Fallece Menchu Álvarez del Valle, la abuela santanderina de la reina Letizia

Nacida en 1928 en Santander, desarrolló una brillante carrera profesional en la Asturias de la que ya nunca se iría. Se colocó por primera vez detrás de los micrófonos muy joven, en Radio Asturias. De aquella emisora, saltaría a Radio Oviedo en 1947, La Voz del Principado, Radiocadena Española y Radio Nacional de España. Fueron 42 años prolíficos en los que ejerció como locutora y como creadora de espacios radifónicos hasta que, en 1990, se prejubiló.

Su trayectoria estuvo salpicada por las distinciones, en dos ocasiones recibió el Premio Antena de Oro (1974 y 2004), en 2013 recibió el Premio Nacional de Radio y, en 2019, el Premio de Honor de la Asociación Clúster de la Industria Creativa, Cultural y Audiovisual de la región (ACICCA).

Estos años dedicados a la radio fueron de la mano de su vida personal. Álvarez del Valle se casó en 1949 con José Luis Ortiz Velasco, representante de la firma Olivetti, y juntos formaron una familia de la que nacerían tres hijos, entre ellos, Jesús José Ortiz Álvarez, padre de la Reina. Este heredó de su madre el amor por el periodismo que, más tarde, traspasaría a doña Letizia. Una pasión heredada que hizo que la Reina siempre viera en su abuela un referente cuya voz se acaba de apagar, pero que seguirá resonando en sus admirados recuerdos.

Memorias que tendrán la radio como escenario y también la casa familiar de Sardeu (Ribadesella), donde tantas veces se refugiaron los Reyes y sus hijas. Allí, a la puerta de ese hogar, se asomó, junto a su marido, cuando los Reyes anunciaron su boda. Un enlace en el que su voz también sonó porque leyó orgullosa la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios. No podían faltar sus palabras aquel día.

Una de sus últimas apariciones públicas fue en 2019, en la entrega de los Premios Princesa de Asturias, cuando Leonor dio su primer discurso. También se la pudo ver en un acto público unos meses antes, cuando recogió en Avilés el Premio de ACICCA, en reconocimiento a su carrera. Entonces, sobre las tablas del Palacio Valdés, aseguraba sentirse otra vez «un poco viva, recordando otros tiempos maravillosos de una profesión impagable». Un trabajo al que amó tanto como al Principado que la acogió.« No la hubiera cambiado por nada, igual que a Asturias, por muchas ofertas que me hicieron de fuera».

Menchu Álvarez del Valle decía que había antepuesto el amor al trabajo, aunque, más bien, tuvo la suerte de poder aunarlos. Al cumplir los 92, afirmaba que no había nada mejor que ser «abuelina» y lo fue con amor desmedido y recíproco hasta el final de sus días.