Secciones
Servicios
Destacamos
Entre todas las esquelas que publicó ayer El Diario Montañés, hubo una que llamó la atención. No precisamente por su tamaño, sino por el contenido. «Hoy hemos decidido que no queremos seguir así, que pasamos de tener una vida peor de la que he ... tenido», comienza la necrológica de Paco Anievas, un vecino de Cueto que falleció el martes a los 67 años tras las complicaciones derivadas de una neumonía ligada a un cáncer de pulmón con metástasis en los huesos, en las glándulas suprarrenales y en la médula. Un ejemplo de que la muerte no distingue, pero sí la forma de decir adiós. Estas breves reseñas que aparecen en los diarios suelen informar de los datos del sepelio. Pero hay quienes huyen de los convencionalismos.
Así lo decidieron Eugenia Anievas y María Eugenia Martínez 'Kute', hija y mujer del difunto. Paco enviaba un mensaje cada mañana a sus seres queridos con los mejores deseos e incluso alguna canción. «El día que nos dejó, tomé yo el mando y para avisar a nuestro entorno de su fallecimiento, escribí lo mismo que pone en la necrológica. Es lo que él querría», cuenta su hija.
«Adiós amigos», versa el final de la esquela. Justo antes de invitar a casa de Paco, en la calle Rochela número 5 de Cueto, a todo el que quiera «celebrar» con la familia. Así es. Celebrar. Porque así era el carácter de Paco, un apasionado de las motos y de la Ruta 66, que aunque se fue «demasiado pronto», lo hizo en paz. «Esto le ha pasado para no sufrir. Porque pasaba de vivir en hospitales».
En su familia están tranquilos. Creen que exprimió su vida hasta el último momento. «Siempre decía que, una vez jubilado, se quería tatuar y dejar el pelo largo». Y era un hombre de palabra. El primer tatuaje fue durante su viaje por la Ruta 66. Pero al último no llegó a tiempo: 'All power'. Un mensaje cargado de energía que muchos de sus seres queridos se grabarán en la piel este sábado. «En la fiesta que haremos en su honor habrá un tatuador. Así le recordaremos para siempre», anuncia su hija.
Aunque de recuerdos, van sobrados. Sin ir más lejos, el pasado enero, cuando Paco se enteró de que había fallecido David Crosby, una leyenda del folk-rock. «Casi se pone a llorar». No se podía creer que ya no le vería en directo. «Papá, al final sí que vas a ir a verle», le dijo Eugenia cuando ya estaba sedado. «Que sepas que te quiero la hostia», añadió. Cinco minutos después, su padre se durmió para siempre.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.