La fallida residencia municipal del Primero de Mayo bloquea otro proyecto en la zona

«O se hace uno o se hace el otro. No tiene sentido construir dos residencias una al lado de la otra, pero vamos a solicitar al Ayuntamiento una reunión oficial con la alcaldesa para que nos aclare qué van a hacer», defiende el empresario Rubén Otero, que el pasado miércoles colocó la primera piedra de un centro para personas con discapacidad en Requejada (Polanco). En la inauguración de esta obra, en la que Calidad en Dependencia invertirá cuatro millones de euros, avanzó que en los próximos años continuará ampliando la red de residencias (prevé otros 15 millones de inversión), con localizaciones ya definidas: uno junto al Hospital Sierrallana, en Torrelavega (ya pendiente de la licencia para empezar la construcción), y otro en Santander, en la zona del Primero de Mayo (Peñacastillo), en la finca que la empresa compró hace cuatro años.

Pero esta segunda no va ni para adelante ni para atrás por el largo y fallido proceso en el que está enquistado el proyecto del Ayuntamiento. Tal y como se planteó, con la cesión del terreno para que el adjudicatario asuma las obras y la explotación durante los primeros 40 años, pagando su correspondiente canon municipal por usuario y día, no interesó a nadie. Los posibles aspirantes a gestionar el negocio hicieron cuentas y llegaron a la conclusión de que no salía rentable.

Por eso los empresarios del sector de la dependencia están a la expectativa de esos cambios en estudio y de cómo se replantea la que sería la tercera licitación ya. Así lo reconoce Otero, que no descarta optar al concurso público en caso de que las nuevas condiciones compensen económicamente. «Si el Ayuntamiento sigue adelante con su proyecto de residencia (en ningún momento se ha descartado), nosotros nos retiramos. Vendemos el terreno y ya está, pero necesitamos saber cuál va a ser el plan». De lo que no tiene dudas es de que Santander necesita más plazas de residencia, pues la demanda es creciente y se concentra especialmente en la ciudad y su entorno.

El pasado verano, desde el Consistorio achacaron la falta de licitadoras a «cuestiones de índole económica, de pandemia, de cambio de legislación, de necesidades y situación del sector». El proyecto, presupuestado en unos cinco millones de euros, se ha ido modificando a lo largo de los años. Cuando empezó a redactarse se contemplaba que tuviera capacidad para 170 personas, pero el documento tuvo que rehacerse para adaptarlo a la nueva normativa, que marcaba un máximo de 120 usuarios. La idea era que la residencia, prevista en una parcela entre las calles Rosalía de Castro y Faustino Cavadas, estuviera articulada en cuatro módulos de 30 personas, en las que se ubicarían dormitorios y cuartos de baño, así como espacios destinados a sala de estar común y comedor. Otero, por su parte, se inclina por un centro más pequeño, «de 80 plazas, más familiar, que permite al director conocer a todos los usuarios por su nombre, esa es nuestra apuesta».