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César Peña Pérez, propietario de la antigua librería 'Hispano-Argentina', ha fallecido este fin de semana a los 76 años de edad. Este lunes se celebrará un funeral en la iglesia de San Roque, en El Sardinero, a las siete de la tarde.
Su librería cerró en el año 2006 cuando César Peña, casado y con cuatro hijos, se jubiló. Este intelectual estuvo al frente de la 'Hispano-Argentina' 44 años, un tiempo en el que -aseguraba entonces- él leía un libro cada semana. Y eso que creía que la lectura hace la vida un poco más complicada: «Leer te complica la vida. Aquello que decían los jesuitas de que no era bueno que la gente supiera demasiado porque eso preocupa y se es menos feliz... Pero entonces sería más feliz el más tonto del lugar», aseguraba en una entrevista concedida a este periódico en el año 2006, cuando se jubiló.
La librería la regentaba inicialmente su madre y unas tías en un local en 'Los Arcos', en la calle Hernán Cortés, antes de pasar al local de la calle San Francisco, donde estuvo abierta hasta hace una década. Esta libreria original también estuvo a cargo un tiempo de su tío, el editor Francisco Pérez González, Pancho Pérez, fundador, junto con Jesús de Polanco, de la editorial Santillana, y uno de los principales accionistas del grupo PRISA. Éste dejó la librería en el año 1953 para irse a Madrid. César Peña contaba, cuando se jubiló en el 2006, que en aquellos días, «vender libros era muy complicado y las mejores editoriales eran argentinas o mexicanas, con gran parte de los autores exiliados». En 1962 empezó a trabajar en la librería y en 1973 decidió el traslado a la calle San Francisco.
Circuntancias de la vida ese primer local que regentaron la madre y los tíos de César Peña, era parte de lo que es hoy la librería Gil en Pombo, su dueña Paz Gil, mostraba este lunes su pesar por el fallecimiento de Peña, con el que siempre tuvo un trato «muy cordial». «Era un buen librero, que leía muchísimo y sabía recomendar qué leer. Sus clientes recuerdan esto de él y sus conversaciones sobre los libros». Paz Gil también recuerda la 'Hispano-Argentina' y los escaparates que montaba César Peña, «era un buen librero del que hemos aprendido todos, siempre fue un buen colega». En sus últimos años pasaba a veces por Gil y era un asiduo de la biblioteca, siempre leyendo.
José Luis Fernández, de Ediciones Tantín, también muestra su pesar por la muerte de Peña y recuerda la relación cordial que siempre mantuvo con la editorial cuyos fondos estaban presentes en su librería. «Era un librero muy bien documentado, que leía y viajaba mucho, un librero y no un vendedor de libros», apunta.
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