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«Es falso que el agua empleada para apagar el incendio del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria (MAS) afectara al ... edificio o a los fondos de la Biblioteca. Sucede que el siniestro tuvo lugar el 20 de noviembre de 2017, cuando yo todavía me encontraba en activo, razón por la que estoy en condiciones de aseverarlo». Rosa Fernández Lera, quien fuera directora en funciones de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, asegura que las declaraciones y noticias conocidas en las últimas semanas «acerca del estado en que supuestamente se halla el extraordinario tesoro bibliográfico que Marcelino Menéndez Pelayo reunió a lo largo de su vida y que, a su fallecimiento, donó a la ciudad de Santander, están salpicadas de errores e, incluso, contienen afirmaciones falsas».
Fernández Lera, que trabajó de bibliotecaria en la institución durante más de cuarenta años hasta su jubilación en 2018, sostiene que en torno a los hechos y consecuencias derivadas del incendio del MAS, ocurrido hace casi cinco años, se han dicho «mentiras y barbaridades». Artífice de la custodia y mantenimiento de la Biblioteca, ejerció durante 16 años de directora en funciones en dos etapas. Ahora en un escrito, bajo el epígrafe 'Falsedades sobre la Biblioteca de Menéndez Pelayo', que publica hoy El Diario Montañés, subraya cómo, a partir de un informe elaborado por la empresa de patrimonio TSA en 2020, «el agua que sofocó el fuego del MAS dañó los libros de la Biblioteca de Menéndez Pelayo filtrándose a la biblioteca, concretamente al despacho de don Marcelino, donde estaban los libros más valiosos, pese a haberse asegurado tres años antes, cuando tuvo lugar el incendio, que la biblioteca no se había visto afectada por la intervención de los bomberos».
Fernández Lera muestra su «asombro» ante los comunicados que han visto la luz y señala las falsedades vertidas en los informes. Sobre la filtración de agua, mantiene que no solo ella puede asegurar que no existió, sino que «también lo pueden ratificar, aparte del jefe del Cuerpo Municipal de Bomberos (quien ya lo ha hecho en un informe concluyente), la vigilante y la limpiadora que trabajaban por entonces en la Biblioteca, así como el personal de Talleres Municipales que lo comprobó». Igualmente -añade-, pueden confirmarlo «algunas personas que se acercaron en aquellos días a la misma para interesarse por los daños que hubieran podido producirse; diversos investigadores que acudieron en los meses siguientes a hacer sus trabajos; además de quienes me acompañaron en mi despedida laboral. Y, por si fuera poco, existe un amplísimo reportaje de fotografías e imágenes de vídeo que encargué y presenté a las autoridades».
Funcionaria del Ayuntamiento de Santander como técnica en la Biblioteca, recuerda en su escrito que por ausencia de director titular ejerció las funciones de directora en dos periodos: de 1994 a 1996 y de 2004 a 2018. Tajante en sus afirmaciones, insiste en que «no es verdad que el agua utilizada por los bomberos en el MAS causara daños en la Biblioteca. Y, si en un informe elaborado por TSA aparece esa mentira, es porque alguien se la ha inculcado a los responsables de dicha empresa». Ante «semejante infundio», apunta Fernández Lera, «cabe preguntarse: ¿qué ocurrió en la Biblioteca entre el 1 de agosto de 2018 y el verano de 2019, cuando los libros fueron trasladados al Archivo Histórico Provincial? ¿Quién (o quiénes) ha(n) propagado informaciones falsas sobre ello? ¿Cuál es el motivo de que lo haya(n) hecho?».
En su compilación de hechos, Rosa Fernández Lera realiza dos precisiones: «La Biblioteca de Menéndez Pelayo es anterior al edificio que acoge al Museo y que el sabio santanderino prohibió en su testamento que cualquier otro inmueble tocase al que contuviera sus libros». Los edificios están muy cerca uno del otro, «pero no son anexos, lo cual es importantísimo en caso de incendio».
Además, precisa, «el despacho de don Marcelino se encuentra en el lado occidental de la Biblioteca, mientras que el que está en el lado oriental (es decir, el más próximo al MAS) es el del director». Finalmente, la exdirectora apela a los que ostentan cualquier tipo de responsabilidad sobre la Biblioteca a que aclaren, rectifiquen «y, si procede, emprendan acciones legales contra quien(es) corresponda».
Los ciudadanos de Santander, como propietarios de la Biblioteca, «tienen derecho a conocer la verdad y a que, llegado el caso, se actúe contra quien(es) menoscaba(n) intencionadamente el prestigio o, incluso, hasta la integridad de su patrimonio cultural», concluye Fernández Lera.
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