirán hablando hoy con inocencia. Unos y otros coincidieron esta noche en algo más. Tras dos años, lo de este viernes, en cuanto a gente, fue algo brutal. Las luces, sí. Pero, sobre todo, un ambiente, una marea urbana, alucinante. Puede que el temor a tenernos cerca de los últimos años distorsione la percepción. Pero el que firma este texto cree que hubo más gente que nunca.

La tarde fue de largo recorrido. Primero, patinaje sobre hielo en La Porticada. Una exhibición de los campeones del Alexmar entre norias a escala, una caravana tirada por renos y camas y gomas elásticas para tener la sensación de estar volando. Y de ahí, al mercadillo en la Plaza de Pombo. Ya sólo los que pasan de cuarenta llaman a estos puestos –unos cincuenta en esta edición– los de 'los de los hippies' (cosas de santanderinos de toda la vida), pero ahí sigue un año más para las compras.

Imagen. El encendido en imágenes

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Imagen. El encendido en imágenes Daniel Pedriza

De allí, al Ayuntamiento. Por Juan de Herrera, música de pasacalles y juegos de habilidad. Muy animado. «Ponte, ponte», tiraba un padre hacia los personajes disfrazados de un chaval con un gorro tapándole casi hasta la mirada. «Que no, que le dan miedo». El crío no estaba por la labor.

En la plaza, una muchedumbre. Fuera, música en el escenario y el periodista Sergio Sainz como maestro de ceremonias. Dentro, en el hall de la Casa Consistorial, el árbol y el mago César Bueno deleitando a los integrantes de una larga lista de asociaciones de la ciudad. En el punto más estratégico de la capital han colocado una enorme bola rodeada de figuras de personajes de película. Del Rey León, La Bella y La Bestia, Frozen... Parece una carroza de las que desfilan en Laredo (sin flores) o una falla de las que queman en Valencia (sin fuego).

Para animar la espera, las coreografías del centro de danza Mancina. Una, por ejemplo, con el 'Rolling on the river' en la versión de Tina Turner. Y otra –sin esto ya no se pueden encender unas luces de Navidad–, con el 'All I want for Christmas is you' que se colará en tu mente este mes sin que puedas evitarlo (incluso, aunque ya la odies). Lo hicieron muy bien. Mucho más de andar por casa –pero muy divertido– fue el villancico que, subidos al escenario, cantaron por segundo decenas de integrantes de las peñas de la ciudad. Estos grupos se han ganado a pulso un hueco en los días grandes de celebración en Santander. Bien merecido. La alcaldesa, Gema Igual, cantó con ellos, pero antes tuvo tiempo de pedir que la ilusión de los más pequeños se nos traslade a todos para hacernos mejores personas.

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Y después de eso, hágase la luz. Una cuenta atrás sobre la fachada del edificio y, al final, un estruendo de fuegos y nieve artificial (a falta de la que no ha caído por ahora). Por las calles, 2,8 millones de leds. Eso, un árbol gigante, pinos, paquetes de regalo... Miles de personas grabando móvil en mano y viviéndolo a su manera.

Unos, los mayores, con ese punto de nostalgia. Otros, los pequeños, con la boca abierta. Al fin y al cabo, de eso va todo esto. Felices fiestas.

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