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La primera impresión generó alarma. La mítica farola santanderina de las Cuatro Estaciones, ubicada en la Alameda de Oviedo, lleva días totalmente deformada. «¿Qué ... ha pasado? ¿La han convertido en el Ecce homo de Santander?», se cuestionaban algunos vecinos, que no tardaron en trasladar su temor a la presidenta de la asociación de vecinos, Marián González. Pero nada más lejos de la realidad. Aunque pueda parecer que alguien se ha pasado con el cincel y ha suavizado todas las formas del monumento, la realidad es que se ha recubierto con pulpa de celulosa impregnada de un tratamiento necesario para rehabilitar la piedra, como informó la directora general de Cultura del Ayuntamiento, Yolanda de Egoscozabal, a los vecinos. La pieza estará así varios días con el objetivo de limpiar su superficie y reparar sus desperfectos, una intervención que se ha adjudicado a la Fundación Santa María de Toraya con un presupuesto de 5.900 euros (más IVA).
Entre las tareas ya realizadas está la limpieza de hongos, algas, excrementos de aves y líquenes de la superficie de piedra y también se han eliminado intervenciones anteriores con masillas, cementos y cal hidráulica. Hace tiempo se dio una masa de cemento por encima de la piedra que es lo que ha provocado que la propia piedra se disgregue, por lo que se ha retirado de manera mecánica con bisturí y martellina. También se han utilizado dos tratamientos, uno contra el biodeterioro -pulverizando biocida sobre el monumento-, y otro para desalinizar mediante la colocación de pulpa de celulosa y agua destilada, que es como se encuentra la pieza actualmente.
Mientras está colocada la pulpa de celulosa, se realizan catas de salinidad para ver cómo van los baremos. Mientras sigan altos, seguirá puesta y, una vez bajen a los niveles esperados, se retirará esta capa y se continuará con los siguientes pasos para continuar con la reparación. Así, lo siguiente es reintegrar algún volumen -una grieta en el hombro, en una rodilla, en un rostro y el pedestal-, reintegrar el tono, sellar grietas, consolidar el monumento e hidrofugarlo. En caso de que, al acabar la limpieza, se aprecie alguna diferencia de color en las zonas restauradas respecto al resto de la escultura, las intervenciones se matizarán con pequeñas veladuras.
Otro detalle que llama la atención de los viandantes cuando ven el monumento es el plástico negro que cubre la parte de las piernas de las cuatro figuras. Como explica Gutiérrez desde la asociación de vecinos y tras hablar con el Ayuntamiento, se ha colocado para evitar que las personas que pasen por allí puedan tocar la pulpa de celulosa que recubre la pieza. Rodea la escultura hasta una altura media, a la que se calcula que aproximadamente podría llegar alguien que tratase de tocarlo. Según apunta esta vecina, han sido multitud de personas las que se han puesto en contacto con ella en los últimos días, preocupados por lo que estaba pasando el esta escultura. «Me dijeron que era una aberración, que habían dejado horrible la farola... Y ya nos explicaron desde el Ayuntamiento que se trataba de un tratamiento. Otros se preocuparon al ver la furgoneta, donde ponía 'Obras y reparaciones', pensando que la pulpa de celulosa que tiene por encima era en realidad el resultado de la reparación».
La vecina reconoce que están «psicotizados» desde que se planteó hacer un aparcamiento subterráneo bajo la Alameda de Oviedo y, desde entonces, encienden las alarmas enseguida. «Pero bueno, reconozco que valoro que la gente se preocupe desde entonces por lo que pasa aquí».
Diseñada por el arquitecto municipal Valentín Lavin Casalis y encargada al escultor catalán José Quintana, afincado en Santander, fue instalada en 1913 en la plaza Pi y Margal (actual plaza del Ayuntamiento). Tras diferentes emplazamientos, en 2011 se realizó el traslado a la ubicación actual. Realizada principalmente en piedra de Novelda, cuenta con reminiscencias modernistas y representa la alegoría de las cuatro estaciones del año en las cuatro figuras femeninas que la rodean. Debido al paso del tiempo y al consecuente deterioro del monumento, «se observaban grietas, fisuras, así como grafitis realizados con spray y daños en la parte del pedestal», como explican desde el Ayuntamiento. Por todo esto, se consideró necesaria la restauración integral de la misma, incluyendo además la limpieza, protección y consolidación de la pieza.
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