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Víctor Manuel Sánchez es inspector. No obstante, por el momento, ocupa el puesto de jefe accidental o interino de la Policía Local de Santander. Tras ... 25 años en el cuerpo, una baja le obligó a cubrir esa plaza y ahora es él quien desempeña «las funciones de jefatura». Lo ha hecho durante los meses más «atípicos». Y es que su mandato comenzó en febrero, poco antes de que se decretara el estado de alarma.
–El 2020 está siendo un año complicado. ¿Cómo se ha adaptado la Policía Local?
–Es un año atípico, nos ha pillado a todos con el pie cambiado, pero creo que reaccionamos rápido. La actividad en la ciudad cambió radicalmente y la nuestra también. Nos pasamos unos meses en los que todo era conseguir que se cumplieran las medidas impuestas. En la Policía Local desarrollamos un plan de contingencia y gracias a eso no hemos tenido ningún positivo en el cuerpo a pesar de haber trabajado con grupos de riesgo. Nuestra presencia en las calles ha sido constante. La ventaja es que estamos acostumbrados a tomar precauciones porque a veces tenemos contacto con personas con enfermedades infecto contagiosas. Dotarnos de medios fue más costoso. Disponíamos ya de ciertos medios porque hacemos actuaciones en sitios donde las condiciones sanitarias no son idóneas y teníamos una remesa de mascarillas.Eso nos sirvió para aguantar el primer chaparrón.
–En pleno verano y con el miedo a los rebrotes, las miradas se centran en el botellón, pero no es una práctica nueva. ¿Notan una mayor concentración de jóvenes en la calle?
–El botellón lo conocemos en profundidad, llevamos tiempo luchando contra él. Santander siempre ha sido un destino de ocio para la población que está en el arco de la Bahía. Los jóvenes veían la ciudad como el destino de ocio. Ocurría por la amplia oferta y porque era más barata una denuncia en Santander. La cuantía de las sanciones ha subido y eso disuade. En el 2018 hubo un fuerte repunte, los equipos que salían eran incapaces de abarcar todo y las estadísticas lo reflejaron, se doblaron las denuncias. En el 2019 hicimos un esfuerzo importante y logramos reducir las cifras. Este año es atípico y no tenemos el tiempo suficiente para saber si hay un repunte, que un fin de semana haya muchas denuncias, no es significativo, pueden influir cosas como el tiempo. Hay que esperar a que pase el verano para ver si se adivina un aumento o si el cierre de la hostelería supone un mayor consumo, aunque nosotros creemos que no. Haya o no botellón hay una presencia policial para prevenirlo y en caso de que se produzca, para denunciarlo. Todos los fines de semana tenemos refuerzos especiales.
–Aún así hay preocupación…
–No debemos confundir las reuniones de jóvenes con botellón. Hay muchos chavales que se reúnen, pero que no están consumiendo alcohol. Pueden generar molestias vinculadas a una reunión, puede haber ruidos, incumplimiento de medidas de seguridad, pero no bebiendo alcohol. El fin de semana pasado hubo gente en la zona de El Sardinero y la gran mayoría no estaba consumiendo alcohol. Identificamos directamente juventud y botellón, pero no es así. Creo que estamos criminalizando mucho a los jóvenes cuando no todos consumen alcohol. Si es cierto que todos disfrutan del ocio y se reúnen, pero beber no está siempre en la ecuación.
–¿Y qué opinan de esos vídeos en los que pueden verse muchos grupos de jóvenes?
–Los vídeos se grabaron en la misma zona y a la misma hora. Lógicamente si todos los locales cierran a las dos de la mañana, la gente sale a la misma hora, no es escalonada. Y hay que ser realista, un joven a esa hora casi empieza la fiesta y si cierran todos los bares, salen a la vez y se producen unas molestias. A las tres de la mañana no queda nadie, pero claro el vídeo ya ha quedado grabado.
–El cierre del ocio nocturno es otro de los temas candentes, ¿la medida está generando otro problema?
–No, pero nos toca adaptarnos. El principal problema es ese, que todo el mundo sale a la calle a la vez y eso provoca un aumento de la circulación y molestias, es imposible que no las haya. A es hora también tenemos programados más controles de alcoholemia. Multiplica la charla de un grupo por cincuenta y sobre todo en Santander donde la zona de ocio está muy concentrada. A las dos es imposible coger un taxi, sin embargo a las tres ya hay. Porque a esa hora no queda nadie. Hay un estallido de gente y de pronto, en un rato, ha desaparecido. Antes las molestias eran distintas, se producían durante toda la noche. Ahora eso se ha concentrado en un momento y eso las amplifica.
–Parece que se cumple la hora de cierre
–Sí, una inmensa mayoría de los hosteleros cumple. Y no solo con esa medida, sino con todo lo que se les ha impuesto. Y desde la Policía Local reconocemos la labor de responsabilidad que están haciendo en el sector. Siempre hay alguien que infringe, pero son una minoría. Y, precisamente, ese estricto cumplimiento supone que todo el mundo salga a la hora y que solo hablando, cientos de personas en una calle, se generen molestias. Siempre habrá alguno que haga el tonto o salte en un contenedor.
–¿Cuál es su papel ahí?
–La policía asegura que esa gente no forman grupos excesivamente numerosos, no se queda, sino que desaparece y adopta las medidas de seguridad.
–Y llegan las quejas...
–Hay sensibilidad de los vecinos que tienen un conocimiento absoluto de las nuevas normas y nos llaman para denunciar un incumplimiento. A veces, a alguna llamada, hay que reconocer que no damos abasto. Con los medios que tenemos intentamos ser eficaces. Pero aún así nos sirven para conocer cosas que desconocíamos. Es buen canal de información.
–¿Han recibido más avisos de fiestas en viviendas desde que el ocio nocturno tiene un limite de horario?
–El fin de semana pasado hubo diez fiestas. ¿Es poco o mucho? Por ahora no tenemos los datos suficientes para saberlo. Así como digo que durante el confinamiento se multiplicaron las quejas y las actuaciones por molestias en domicilios si lo comparamos con el mismo periodo del año pasado. No creo que ese vaya a ser el mayor problema, pero lucharemos para corregirlo.
–¿Cuál va a ser?
–Adaptarnos al nuevo modelo de ocio, la oferta de la hostelería, las llamadas a la responsabilidad a los jóvenes, los medios que podamos poner nosotros y el Ayuntamiento que presente alternativas. Un problema como el botellón no se puede luchar solo desde la perspectiva policial. Es un problema complejo.
–La gente está cumpliendo
–Sí, desde el inicio del confinamiento el comportamiento ha sido sobresaliente. Y ahora creemos que está siendo igual. En Santander sales y todo el mundo lleva mascarilla. Hay olvidos, gente que se la baja un segundo la mascarilla para respirar… Pero es normal, no somos autómatas. Están siendo muy responsables.
–¿Y los jóvenes?
–También, pero sí es cierto que por la noche el incumplimiento es mayor, de ese mismo joven que por la mañana lleva la mascarilla. Es un peligro criminalizar a los jóvenes. Estamos satisfechos con la respuesta de los ciudadanos y de los hosteleros y para lo demás estamos nosotros. Sería una utopía pensar que todo el mundo va a cumplir.
–¿Qué mensaje les lanzaría?
–El problema ya no se queda solo en las molestias o en la suciedad de la calle. El problema es mayor, trasciende a ese momento y sus resultados pueden ser muy duros incluso para ellos. Que no sean quienes pongan en riesgo su unidad familiar, aunque solo sea por egoísmo, que piensen en ellos y en su familia.
Hay problemas que siguen sobre la mesa, como la necesidad de contar con más agentes, el grupo municipal socialista reclamó al equipo de Gobierno retomar el proceso de selección para incorporar policías, porque la de este año es «la plantilla más escasa de lo que llevamos de siglo».
–¿Faltan efectivos?
–Lo medible no es discutible y es algo obvio que faltan agentes. Pero es importante ver de dónde venimos. En el 2019 las plantillas de policías locales tuvieron una merma importante de efectivos porque se aprobó el Real Decreto que permitía la jubilación anticipada hasta con 59 años. Para la plantilla de Santander, ya reducida, supuso la perdida de unos 50 efectivos en un año. A pesar de eso hemos hecho un esfuerzo para que no llegara a afectar al servicio que prestamos a los ciudadanos.
–¿Cómo se ha hecho?
–Con servicios extraordinarios durante todo el año. Los policías han hecho un esfuerzo para reducir sus periodos de descanso. Y lo conseguimos, se incrementaron nuestras actuaciones del 2019 con respecto al 2018 en casos que nos preocupaban como el botellón o accidentes de circulación. Hemos hecho más controles donde habíamos detectado necesidades de seguridad vial. Logramos reducir el numero de muertos y controlar el repunte de botellón, se supo compensar la reducción de la plantilla. El Ayuntamiento está haciendo un gran esfuerzo, todas las vacantes se convocaron en la OPE del 2019. Los 14 agentes que han entrado forman parte de esas plazas y son un balón de oxígeno. Son profesionales formados e ilusionados y estamos contentos con porque tienen experiencia.
–Pero no es suficiente
–Por supuesto, ahora se reanuda la oposición de 36 plazas que esperamos acabarla a lo largo del 2020. Estaríamos hablando de la incorporación de 50 policías. Sí es cierto que hay un déficit de personal en la Policía Local, pero creo que se están dando los pasos adecuados para corregirlo.
–¿Están notando esa falta de personal durante el verano?
–No. Este verano es atípico porque desaparecen necesidades de otros como el chupinazo o los conciertos. Ahora los recursos se destinan a otra cosa porque nuestra presencia está siendo constante, nos adaptamos a las necesidades que surgen.
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